Por Jorge Zepeda Patterson
No formo parte de las filas de los que proponen no ir a votar. Pero cómo se antoja a la luz de los procesos que están siguiendo los partidos para elegir a sus candidatos. Las dirigencias del PRI, PAN, PRD y PVEM escogen candidatos como el que selecciona invitados para su boda: amigos, parientes, cómplices.
Y no sustento la tesis abstencionista simplemente porque eso significaría, en la mayoría de las elecciones, otorgarle el pase automático al candidato del PRI, partido que suele poseer votos cautivos en sus redes corporativas y territoriales. Pero, insisto, la canasta de opciones que nos ofrecen los partidos restantes hace preguntarse si en el fondo no da lo mismo quien salga elegido. De hecho algunos de los candidatos son tránsfugas que hoy se colocan una casaca y mañana otra.
En estas semanas los partidos políticos están realizando los primeros pasos para elegir los candidatos a diputaciones plurinominales y distritales para la renovación del Congreso en el verano de 2015. Las llamadas elecciones intermedias.
Pero al observar la rebatinga que comienza a darse al interior de cada instituto político entendemos que el proceso de selección tiene muy poco que ver con la evaluación de la calidad de los precandidatos y mucho con la filiación a la corriente a la que pertenecen. Ejemplo de lo anterior es lo que acaba de suceder en el PAN con la selección de los candidatos a las listas de plurinominales, en donde el grupo maderista se despachó con la cuchara grande en detrimento de las fracciones opuestas al presidente del partido. No se trata de escoger a los mejores hombres y mujeres, sino a los incondicionales que permiten a los dirigentes mantenerse en el trono.
No es muy distinto lo que está sucediendo en el PRD. Por lo demás la escisión de MORENA dejará a los Chuchos, la fracción dominante, el campo libre para repartir entre sus filas las candidaturas claves.
Y del Partido Verde, mejor ni hablamos. Sus reclutamientos carecen de cualquier consideración vinculado a la agenda ecologista, aunque sí a la agenda social. A juzgar por el perfil de los candidatos, la selección de sus militantes tiene lugar en las discotecas a las que asiste el Niño Verde y sus amigos.
Cuando uno conversa con miembros de la clase política escucha cómo se les llena la boca de argumentos a favor de la incorporación de ciudadanos a la arena pública. “Encontrar a los mejores hombres y mujeres de la sociedad”; “Invitar a los verdaderos líderes de la comunidad”. Frases que suelen repetir una y otra vez, en particular cuando observan la manera en que los políticos y los partidos son masacrados en las redes sociales por la opinión pública (o al menos esa opinión pública).
Pero cuando llega el momento de reponer los asientos del poder legislativo o el recambio en gobiernos estatales y municipales, regresan a los procedimientos endogámicos de escoger entre sus propias filas.
Es el mismo resorte que lleva a diputados y senadores cuestionar a lo largo de todo el año los excesos y derroches de la administración pública y a abogar por la austeridad. Excepto, claro, cuando llega el momento de decidir el presupuesto para sus prebendas, bonos, aguinaldos y pagos a sus asesores.
El problema de fondo es que esos comportamientos van profundizando la fractura abismal que se ha abierto entre la clase política profesional y el ciudadano. La comunidad no se siente representada por estos mercaderes que hacen de la administración su coto personal y gremial. Las dirigencias de los partidos políticos comienzan a parecerse a los liderazgos sindicales, cosificados en torno al poder y ajenos a todo lo que no sea útil para conservarse en el trono a perpetuidad.
No, no soy de los que aconseja abstenerse en el día de la elección. Pero digo, con todo respeto, ¿no podrían los partidos darme algún argumento al cual aferrarme?
@jorgezepedap
www.jorgezepeda.net
Fuente: Sin Embargo