Gobiernos cínicos, ciudadanía anómica

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(De los gobiernos cínicos a la ciudadanía anómica)

Por Jesús A. Rodríguez Alonso*

En estos días postelectorales, de lluvias intensas, obras inconclusas, demandas incumplidas y violencia que parece perpetuarse; Ciudad Juárez asemeja una ciudad propia de un realismo mágico garciamarquiano, de terror Lovecraftiano, con un  oscuro indicio  del pesimismo kafkiano y unos toques  orwellianos.

Dentro de un sistema representativo los ciudadanos ceden algunos derechos a un conjunto reducido de personas que les representan en la búsqueda del bien común; este bien común implica  de entrada, un conjunto de dinámicas que posibilitan lograr los acuerdos necesarios para su logro;  uno de sus principales aspectos es cómo compaginar el presupuesto limitado a demandas casi infinitas; este siempre ha sido el pretexto que los diferentes gobiernos esgrimen para justificar sus limitaciones de cobertura (aunque la justificación no está sustentada del todo); continuando con la descripción de lo que es una sociedad política representativa, asimismo en este acuerdo, sin embargo la cesión no es total ni permanente, es decir los ciudadanos siempre mantienen legítimamente la posibilidad de cambiar a sus representantes e incluso de transforma el conjunto del sistema.

Para no entrar una discusión abstracta respecto a los límites de la representatividad y la legitimidad de las autoridades y los procesos de selección; quiero ejemplificar y exponer lo que a mi parecer falla en esta relación y plantear algunas propuestas para mejorar.

Una de las pocas alternativas con las que cuenta la ciudadanía para cambiar a sus autoridades, son las elecciones, es decir,  la ciudadanía juarense tuvo la oportunidad de cambiar o mantener a las autoridades emanadas del Partido Revolucionario Institucional. Uno podría pensar que la destrozada condición de la ciudad, el derroche de recursos públicos, la poca transparencia en el ejercicio de los mismos y la nula llamada a cuentas de los gobernantes, llevaría a la derrota del gobierno en turno, sin embargo el resultado electoral del 7 de julio pasado descartan este supuesto.

Ante este resultado, podemos sugerir varias  hipótesis. Primero que el gobierno corre el riesgo sino es que ya cayó en el, de convertirse en un gobierno cínico, ufanándose en su triunfo, aunque sólo sea soportado en su voto duro, es decir el PRI gana con el 164227 votos es decir el 12.50% de la población juarense  a pesar de las condiciones de la ciudad. En este caso se rompe la idea de que los gobiernos que administran de forma inadecuada los recursos públicos son castigados en las urnas.

Segundo, ¿por qué la ciudadanía no salió a votar? Primeramente, debe aclarar que las razones pueden ser muchas y variadas, sólo me centraré en dos conjeturas: uno que las propuestas de los otros partidos contendientes no satisfizo las expectativas, y que aunado al desencanto de la política y las nulas mejoras en la calidad de vida les llevó a no salir a votar; dos que la sociedad se halla en tal hartazgo social que ha caído en una anomía social y política, llevándole a actos inmediatista individuales que satisfagan aunque sea poco y muy corto plazo sus necesidades; fortaleciendo la idea de “a fin de cuentas no pasa nada; sólo los poderosos ganan, hay que aprovechar lo que se presenta”.

Tal parece que los hecho demuestran que la propuesta política de los otros partidos no fue lo suficientemente atractiva para el electorado; el principal opositor, el Partido Acción Nacional (PAN) fue favorecido con sólo 112281 votos es decir 8.55% de la población. En otro sentido, menciono la anomía política, porque tal parece que la sociedad no encuentra  en los mecanismos y reglas actuales  las suficientes herramientas para mejorar su condición, a tal grado se ha llegado, que se toman alternativas  casi como justicia por cuenta propia, no sólo contra los criminales sino contra trabajadores (el caso de empresario que baleo maquinaria del Plan de Movilidad Urbana), contra ladrones u otros violentadores (recuerde el caso de los vecinos que asesinaron a un violador), incluso podemos especular que varias agresiones a policías o agentes de vialidad puede estar en este tenor; las leyes son quebrantadas cada vez con mayor facilidad y frecuencia;  terroríficamente Ciudad Juárez se ha convertido en un espacio de informalidad y abandono, tanto abandonada por las autoridades como por muchos ciudadanos.

¿Qué hacer ante este surrealismo?  Soy de la idea de que la sociedad debe organizarse, sin embargo decirlo es mucho más fácil que hacerlo, una de la principales limitaciones esta precisamente en la forma de organizarse, es decir se requiere de nueva cuenta una suerte de representación, por más directa que sea la participación; sin embargo pensando en ello, siempre se habla de la “sociedad civil organizada” es decir un conjunto de organizaciones privadas que cuenta con mayor legitimidad que los partidos  y por supuesto que los políticos.

Una de mis propuestas es que judicialicemos la administración pública municipal, es decir, por medio de organismos ya constituidos, vgr. Barra o Colegio de Abogados, o con nuevas Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC), llevar ante los tribunales a las autoridades y funcionarios correspondientes por el uso inadecuado de los recursos, asignación de los mismo de forma inapropiada,  demanda por daños a  la propiedad privada por una obra pública, ya sea realizada por la autoridad o por terceros contratados por ésta; por ejemplo el impacto económico del incumplimiento de los contratos del PMU,  las pérdidas de los empresarios aledaños.  Si el que hace la ley hace la trampa, pues es tiempo de que los ciudadanos las utilicemos en su contra; o empezar a presionar para hacer  mejores leyes.

* Jesús A. Rodríguez Alonso. Doctor en Ciencias Políticas y maestro investigador de la UACJ. Forma parte del equipo de Hilo Directo.

 

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