García Linera: eje policiaco-militar manda en mi país

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El dinero que ha circulado para sobornar a los mandos policiales y militares, para financiar un conjunto de protestas al estilo de las clases medias tradicionales que se hacían en Chile contra Allende en los años 70, no ha salido de los empresarios locales, ha venido del exterior, dice el ex vicepresidente de Bolivia en el exilio

Por Luis Hernández Navarro

A un tiempo intelectual y político, Álvaro García Linera reflexiona sobre la naturaleza del golpe de Estado que lo obligó a renunciar a la vicepresidencia de Bolivia y acerca del futuro inmediato de su país.

En entrevista exclusiva con La Jornada, señala que se viven horas decisivas en su país. Todo puede suceder: o debilitamiento por temor o quiebre de tolerancias morales de los afectados que desate una ola generalizada de demanda de desagravio, reconocimiento y justicia.

A continuación, una selección de parte de la charla.

–Usted y el presidente Evo Morales presentaron su renuncia al cargo. Sin embargo, ésta no ha sido leída en la Asamblea Legislativa. ¿Significa esto que ustedes conservan su mandato?

–En tanto la renuncia no sea leída por ambas cámaras juntas, llamada Asamblea, la renuncia no ha sido aceptada. Por eso hablamos de una presidenta impostora, una usurpadora –en términos coloquiales bolivianos–, una presidenta trucha, que se sostiene por una coalición entre los mandos policiales, los mandos militares, la OEA y las fuerzas políticas más conservadoras. Literalmente, han pisoteado la Constitución, la han violentado y escupido. Están manteniendo este gobierno de facto con base en la fuerza.

–¿Por qué caracterizar lo que sucedió como golpe del Estado?

–Desconocieron las normas para la sucesión. De acuerdo con la Constitución, primero está el presidente, luego le sigue el vicepresidente. Si él renuncia, está el presidente del Senado, y a continuación el de la Cámara de Diputados. No existe otro procedimiento para la sucesión constitucional. Ellos no han acatado nada de ello. No se ha aceptado la renuncia del presidente en la Asamblea, tampoco la del ­vicepresidente.

“Hay una nueva presidenta del Senado, que debería ser, ante nuestra ausencia, la presidenta del Estado. No están cumpliendo ese precepto constitucional. Se están amparando en la pura violencia física y en la complicidad de sectores políticos que le dan cuerpo a este golpe.

La policía desconoció el mando constitucional. Se amotinó contra el mando civil desde el viernes anterior. El mando militar también desconoció al civil. Finalmente, este mando policial y el civil se han dedicado a asesinar. Están asesinando a campesinos, a pobladores de mi país. Esta sumatoria de violaciones a la Constitución y uso de la fuerza física, sin ningún respaldo legal, habla de los componentes clásicos de un golpe de Estado.

–Un golpe de Estado sólo puede realizarse con alguien que comande las operaciones y construya una coalición política. ¿Quién es ese mando en este caso?

–Está claro que, muy por encima del mando nacional, hay una fuerza que está conduciendo todo. No habría otra manera de explicar los riesgos que están corriendo los actuales mandos policiales, militares y políticos con su aventura golpista.

“Hubo matanza. Ningún mando policial ni militar actúa así, dispuesto a correr el riesgo de ser enjuiciado por genocidio en los siguientes años, si no tuviera respaldo de una fuerza superior.

“Segundo, por la acción de la OEA de sumarse al golpe e intentar legitimarlo. La OEA no actúa sola, como una voluntad de países soberanos. Actúa como mandato de un país extranjero. Estados Unidos es el que paga los viajes.

“En tercer lugar, por la presión para que no pasara por algunos países o no saliera el avión que recogió a Evo el domingo, de Cochabamba del Trópico. No fue el gobierno nacional o un partido político nacional el que presionó a Perú o a Ecuador para que eso sucediera. Está claro que tuvieron que haber sido fuerzas mucho más poderosas.

–¿Un golpe que tiene las huellas dactilares de Washington?

–Definitivamente. No hay otra manera de explicar todo lo que ha sucedido más que en términos de influencias externas, de presiones externas.

“El dinero que ha circulado para sobornar a los mandos policiales y militares, para financiar un conjunto de protestas al estilo de las clases medias tradicionales que se hacían en Chile contra Allende en los años 70, no ha salido de los empresarios locales, ha venido del exterior.

Hay suficientes indicios y elementos que permiten deducir de manera clara y contundente la presencia de este país, que, lamentablemente hoy prefiere enterrar la democracia, asesinar indios e imponer su dictado conservador.

–¿Hay una matriz religiosa detrás del conflicto? ¿Se puede hablar de una acción en favor del golpe de las iglesias evangélicas? ¿Hay iglesias protestantes que tienen actitudes progresistas?

