Fueron alabados como el producto más grande desde el iPod, la rueda o el automóvil. En lugar de ello resultaron más bien como la New Coke o el Segway. Entonces: ¿Qué resultó mal con los Google Glass?
Por Umair Haque
No es que los Google Glass se veían absurdos –la gente viste modas tontas todos los días. No era el sobreprecio –las personas coleccionan relojes de lujo y bolsas de mano todos los días. La falla de Google Glass fue la historia de un producto visionario que no logró ser cool.
Lo cool no es algo trivial. Como Apple, Warby Parker, Net a Porte y Shinola saben bien: Lo cool es quizá el factor más importante para el éxito de los nuevos productos. Lo cool no es algo que sea fácilmente calculado por robots corporativos o algoritmos para maximizar ganancias a través del análisis de datos. Lo cool no es una ecuación, lo que lo hace difícil de dominar para un monstruo de la ingeniería como Google. Lo cool no puede ser diseñado.
Sin embargo, eso fue precisamente lo que Google intentó hacer. Le puso Google Glass a los modelos durante la Fashion Week, los puso en anuncios publicados en revistas de moda y en las manos de los “influyentes” de la moda. ¿Para qué? Para diseñar la expectativa, el entusiasmo, la adulación. Para manufacturar el alboroto. ¡Ajá! ¡Estrategia digital básica! ¡Genial! ¡¿Cómo podría fallar?!
De hecho: ¿Cómo podría tener éxito? Todas esas desesperadas maniobras sirvieron para reforzar lo obvio: que los Google Glass eran tan poco cool, que lo único que Google podía hacer era intentar forzarlos a ser cool. En pocas palabras, Google cometió un error fatal del mercadeo post-moderno: intentó comprar lo cool a través de las no muy sutiles técnicas de la influencia, la persuasión y el alboroto manufacturado. Sin embargo, si tiene que comprar lo cool, es probablemente una señal certera de que, total y desesperadamente, usted no lo es.
Google Glass no liberó a las personas
Entonces ¿Cómo ganarse el ser cool? En su primer fundamento, lo cool se trata acerca de la liberación. El jazz libera a la música del sofocante formalismo de la época clásica. El disco libera a las personas de pasearse alrededor, mirándose incómodamente unos a otros, para bailar hasta que salga el sol. Los grandes libros son cool –y comúnmente prohibidos- porque liberan a las personas de las normas e ideas establecidas.
Google Glass no liberó a las personas. No las hizo más libres. No las ayudó a convertirse en individuos. ¿Por qué las personas le torcían la Mirada (o incluso golpearon) a quienes llevaban puestos los Google Glass? No solo porque se veían ridículos, sino porque prometían ser solo otra forma para robarle a las personas su individualidad. Los amenazaban con otra nueva demanda de aletargante conformidad.
La dolorosa verdad es que no había la suficiente rebelión en los Google Glass. No eran revolucionarios – social, económica, culturalmente revolucionarios –Eran solo más de la misma sofocante, apática y aburrida conformidad. Y nada conformista nunca, pero nunca, es cool.
Déjeme expresarlo de este modo: el estadounidense promedio tiene una verdadera cornucopia de gadgets a su alcance. Sin embargo, es más pobre, menos feliz, más ansioso y menos móvil de lo que era hace apenas 30 años. En corto, la tecnología no ha liberado a las personas. Podría solo estar frustrándolas, en formas significativas, de la vida que deberían estar viviendo.
Por eso amamos las cosas que son cool. Porque nos dan un pequeño sabor de liberación.
(Umair Haque es director de Havas Media Labs. Es autor de Betterness: Economics for Humans y The New Capitalist Manifesto: Building a Disruptively Better Business).
Fuente: Harvard Business Review