El peligro viene del exterior. Tras años de alertas internas y problemas estructurales, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha señalado la nueva amenaza que se cierne sobre México: el llamado “choque externo”. Un eufemismo para referirse al próximo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su cruzada proteccionista. “Tenemos confianza en que los poderosos fundamentos de la economía mexicana la permitan resistir, pero instamos a vigilar los choques potenciales”, indica el FMI.
En su revisión anual, el Fondo se muestra complacido por el desarrollo de la economía mexicana: “México ha navegado exitosamente por un complejo entorno internacional, caracterizado por la alta volatilidad de los mercados financieros. La economía sigue creciendo a un ritmo moderado y la inflación está cerca de su objetivo. La flexibilidad de la tasa de cambio está jugando un papel central en la absorción de los choques externos. Las políticas macroeconómicas siguen centradas en mantener fundamentos sólidos”.
Pero estas premisas tranquilizadoras no ocultan las primeras señales del sismo. En un cálculo en el que coinciden casi todos los analistas, el FMI pone en el congelador las previsiones de crecimiento del PIB y las sitúa en el 2,1% para este año, muy lejos del 2,8% pronosticado hace 12 meses. Entre los factores de la caída, figura la debilidad de la actividad industrial estadounidense, un sector del que dependen las exportaciones manufactureras mexicanas.
El repunte de la inflación, el gran temor al sur del Río Bravo, no parece preocupar a las autoridades estadounidenses. Pese al vendaval cambiario que ha llevado a la moneda a depreciarse un 20% en un año y a aumentar los tipos de interés cinco veces (del 3% al 4,75%), el Fondo sigue considerando que el indicador quedará bien anclado en torno al 3%.
El análisis, muy conservador, evita azuzar los fantasmas que acechan a México. La ruptura de Tratado de Libre Comercio, el recorte de las remesas o la ruptura de la balanza comercial preconizada por Trump no figuran en ningún sitio. Por el contrario en su informe sólo lanza parabienes a una economía que hasta ahora avanzaba con más tranquilidad que sus hermanas latinoamericanas y deja caer una advertencia suave, pero destacada, de que el enemigo está en el exterior.
Fuente: El País