Por Jenaro Villamil
Un político tabasqueño, que no es Andrés Manuel López Obrador, le endilgó al expresidente Felipe Calderón un par de crueles verdades en la reunión del Consejo Nacional panista. Juan José Rodríguez Pratts, exmilitante del PRI y panista contemporáneo le reclamó al michoacano:
“¡Ya basta de que sigas abusando, que sigas atropellándonos y que ahora nos quieras imponer a tu mujer!”, en clara referencia a Margarita Zavala, aspirante presidencial del PAN.
Según la nota del reportero Álvaro Delgado, en ese cónclave sabatino, Rodríguez Pratts le recordó a Calderón que durante su sexenio impuso a Germán Martínez y a César Nava como líderes del blanquiazul, intentó imponer al actual senador Roberto Gil Zuarth y se enfrentó con Gustavo Madero, a quien paradójicamente apoyó para darle un “golpe interno” a Santiago Creel cuando éste era coordinador de los senadores del PAN en la primera mitad de su mandato.
De retórica incendiaria y tropical, Rodríguez Prats le reprochó a Margarita Zavala que “si quieres llegar a la candidatura a la Presidencia, el menos indicado como promotor es Felipe Calderón. ¡Te está haciendo daño!”.
Otra versión del reclamo de Rodríguez Prats a Calderón es más extensa. Según la columna de Salvador García Soto, el tabasqueño le reclamó así:
“Te voy a pegar Felipe, te voy a pegar, porque el periodo más gris fue cuando tú entraste a la Presidencia de la República. Ahí se acabaron los debates, nos impusiste a Germán (Martínez), nos impusiste a César Nava; nos quisiste imponer a Roberto Gil, nos quisiste imponer a Ernesto Cordero, hiciste declinar en la forma más cruel y más ruin a los otros candidatos… entonces recuerdo tu lema cuando aspiraste a la presidencia del partido: ‘ganar el gobierno sin perder el partido’ y resulta que cuando entraste al gobierno se perdió el partido.
Los seguidores de Zavala le reclamaron a Rodríguez Prats, pero quien le respondió fue el propio Felipe Calderón: “no me ayuden porque sí he pensado en irme del PAN”. Por supuesto, no se escucharon gritos ni coros diciéndole a Calderón “¡No estás solo! ¡No estás solo!”. Tampoco tocaron el corrido El Hijo Desobediente ni hubo militantes que salieran a apoyarlo.
“Este es el primer acto en el que se hace sentir a Felipe que no es dueño del PAN. Esto es para mí lo más trascendente que pasó”, afirmó Rodríguez Prats en declaraciones a la prensa, después de que se conocieron estas versiones.
No es la primera vez que alguien le reprocha a Calderón su estilo personal de mandar y su autoritarismo. Durante la presidencia calderonista, el propio Manuel Espino se le enfrentó. Le reprochó haber realizado una alianza con el grupo priista dirigido por Manlio Fabio Beltrones y hasta ensayó la posibilidad de fundar un nuevo partido.
Todos los foxistas, de cuyo gabinete Calderón formó parte, se alejaron del exmandatario, con la excepción de Josefina Vázquez Mota, quien terminó siendo rehén de las arbitrariedades, del juego sucio y de las componendas del propio calderonismo durante la campaña presidencial del 2012.
Gustavo Madero, quien le debió a Calderón su ascenso a la dirigencia del PAN, se le enfrentó en 2010 y en el inicio del sexenio de Enrique Peña Nieto se afianzó al frente del partido con la firma del Pacto por México. Esto provocó el enfrentamiento con el grupo calderonista en el Senado, entonces liderado por Ernesto Cordero.
A Madero su pupilo Ricardo Anaya le aplicó una sopa de su propio chocolate. El “chico maravilla” de Querétaro se le rebeló al chihuahuense y centralizó el poder muy en el estilo calderonista con tres objetivos centrales: lanzar su propia candidatura presidencial frente al intento reeleccionista simulado de la pareja Calderón-Zavala; concentrar la interlocución con el gobierno de Peña Nieto; y ser juez y árbitro frente a otros aspirantes presidenciales con muchos recursos y alianzas mediáticas, como el mandatario de Puebla, Rafael Moreno Valle, quien aspira a dejar otra dinastía en su entidad.
El problema para el PAN ya no es sólo Calderón y su esposa candidata. El problema de fondo es que los panistas siguen tan fragmentados y divididos como en 2010, cuando el exmandatario prácticamente le declaró la guerra interna a su propio partido.
El resultado es evidente: el PAN perdió el poder ante el PRI, y Calderón le cedió la banda presidencial a Enrique Peña Nieto y al grupo de gobernadores que ahora él critica como “corruptos”, pero contra quienes no quiso o no pudo hacer nada. El PAN no ha capitalizado el descontento social contra el peñismo porque formó parte de este esquema de colaboración y cooptación que fue el Pacto por México.
Para colmo del propio Calderón: su principal adversario en el 2006, Andrés Manuel López Obrador, vuelve a ser el aspirante con mayor aceptación en las encuestas hacia las elecciones presidenciales del 2018 y su partido se debate entre el peligro de una reedición de la “pareja presidencial” foxista o el desastre de una candidata independiente que cargará siempre con el estigma de ser socia de un sexenio que ensangrentó al país.
Con o sin Calderón, el PAN perdió el poder, perdió el rumbo y está en riesgo de perder la cohesión.
Fuente: Homozapping