–Buena parte del movimiento de clase media tradicional conservador de Santa Cruz no es de sectores evangélicos, sino católicos. En varias ciudades están surgiendo movimientos católicos muy conservadores. No es casual que esto haya llevado a que el líder conservador en Santa Cruz haya hecho sus movilizaciones siempre hablando de la Biblia, tratando a sus seguidores como feligreses y combinando una especie de misa con acto de protesta. Las personas que estaban alrededor de él, y que se sentían reconocidas en él, más que evangélicas eran católicas. En el caso de Bolivia estamos ante una oleada de un catolicismo conservador más que de evangelismo conservador.

Hay iglesias evangélicas muy conservadoras que le dan a muchas personas un sentido de refugio y de comunidad; pero también dentro de las iglesias evangélicas hay sectores progresistas, que mantienen la preocupación por la justicia, la igualdad y el reconocimiento. Es el caso de la Iglesia metodista en Bolivia. Es una de las iglesias más progresistas que hay, incluso más que la católica. Fueron los primeros en incorporar y fusionar su ritualidad a la simbología indígena.

–¿Está consolidado el golpe? ¿La resistencia popular al golpe está articulada?

–Lo que va a pasar en Bolivia es difícil decir ahora. Es, como dicen en la televisión, una noticia en proceso. En lo formal, tienes un gobierno dividido. El Ejecutivo con los golpistas. El Legislativo, tanto Cámara de Diputados como de senadores, con nosotros; tenemos dos tercios en ambas cámaras. Ninguna ley de convocatoria de elecciones, ninguna ley de nombramiento al nuevo tribunal puede hacerse sin la Asamblea, a no ser que rompan cualquier bipartidismo democrático y se gobierne por decreto, deshaciéndose de la Asamblea.

“Policía y fuerzas armadas están del lado del gobierno trucho. Están haciendo el trabajo para sostener los alfileres de esta presidenta, porque ella misma no es nadie, pertenece a un partido que no obtuvo ni 5 por ciento de la votación. En términos políticos es una aventurera. Quienes están conduciendo, tomando las decisiones, son estructuras policiales y militares.

“Por el lado popular, tienes estas gigantescas movilizaciones, que, en el caso del Altiplano, de El Alto, no son espontáneas. Están siendo promovidas por estructuras locales que se han autoconvocado. Hay microconducciones locales, territoriales. Van creando una línea de acción con base en la sumatoria, más o menos caótica, más o menos organizada, de liderazgos y de autoconvocatorias locales que se vuelven una gran convocatoria general.

“En el caso de las movilizaciones de los campesinos de Cochabamba y del Trópico hay una estructura más organizada. Pero, las organizaciones para salir a marchar una y otra vez sobre Cochabamba están también siendo tomadas por formas de autoconvocatorias local, surgidas de un agravio, que emerge y estalla.

“El gobierno trucho está matando sin ningún reparo. Estas horas son decisivas. Todo puede suceder: o debilitamiento por temor o quiebre de tolerancias morales de los afectados que desate una ola generalizada de demanda de desagravio, de reconocimiento, de justicia.

Las dos salidas son probables. En medio está una negociación que se quiere iniciar con Naciones Unidas, embajadores, gobierno y nosotros, en la búsqueda de pacificación. Todos los sectores tienen un tipo de fuerza, de temores, de cohesiones, de divisiones. La correlación de fuerzas se mueve con fluidez. No me atrevo a decirte qué sucederá. Pero, quiero, otra vez, mostrar mi admiración por la valentía de esas mujeres, jóvenes, de esos hombres que marchan con pecho descubierto, con petardo, con un palo, para enfrentar fusiles de asalto, Kaláshnikov, tanques que están al frente, helicópteros y francotiradores.

–¿Lo que sucede es responsabilidad de Evo Morales y de Álvaro García Linera?

–Nosotros no hemos ordenando disparar a la gente. Hemos preferido renunciar, antes de ver muertos. No aceptamos sacar a las fuerzas armadas a las calles. Cuando las fuerzas armadas nos dicen: renuncien, sabíamos que eso significaba que iba a haber muertos. Por eso nos fuimos. Esos mandos policiales y militares van a ser enjuiciados. Han matado y las responsabilidades de estas muertes van a recaer hoy, en una semana, en un mes, en un año o en 25 años, en alguien. No van a poder escapar de la justicia.

Carlos Mesa, Luis Fernando Camacho y el mando policial y militar actual están bañados de sangre. Esa sangre nunca podrá ser borrada. Están dispuestos a matar para mantener el capricho de su voluntad. La historia recordará a Carlos Mesa no como un mediocre o un tibio liberal, sino un consumado golpista.

Fuente: La Jornada

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