Por John M. Ackerman
Las declaraciones de Andrés Manuel López Obrador con respecto a la necesidad de “explorar todas las posibilidades” con el fin de “garantizar la paz y la tranquildad” en México han generado un enorme revuelo entre los telectuales y comentaristas del régimen. Varios funcionarios públicos fieles al narcogobierno, como Miguel Ángel Osorio Chong, Salvador Cienfuegos, Vidal Soberón y Miguel Ángel Mancera, también han aprovechado la ocasión para denostar y atacar al tabasqueño.
Lo primero que llama la atención es el increíble impacto y difusión que tiene cualquier comentario de López Obrador. Hasta el contenido de un intercambio informal con periodistas después de un mitin en el pueblo de Quechultenango, Guerrero, se ha convertido en noticia nacional e incluso es retomado por publicaciones internacionales de importancia. López Obrador todavía no es siquiera precandidato a la Presidencia de la República, pero los medios de comunicación, y la sociedad en general, ya le da trato de presidente.
¿Qué es lo que dijo exactamente López Obrador?
“Hay que hablar con los mexicanos, con todos, y hay que plantearles que necesitamos la paz y que todos podemos ayudar a que haya paz en el país…Vamos a explorar todas las posibilidades, desde decretar una amnistía, escuchando también a las víctimas, hasta exigir al gobierno de Estados Unidos que lleve a cabo campañas para aminorar el consumo de drogas…No va a quedarse ningún tema sin ser abordado, si se trata de garantizar la paz y la tranquilidad”
Lo que se destaca de esta declaración es su profundo espíritu humanista. El presidente de Morena no distingue entre “los buenos” y “los malos” mexicanos, ni caracteriza a los delincuentes como “animales salvajes” que habría que eliminar recurriendo a las mismas estrategias que ellos utilizan. Al contrario, eleva la mira y afirma que quiere hablar “con todos” los mexicanos, como seres humanos, para convencerlos a poner su granito de arena con el fin de lograr la regeneración del país.
Tal y como lo ha afirmado en muchas ocasiones, López Obrador no busca venganza ni divisiones sociales, sino generar un nuevo contexto de unidad nacional. “Olvido no, perdón sí”, es una de sus frases más socorridas. La posibilidad de otorgar “amnistía” (que no es otra cosa que un “perdón” jurídicamente respaldado) a algunas de las personas que hayan cometido delitos en el pasado, en comunicación con las víctimas y a partir de una consulta popular, no implica abrir la puerta a la impunidad sino todo lo contrario.
La amnistía se aplica exclusivamente a delitos ya cometidos en el pasado y no implica ninguna protección hacia el futuro. Al contrario, normalmente las amnistías se otorgan precisamente bajo la condición de que la persona beneficiada acepte una vigilancia especial en el futuro y se comprometa a jamás violar la ley de nuevo.
En otras palabras, los psicópatas violentos, que solo quieren más sangre y que hoy laboran tanto dentro como fuera de las instituciones gubernamentales, evidentemente no se beneficiarán en absoluto con la eventual amnistía de López Obrador. Estos sujetos ni siquiera aceptarían las condiciones ofrecidas por el nuevo gobierno. Prefieren el statu quo de impunidad absoluta, no solamente con respecto a delitos pasados sino también hacia el futuro.
La estrategia de López Obrador es clara. En lugar de intentar “apagar el fuego con el fuego”, quiere debilitar y destruir los tentáculos del crimen que están acabando con la juventud mexicana. La combinación de una amnistía, condicional y consultada con la sociedad, junto con el programa “Jóvenes Construyendo el Futuro”, que otorgaría 2.6 millones de becas de estudio y de trabajo, rompería de tajo con la actual lógica de “plata o plomo”.
Hoy el gobierno mantiene un control endeble sobre la sociedad a partir de la corrupción, la violencia y el miedo. En contraste, López Obrador quiere poner en acción las instituciones gubernamentales con el fin de liberar la sociedad a partir de incentivos para estudiar, trabajar y desarrollarse profesionalmente.
Es decir, el tabasqueño propone acabar con la “guerra” declarada por Felipe Calderón y ratificada por Enrique Peña Nieto. Desde 2006 hasta la fecha, México se ha convertido en un verdadero baño de sangre, con más de 200 mil homicidios y más de 30 mil desaparecidos. El pasado mes de octubre fue el más violento en las últimas dos décadas, con 2 mil 371 homicidios, o más de 76 al día.
Hoy el régimen PRIANRDista trabaja junto con el crimen organizado para desaparecer estudiantes, robar el presupuesto, censurar a los medios de comunicación y reprimir las protestas sociales. Y respecto al narcotráfico en particular, el gobierno criminaliza a todos por igual, incluyendo los campesinos obligados a cosechar plantíos de droga y los jóvenes forzados a trabajar de halcones para los sicarios.
Adicionalmente, la militarización de la lucha en contra de las drogas ha generado una “carrera armamentista” en la que los carteles de la droga necesitan conseguir armas cada vez más poderosas y letales, lo cual aumenta significativamente la cantidad de muertos en cada conflicto. Esta situación se volverá más grave en el futuro cercano, ya que Donald Trump ya anunció su intención de liberar el comercio internacional de armas de alto poder fabricadas en Estados Unidos (véase: http://reut.rs/2xrRJwL).
Lo más absurdo es que, en muchos casos, los mexicanos nos matamos para evitar la cosecha y el traslado de plantas, como la mariguana, que ya se consumen libremente en más de una docena de estados de los Estados Unidos.
Quienes insisten en seguir por el mismo camino fracasado son quienes están a favor de la violencia y la impunidad. Con sus declaraciones recientes, López Obrador no ha hecho otra cosa que ratificar su compromiso irrestricto con lograr la paz a partir de la modificación radical de la estrategia actual de combate al crimen organizado.
Twitter: @JohnMAckerman
Publicado en Revista Proceso No. 2145
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