Por Francisco Javier Pizarro Chávez
La Geopolítica abarca un amplio espectro desde las fronteras territoriales hasta la relevancia que tienen determinados recursos naturales, por ejemplo, el petróleo y el gas, en lo que respecta a las relaciones exteriores de un país neoliberal.
Analiza también los efectos de la geografía humana y la física en torno a la política y las relaciones internacionales. Es un eje fundamental de la política exterior para entender, explicar y sobre todo predecir el comportamiento político internacional a través de variables geográficas, al poder hegemónico neoliberal.
El objetivo principal de la Geopolítica para el neoliberalismo es tener el conocimiento integral un país y guiar la política tanto la nacional como la internacional, para su beneficio, creando la conciencia social histórica como la del “colonialismo” y predecir situaciones futuras mediante la hegemonía del poder de las nacionales neoliberales, para las cuales, la geopolítica es fundamental para las “inversiones financieras” por las buenas, y “la violencia extrema” por la mala.
La Geopolítica nace y se desarrolla entre 1870 y 1945, esto es, en la era de mayor rivalidad de los imperios europeos; las dos Guerras Mundiales (1914-1945); la alteración de Fronteras y Mapa Político posteriores, mediante los grandes desarrollos tecnológicos y el poder hegemónico del sistema neoliberal en un mundo GLOBALIZADO.
Actualmente la Geopolítica hace referencia a todo acontecimiento en todo el mundo abocado en las Relaciones Internacionales de todos los continentes y la articulación de las grandes potencias.
En los años ochenta se formó una Geopolítica elevada. La década de los noventa fueron años de relativa tranquilidad, en tanto que en el período de 2000 al 2018, es un porcentaje de conflictos.
A partir de entonces, la Geopolítica entró en una crisis de la cooperación diplomática de la ONU y la OTAN en Europa y Asia, y a la par, también en América Latina con la confrontación generada por Estados Unidos en contra de Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y demás “países populistas” a tal grado que impide que asistan a la IX Cumbre de las Américas que se realizará el 5 de junio próximo en los Ángeles de California.
Para el presidente Biden los países referidos son “opositores a la democracia y los derechos humanos” y están en contra del “liderazgo estadounidense”, que, entre paréntesis, promueve la “tercera guerra mundial” entre Rusia y Ucrania; Corea del Norte y Corra del Sur; entre Israel y Palestina; Iran a Irak, y otras naciones más.
La geopolítica que está difundiendo a diestra y siniestra el mandatario norteamericano, no le está funcionando. Tiene un bajo nivel de aprobación de los ciudadanos norteamericanos y un grave riesgo de las elecciones próximas con los Republicanos que promueven a Trump y cuestionan el deterioro del sistema económico y financiero.
Tan es así que su presunta “hegemonía del poder financiero” es una falacia. Tan es así que “El rublo se ha revaluado 11% ante el dólar. El 29 de abril el Banco Central ruso disminuyó su principal tasa de interés, de 17 a 14 por ciento” revela el periódico “The economist”, el cual reconoce que “la razón principal de la resiliencia de la economía se debe a los combustibles fósiles ya que Rusia ha exportado por lo menos 65 mil millones de dólares mediante gasoductos y embarcaciones”.
La hegemonía del poder depende no solo del ámbito “militar, política y, bloqueos” que Estados Unidos ha expandido a lo largo de toda su historia y que promueve Biden— sobre todo–, a su mayor potencial económico y financiero, el cual el presidente norteamericano va en declive.
Veremos y diremos en que termina esta grotesca “hegemonía del poder” del sistema neoliberal en crisis.