Durante años, el presidente Barack Obama reprendió a los republicanos por anteponer sus propios intereses políticos a las medidas adecuadas en materia de inmigración. En dos campañas presidenciales sucesivas, exhibió la pasividad de Washington respecto a la inmigración como un excelente ejemplo de la toma de decisiones cínica que dijo debía llegar a su fin en la capital. Ahora que él está retrasando su propio plan de inmigración hasta después de las elecciones, Obama se ha expuesto a que tanto demócratas como republicanos lo puedan acusar de ser igual de culpable de aplicar estratagemas políticas.
El cambio radical de postura del presidente, que revirtió su promesa de tomar medidas hacia el final del verano, lo ha dejado con pocos aliados de cara al futuro en un tema que él esperaba convertir en un componente esencial de su legado.
Grupos a favor de la inmigración condenan lo que consideran una medida política cobarde que una vez más pone los intereses de ellos en segundo plano. Por su parte, los republicanos están lejos de apaciguarse y acusan a Obama de eludir la rendición de cuentas debido a que aún tiene previsto actuar, pero sólo después de que los votantes acudan a las urnas. Y los demócratas, en su mayoría, están haciendo su mejor esfuerzo por mantenerse al margen de la controversia.
La explicación de Obama respecto a su decisión de retrasar sus acciones _que el aumento durante el verano de niños centroamericanos que cruzaban a Estados Unidos sin permiso legal había envenenado el ambiente para tomar medidas inmediatas_ no consiguió calmar la especulación de que el mandatario en realidad había cedido a las urgencias políticas de los comicios de mitad de período.
Después de todo, los inquietos demócratas en estados tradicionalmente de mayoría republicana se habían estado quejando desde hace meses de que los votantes los castigarían si Obama adoptaba en este momento medidas ejecutivas unilaterales y provocadoras, como aplazar la deportación de millones de inmigrantes.
“Definitivamente es la política”, dijo el domingo el senador republicano Marco Rubio, de la Florida. Por su parte, el demócrata Luis Gutiérrez, representante de Illinois y un prominente defensor de la inmigración, señaló: “No arriesgar puede ganar una elección… pero casi nunca conduce a la equidad, a la justicia y a una buena política pública de la que te puedas sentir orgulloso”.
Para Obama, la medida de retrasar las medidas ejecutivas en materia de inmigración dejó una nueva señal en su evolución desde el joven candidato presidencial que en 2008 se comprometió a poner fin a un sistema político en Washington impulsado por intereses propios. Ese mensaje cargado de aspiraciones ayudó a galvanizar el apoyo de un electorado joven y cada vez más diverso, que incluía a millones de hispanos.
Pero como presidente, Obama se ha topado con que esa promesa es una de las más difíciles de cumplir, no sólo en el tema migratorio.
Con el tiempo, él rebajó sus propias restricciones a la recaudación de dinero para los llamados comités de acción política (conocidos como súper PAC) y para los cabilderos que sirven en el gobierno, en ambos casos confrontado a la realidad de que cambiar un arraigado sistema gubernamental requiere de algo más que idealismo y buena voluntad.
“Hay una aspiración cuando uno está en campaña de que realmente puede tomar a la burocracia por el cuello, pero es mucho más difícil de hacer de lo que uno piensa”, dijo Douglas Brinkley, un historiador presidencial en la Universidad Rice. “Una vez que uno llega a la Casa Blanca, debe lidiar con el entorno lo mejor que pueda”.
Incluso cuando fue candidato a la reelección en 2012, mientras Washington seguía aun firmemente atascado en el partidismo, Obama pronosticó que su reelección “cortaría la fiebre”, ya que los republicanos sabrían que él nunca estaría en la papeleta electoral de nuevo. También criticó a los republicanos por retirar el apoyo a una legislación que permite que las personas traídas a Estados Unidos sin autorización legal cuando eran niños puedan quedarse en el país, al decirles a funcionarios electos latinos en la Florida que “la necesidad no había cambiado. Lo único que había cambiado era la política”.
A medida que en las últimas semanas surgieron señales de que Obama probablemente retrasaría sus planes en inmigración, funcionarios de la Casa Blanca se esforzaban por encontrar argumentos que no se redujeran simplemente a cálculos electorales de mitad de período.
En un primer momento, Obama insinuó que quería preservar cualquier posibilidad de que se alcance una nueva ley en inmigración después de los comicios, y dijo a los periodistas que “la esperanza es eterna”.
Después los funcionarios de la Casa Blanca comenzaron a vincular la acción ejecutiva en materia de inmigración con la crisis en la frontera. El gobierno ha logrado avances en reducir el número de niños no acompañados que llegan de Centroamérica, y funcionarios dijeron que les preocupaba que si Obama actuaba ahora las cifras pudieran aumentar de nuevo.
Cuando la postergación se hizo pública el fin de semana, funcionarios de la Casa Blanca argumentaron que el objetivo no era proteger a los demócratas electoralmente vulnerables, sino asegurarse de que cualquier retroceso del partido este año no sirva como excusa en el futuro para que los legisladores eviten afrontar votaciones difíciles en materia de inmigración. Después de todo, retrasar las medidas podría perjudicar a algunos demócratas este año si desanima la participación de los latinos en las elecciones.
“La principal motivación aquí es actuar de una manera que sea sostenible y exitosa'”, dijo Dan Pfeiffer, alto asesor de Obama. “Adoptar medidas en el invernadero de la temporada política podría terminar siendo un importante revés para la causa de arreglar nuestro sistema de inmigración”.
Deseoso de desalentar la idea de que estaba posponiendo indefinidamente cualquier avance, Obama se fijó un nuevo plazo: la Casa Blanca dice ahora que la acción ejecutiva se producirá a finales de 2014.
Pero para un presidente que esperaba ser recordado como un agente de cambio, incluso unos pocos meses podrían alterar la forma en que se percibe el liderazgo de Obama.
“En sí mismo, un retraso de algunas semanas en este asunto no es tan importante”, dijo Janet Murguía, presidenta del Consejo Nacional de La Raza, en una entrevista. “Pero la comunidad latina ve esto a través de los lentes de antes de 2008, cuando se hicieron promesas que simplemente no se han cumplido a lo largo de este gobierno. Todo esto acaba por afectar cómo los latinos terminarán por percibir su legado”.
Fuente: AP