La casa donde pasó su infancia el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en Nueva York tuvo nuevos ocupantes durante el fin de semana: Refugiados que compartieron sus historias como una forma de llamar la atención sobre la crisis de refugiados antes de la Asamblea General de Naciones Unidas, que se reúne esta semana con el dirigente en la lista de asistentes, reporta la agencia AP.
La vivienda de tres plantas y estilo Tudor de Queens, construida por el padre de Trump, Fred, en 1940, se puede rentar a través de la plataforma Airbnb y cualquiera puede alojarse en ella por 725 dólares por noche. Fue adquirida por un comprador anónimo por 2,14 millones de dólares en una puja en marzo, la segunda vez que salía a subasta.
Oxfam, una organización internacional de lucha contra la pobreza, la alquiló el sábado e invitó a cuatro refugiados para hablar con periodistas. El gobierno de Trump prohibió la entrada al país a ciudadanos de seis países de mayoría musulmana y a todo tipo de refugiados, independientemente de su procedencia. Tras varias demandas, la Corte Suprema permitió la semana pasada que la restrictiva política sobre los refugiados se mantenga de forma temporal. Los jueces escucharan argumentos sobre el veto migratorio el 10 de octubre.
“Queremos enviar un fuerte mensaje a Trump y a los líderes mundiales de que deberían hacer más para recibir a refugiados”, dijo Shannon Scribner, director interino del departamento humanitario de Oxfam America.
Trump vivió en la casa, ubicada en una calle arbolada de viviendas unifamiliares, hasta que tenía alrededor de cuatro años, cuando la familia se trasladó a otra que su padre había construido cerca.
En una habitación de la planta de arriba, Eiman Ali, de 22 años, miraba los pisos de madera oscura y una copia del libro “Trump: The Art of the Deal” sobre una mesa cercana y se preguntaba por el ilustre inquilino del inmueble.
“Saber que Donald Trump estaba aquí cuando tenía cuatro año me hace pensar en dónde estaba yo cuando tenía cuatro años”, dijo Ali sonriendo, con la cabeza cubierta con un hiyab gris oscuro. “Todos somos niños criados para ser ciudadanos productivos, para tener todos estos sueños y esperanzas”.
Ali tenía tres años cuando llegó a Estados Unidos desde Yemen, a donde habían huido sus padres cuando estalló la guerra en su Somalia natal. Ali dijo que recordaba a Trump como un personaje entretenido en “The Celebrity Apprentice”, pero su opinión cambió desde entonces.
“Que alguien que habla tan claro en contra de mi comunidad se haya convertido en presidente de Estados Unidos fue muy revelador y doloroso porque he invertido mucho en este país”, señaló.
Al fondo del pasillo, Ghassan al-Chahada, un refugiado sirio de 41 años que llegó al país con su esposa y sus tres hijos en 2012, se sentó en un cuarto con literas y un cartel en la pared que decía que pudo haber sido la habituación de Trump en su infancia.
“Antes de que comenzase el conflicto en Siria teníamos el sueño de venir a Estados Unidos”, dijo al-Chahada. “Para nosotros fue un sueño hecho realidad”.
Al-Chahada apuntó que su vida cambió cuando Trump firmó la orden presidencial que impedía la entrada al país de ciudadanos de Siria y de otras cinco naciones.
“Tenía la esperanza de obtener mi tarjeta de residencia permanente y poder visitar mi país”, declaró. “Pero desde que Trump salió elegido no me atrevo, no me atrevo a salir de este país y no poder regresar”.
Mirando por la ventana hacia el jardín delantero, pensaba en qué le diría al presidente.
“Le aconsejaría que recuerde, que piense como se sentía cuando dormía en esta habitación”, señaló al-Chahada. “Si puede estar en sintonía con quien era cuando era un niño, con la compasión y la misericordia de los niños, diría que es una gran persona”.
Fuente: AP