Por Ernesto Villanueva
El expresidente Felipe Calderón ha informado que donará su pensión a una organización de la sociedad civil. Este anuncio se inscribe en el contexto generado por la aguerrida y joven diputada Verónica Delgadillo, quien ha insistido en que se legisle al respecto con base en nuestra obra Parásitos del poder. Cuánto cuestan los privilegios de los expresidentes. (Ediciones Proceso, 2016). A primera vista el lector podría creer que Calderón decidió actuar como un demócrata. Si se observa más nítidamente esa decisión, se concluye que no es así. Se trata, en realidad, de una simulación de quien robó la paz a los mexicanos para apoyar a su esposa, Margarita Zavala, con el fin de que obtenga la candidatura presidencial del PAN y ambos vuelvan a gobernar. Hay elementos que sustentan estas afirmaciones. Veamos.
Primero. En una acción pro domo sua (en provecho propio) Calderón decidió reformar –el último día de su mandato– el Reglamento del Estado Mayor Presidencial, de manera alevosa. No conforme con las grandes cantidades que pagamos usted y yo para mantener a los expresidentes, Calderón decidió incluir la siguiente reforma: “Artículo 11.– El Jefe del Estado Mayor Presidencial tendrá las atribuciones no delegables siguientes: IX. Autorizar, de acuerdo a los análisis de riesgo correspondientes, la ampliación de los servicios para garantizar la seguridad de los expresidentes de la República y de su familia, en cada caso en particular”. No le eran suficientes los 70 militares de escolta que se otorgaban de facto a los expresidentes hasta 2012. ¿Y cuál es el tope de esa “ampliación”? La propia imaginación del exmandatario. Al mismo tiempo hizo que el concepto de “familia” dejara de ser la nuclear (cónyuge e hijos) para ser la extendida (padres, hermanos, etcétera).
Segundo. Lo que no dice Calderón es que el monto de la supuesta donación equivale a aproximadamente 5% de los recursos del erario gastados en este impresentable personaje. Calderón, de hecho, es quien más les cuesta a los mexicanos por eliminar el límite tradicional de 70 escoltas, que ya eran muchísimos.
Tercero. ¿Por qué Calderón no regresa todas las plazas federales asignadas a su oficina, que ya envidiarían el exprimer ministro alemán, el expresidente de Estados Unidos o el expremier de Australia, todas economías mucho más fuertes que la mexicana?
Cuarto. ¿Por qué no renuncia al ilimitado número de escoltas para quedarse sólo con aquellos previstos en las mejores prácticas internacionales en materia de protección de personas?
Quinto. ¿Por qué no renuncia a los vehículos otorgados con cargo al erario para la movilidad de él y de los integrantes de su familia ampliada, algo que no tiene comparación con las ayudas otorgadas en los países del primer mundo que son muy acotadas por dignidad, por no abusar de sus ciudadanos y porque no las requieren?
Sexto. ¿Por qué no renuncia a los viáticos que el pueblo gasta en un faraónico grupo de escoltas que no tiene ningún expresidente del mundo –así como lo oye, ninguno–, incluida la primera potencia del mundo, Estados Unidos?
Octavo. ¿Por qué no renuncia a los seguros médicos de gastos mayores de él y de su familia, cuyas primas y deducibles o coaseguros también absorbe la sociedad, además de poder acceder al Hospital Militar él y su familia por cualquier enfermedad, gracias a la reforma reglamentaria que hizo para su beneficio personal y el de su familia justo el último día de su mandato, a oscuras, aprovechando o queriendo aprovechar que la opinión pública estaba ocupada con el cambio de la estafeta presidencial? Si lo hizo de esa forma fue porque sabe que lo hecho fue una estocada más a la economía de los mexicanos.
Noveno. ¿Por qué no renuncia al uso de aviones, helicópteros y demás vehículos que le proporciona el Estado Mayor Presidencial, lo que tampoco sucede en los países del primer mundo? Vamos, el exprimer ministro de Australia tiene derecho a sólo dos boletos anuales en clase de negocios con cargo al erario.
Décimo. ¿Por qué miente a la sociedad y ofende la inteligencia de los mexicanos al darles gato por liebre? ¿En verdad creyó que esa acción simulada iba a pasar inadvertida por la opinión pública? O tiene problemas cognitivos o considera que los mexicanos no tenemos dos dedos de frente. ¿Usted votaría por la dupla Calderón-Zavala, que sólo privilegia su propio interés? Con un Calderón, México ha tenido suficiente. Tan malo fue el gobierno de Calderón-Zavala que perdió las elecciones presidenciales de 2012. Y ahora quieren recetarle a México lo que saben hacer muy bien: simular, fomentar la opacidad, propiciar la corrupción, coadyuvar a la impunidad y, lo peor de todo, reconstruir su sistema policial para garantizar la intranquilidad de los mexicanos. Esa y no otra es su oferta electoral. Es de esperar que en el PAN haya la cordura necesaria para evitar que el dúo Calderón-Zavala pueda alzarse con la candidatura presidencial de ese partido.
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Fuente: Proceso