Un ejemplar de una lagartija del género Anolis con una antigüedad de 23 millones de años fue descubierto recientemente dentro de una pieza de ámbar hallada en las minas del municipio de Simojovel, informó el paleontólogo Francisco Riquelme, investigador del Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En un documento dijo que el nuevo ejemplar es un animal “completo y articulado que preserva además restos de tejido blando y piel” y se encuentra bajo estudio taxonómico por paleontólogos de la UNAM.
Agregó que como un avance preliminar se le ha identificado como una nueva especie del género Anolis (Squamata: Dactyloidae), variedad de lagartija arborícola del ámbar de Chiapas.
“Los animales vertebrados son más raros de encontrar”, por lo que el hallazgo de dicha lagartija es “inusual”, aseveró.
La lagartija fue localizada en una pieza de ámbar color dorado de aproximadamente cinco centímetros de larga por cuatro de ancho en el municipio de Simojovel, ubicado en el norte de Chiapas y actualmente se encuentra en exhibición en el Museo del Ambar de Chiapas, con sede en el ex convento de La Merced, de San Cristóbal de Las Casas, donde se la ha asignado el nombre de Luna para distinguirla del resto gemas del mismo material.
Riquelme manifestó que el ámbar de Chiapas es una resina fósil de origen natural asociada a los exudados de un árbol leguminoso del género Hymeneea y aunque el árbol que la produce se considera extinto, especies resiníferos del grupo de Hymenaea se distribuyen actualmente en lo trópicos desde el sur de Estados Unidos hasta Brasil y en regiones septentrionales de África.
Señaló que los numerosos depósitos de ámbar en las cercanías de los pueblos de Simojovel, Huitiupán y Totolapa constituyen una localidad de conservación de fósil excepcional que representa una de las más grandes acumulaciones de resina fósil en el planeta y uno de los depósitos mejor preservados de plantas y animales fósiles relacionados con una biótica de un antiguo bosque subtropical.
Explicó que entre las inclusiones orgánicas en el ámbar se encuentran más comúnmente artrópodos terrestres como insectos y arañas, pero también plantas, musgos, polen, esporas, madera, bacterias, hongos, algas, gusanos y crustáceos, entre otros.
Destacó que el género Anolis es un grupo de lagartijas que cuenta actualmente con varias especies vivas descritas en Chiapas, como Anolis pygmaeus y Anolis cristifer, de las tierras bajas .”previo a este hallazgo, en 1965, una primera especie fósil de este grupo de lagartijas se ha descrito para el ámbar de Chiapas, a partir de un trabajo de identificación taxonómica realizado por James D. Lazell, del Museo de Zoología Comparada, en Cambridge”.
Precisó que “este ejemplar se preservó incompleto y desarticulado, sólo se recuperaron restos de la cadera y las patas traseras”; se le conoce con el nombre de especie Anolis electrum y “permanece catalogado en la colección de la Universidad de California, en Berkeley”.
Por separado, el biólogo Gerardo Carbot, responsable del Museo de Paleontología de Chiapas, dijo que el hallazgo de este tipo de animales “nos ayuda para conocer la evolución de las especies”.
Añadió que gracias a ello “se han podido hacer reconstrucciones muy acertadas y sus relaciones biogenéticas y biogeográficas”.
El director del Museo del Ambar de Chiapas, Bibiano Luna Castro manifestó que se han entregado a la UNAM 32 piezas de ámbar para su estudio, algunas propiedad del museo y otras pertenecientes a colecciones privadas.
En ese museo se exhiben más de 350 piezas de ámbar, muchas de ellas ganadoras de concursos por su calidad o por contener en su interior animales.
Fuente: La Jornada