Por Francisco Ortiz Pinchetti
Más grave que el uso indebido de un helicóptero de la Fuerza Aérea Mexicana para un fin personal por parte de Emilio Gamboa Patrón, es la impunidad de que ha gozado a lo largo de más de tres décadas este espécimen paradigmático de la naturaleza priista. El abuso le es natural. Nada lo afecta, nada lo congoja.
El coordinador de los senadores del PRI utilizó en efecto una nave oficial para trasladarse a Ixtapan de la Sal, en el Estado de México, para jugar golf con el Presidente Enrique Peña Nieto. Lo hizo con todo descaro, además. Abordó el helicóptero a pleno día en el Campo Marte de la capital, sin importarle interrumpir por veinte minutos un entrenamiento del equipo femenil mexicano de tiro con arco y al alcance de varios fotógrafos de prensa que captaron el momento en que abordaba la aeronave, a la que enseguida fue subido un estuche de palos de golf.
No lo negó, por supuesto. Aceptó haber viajado para encontrarse con el Presidente, con quien en efecto –como es frecuente entre ellos– jugó golf. Y se justificó con el argumento de que el mandatario lo llamó para hacer una reflexión [sic]a raíz de la renuncia del Procurador General de la República, Raúl Cervantes.
El Estado Mayor Presidencial dispuso su traslado de un helicóptero militar y punto. Sólo le faltó decir “y háganle como quieran”. En efecto, han pasado los días sin que se informe oficialmente sobre el hecho y sus razones.
Gamboa Patrón es un hombre poderoso, sin duda. Licenciado en Relaciones Industriales por la Universidad Iberoamericana, priista desde los 22 años de edad, ha tejido a lo largo de casi 40 años una extensa red de relaciones políticas al amparo de sus cargos en el partido y en sucesivas administraciones públicas, y luego en el poder legislativo.
Un ex priista y actual dirigente opositor me resumió así la esencia de su poder: los conoce a todos y les sabe todo a todos…
Discípulo y protegido de Genaro Borrego Estrada, otro priista ejemplar, Gamboa Patrón fue secretario particular de Ricardo García Sainz cuando ocupó la Secretaría de Programación y Presupuesto, y de ahí se colocó como particular del entonces Presidente Miguel de la Madrid Hurtado. Ahí, en Los Pinos, arrancó su carrera.
Fue luego sucesivamente director general del INFONAVIT, el IMSS, Fonatur y de la Lotería Nacional; secretario de Comunicaciones y Transportes en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari y subsecretario de Comunicación Social de la Secretaría de Gobernación. En este último cargo jugó un papel clave como controlador, corruptor y represor de medios y comunicadores. Amedrentó y castigó a los informadores incómodos con represalias como la negativa de publicidad oficial, a la vez que favoreció generosamente a los medios afines al régimen priista, particularmente los electrónicos.
En el año 2000 fue coordinador de la campaña presidencial de Francisco Labastida Ochoa. El PRI perdió la Presidencia de la República, derrotado por el panista Vicente Fox Quesada; pero Gamboa Patrón no se quedó sin chamba, claro: se hizo de una senaduría de representación proporcional y se convirtió en coordinador de la bancada del PRI en la Cámara Alta. En 2006, brincó a ser diputado plurinominal y también coordinador de la fracción de su partido en San Lázaro.
Quienes lo conocen bien lo describen como un nombre discreto y silencioso, afable, siempre bien vestido y educado, que opera sutilmente en las sombras del poder a través de complicidades y favores personales. No hace ostentación de su riqueza y procura mantenerse lejos de la estridencia. Cuando es objeto de señalamientos adversos y denuncias reacciona con el más absoluto cinismo, como ocurrió tras el episodio del helicóptero.
No es la primera vez que Gamboa Patrón se ve inmiscuido en escándalos de similar catadura. En septiembre de 2006, por ejemplo, recién asumido como pastor de los priistas en la Cámara de Diputados, fue evidenciado al darse a conocer en varios medios una conversación telefónica entre él y el empresario Kamel Nacif Borge, cercano a Jean Succar Kuri (encarcelado por pederasta en Quintana Roo), con quien acordó echar para atrás una Ley sobre juegos que se cocinaba en el Congreso. El entonces diputado federal aceptó conocer al industrial textil, pero negó cínicamente haber sostenido esa plática con él. Nada pasó.
Y hace justamente un año, a principios de octubre de 2016, diversos medios publicaron que el senador había participado en un aterrizaje de helicóptero y embarque en yate, absolutamente prohibidos, en el Parque Nacional protegido de Arrecife Alacranes, en Yucatán.
Ante el escándalo, la Profepa impuso multas por un millón 277 mil 104 pesos a los propietarios del helicóptero y del yate y al piloto de la aeronave. El Senador intocable quedó exonerado. Explicó que abordó la aeronave y la embarcación por invitación del empresario Emilio Díaz Castellanos, su amigo. Y con todo cinismo reconoció que “fue un error”.
Gamboa Patrón se convirtió, junto con Manlio Fabio Beltrones, en político clave del sistema, justo en los momentos en que el PRI regresaba a Los Pinos. De su poder es evidencia la impunidad de que ha gozado hasta ahora su protegido, el ex mandatario de Chihuahua, César Duarte Jáquez– a quién él hizo Gobernador–, acusado de saquear las arcas de esa entidad norteña. Y tuvo la habilidad de camuflajearse como promotor del “nuevo PRI y de colarse sin ser de la mafia mexiquense al círculo más cercano del Presidente Peña Nieto, de quien ahora es confidente, asesor y principal operador político.
No es casual que haya sido él quien destapó hace unas semanas a los cuatro precandidatos del PRI a la Presidencia para el año 2018, cuando reveló –con el posterior aval presidencial– que sólo son cuatro: Miguel Ángel Osorio Chong, José Antonio Meade Kuribreña , Aurelio Nuño Mayer y José Ramón Narro Robles. Y seguramente tendrá también un peso determinante en la designación final. Válgame.
@fopinchetti