Impulsada por Washington, avanza la bota militar sobre México

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En el trasfondo del reclamo de los altos mandos militares mexicanos, para que se le dé a las Fuerzas Armadas un marco jurídico a su presencia en las calles, está algo más que una percepción amenazante. Está el impulso y la presión del Pentágono. Coincide con quienes así lo advierten la voz de Manuel Bartlett, senador de la República, que en su calidad de exsecretario de Gobernación sabe de lo que habla. Interpreta como una “faramalla” el intercambio de expresiones entre representantes del Estado mexicano. De acuerdo a su análisis, compartido en entrevista con Proceso, la militarización del país es un hecho decretado desde Washington. Y va para más…

Por Jenaro Villamil/ Proceso

Es una “faramalla”, un “teatro mal hecho” la secuencia reciente de la declaración del secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos; la reacción del presidente Enrique Peña Nieto; la del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y la iniciativa urgente del Congreso para apresurar la Ley de Seguridad Interior, porque “mandan al Ejército a presionar a la opinión pública” y para “continuar con la militarización que forma parte de un proyecto de integración con el Pentágono”, advierte el senador de oposición Manuel Bartlett.

“Tiene dos lecturas este absurdo apoyo de Peña Nieto al general Cienfuegos: por un lado, la debilidad del propio presidente frente a un desafío del secretario de la Defensa y, por otro, la entrega del Estado mexicano al Ejército. Es la militarización de facto que ahora quieren regularizar”, resume en entrevista con Proceso el coordinador de la bancada del PT en el Senado.

Subraya que esta militarización no es un proyecto de los generales mexicanos o del presidente de la República, sino que responde a los intereses geopolíticos de Washington: “Forma parte de la lógica de la ‘integración’ de México a la seguridad interior de Estados Unidos.”

“La militarización no es un cuartelazo al viejo estilo. Es una entrega paulatina de nuestra soberanía”, indica.

“Una vez que se aprobó en México la reforma energética de Peña Nieto comenzó a haber voces oficiales de Estados Unidos reclamando seguridad: Si no hay seguridad, nadie va a invertir. Y la seguridad es el Ejército en las calles.”

“¿Por qué olvidan los analistas algo esencial? Felipe Calderón tomó la decisión de meter al Ejército en la guerra contra el narcotráfico por mandato norteamericano. Ahí está la Iniciativa Mérida. Que no se nos olvide este punto, porque entonces no entendemos qué están haciendo los soldados en las calles”, abunda uno de los críticos más constantes de la reforma energética y de la aprobación de enmiendas para ajustar la Constitución y las leyes reglamentarias a las necesidades de los militares.

ÉL NO ES EL JEFE

Entre esas leyes que este año se aprobaron bajo presión de las secretarías de Defensa y de Marina están el Código de Justicia Militar, la ley reglamentaria del artículo 29 constitucional y la reciente militarización de los puertos mexicanos.

Secretario de Gobernación en el sexenio de Miguel de la Madrid, Bartlett, habla de lo que significan las palabras del general Cienfuegos:

“Si yo hubiera sido secretario de Gobernación y el secretario de la Defensa hace estas declaraciones, yo le pido al presidente de la República que lo quite. Cienfuegos no puede hablar a nombre del Ejército porque él no es el jefe del Ejército. El comandante supremo es el presidente de la República. Y cuando el presidente avala esto, diciendo que lo van a apoyar y que fueron ‘descontextualizadas’ sus palabras, está avalando la destrucción de todo el mando civil.”

—¿Entonces es una simulación?

—Es una faramalla mal hecha, como todo lo que hacen. Peña Nieto manda al general para presionar a la opinión pública. Como lo mandó antes a Televisa, cuando dijo Cienfuegos que él no tenía por qué permitir al Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes que interrogara a los soldados, como si él fuera el presidente de la República.

Bartlett se refiere así a la entrevista que Cienfuegos dio el pasado octubre a Santos Mondragón, de Televisa, para afirmar que “el convenio que hace el gobierno de la República con la Comisión Interamericana y con el Grupo de Expertos es que vienen a complementar las investigaciones de nuestras autoridades. En ningún momento dice que pueden interrogar, no es posible, las leyes no lo permiten.”

PROTAGONISMO

Ante esas declaraciones, el 5 de octubre de este año Bartlett propuso un punto de acuerdo en el Senado para condenar las declaraciones del secretario de la Defensa, porque “se situó fuera de la Constitución, del gobierno y del Estado mexicano.” “Las Fuerzas Armadas son parte del Estado mexicano y, por tanto, están obligadas, como parte de él, a atender y cumplir el acuerdo suscrito entre el Estado mexicano y la CIDH”, argumentó esa vez.

Ese es uno de los antecedentes del protagonismo declarativo del secretario de la Defensa, rememora Bartlett.

“Hacen sus teatros tan mal que el general queda pésimamente mal parado, los tres Poderes de la Unión quedan mal y hasta la iniciativa privada queda mal, porque de inmediato salen a decir que tiene razón Cienfuegos.

“Ahora, esta semana, se movió el Congreso. Ahora resulta que el jefe del Senado es el general Cienfuegos, que él dice cuándo se deben dictaminar las leyes. Se los dije en la Junta de Coordinación Política. Esa es la militarización… Y el líder de los diputados priistas (César Camacho) apurándose a decir que ya terminaron la Ley de Seguridad Interior, que van a trabajar hasta en Navidad.”

—¿Entonces no hay mucha lógica en esta faramalla, porque las declaraciones del general debieron generar una reacción muy dura en el gobierno?

—No, nada. Es una rebelión que va más allá de lo militar. Cienfuegos acaba con todos: Con el Poder Judicial, con Osorio Chong, con los gobernadores, con el Senado. Si se toman en serio sus palabras, este señor debería ser destituido y mandado a retiro porque habló y criticó a su jefe supremo, el presidente de la República.

“Y ahora, Peña Nieto dice que el general tiene razón y que los medios ‘descontextualizaron’ sus palabras. Peña Nieto le está entregando el Estado al Ejército mexicano. Ya está ahora militarizado. Los jefes de las zonas militares hacen lo que quieren con los gobernadores.”

EL PAPEL DE OSORIO

—Siguiendo esa lógica, ¿estas declaraciones de Cienfuegos son un desafío o a qué responden?

—Si las tomas literalmente, es una insurrección militar. Es un putsch. ¿Qué ameritaría? El señor general debería estar ya en el retiro y su Estado Mayor también. Es inaceptable lo que dijo.

—¿Es función de un secretario de Gobernación decirle al presidente que frene al secretario de la Defensa?

—Yo fui secretario de Gobernación seis años y conozco el país y la Constitución y las reglas. Ahora no existe un secretario de Gobernación. Lo redujeron al papel de primer policía del país. Osorio Chong fue absolutamente zarandeado por Cienfuegos y ahora lo anda justificando.

“Descontextualizadas o no, las declaraciones de Cienfuegos constituyen una crítica al Estado mexicano y al jefe de las Fuerzas Armadas, que es el presidente de la República.

“El asunto es peor, porque esto es un mandato de Estados Unidos para que el Ejército esté a cargo de la seguridad interior de México.”

Fuente: Proceso

 

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