Felipe Calderón, el Houdini de Harvard

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Por Marcela Turati/ Proceso

Hace dos semanas la autora de este reportaje estuvo en Massachusetts, donde recibió el Premio Louis M. Lyons 2013 que le concedió en diciembre pasado la Fundación Nieman de Periodismo de la Universidad de Harvard,  por su cobertura de la violencia asociada a la guerra contra el narcotráfico. Durante su estancia ahí intentó localizar, sin éxito, al expresidente Felipe Calderón. Lo curioso es que en esa universidad, donde la comunidad se encuentra dividida por la presencia del exmandatario, éste se comporta como un escapista: quienes lo buscan nunca lo encuentran, mientras que estudiantes y reporteros despreocupados afirman que lo han visto, esquivo siempre a las entrevistas.  

Cambridge, Mass.— Hay quienes aseguran haber visto al expresidente Felipe Calderón cuando desayunaba en la cafetería de la Kennedy School en la Universidad de Harvard, sentado entre los estudiantes, como uno más. Otros se lo toparon en una fiesta de egresados en uno de esos edificios que parecen castillos en esta antigua casa de estudios,  caminando en una plaza o hasta en la fila de un banco.

Lo paradójico es que quienes lo buscan no lo encuentran.

Felipe Calderón es como un escapista en Harvard: aparece cuando menos lo esperan y desaparece cuando lo buscan. No responde los correos electrónicos de solicitudes de entrevista ni a los recados enviados a través de sus conocidos o de su contactman, la persona que la institución le asignó como su filtro; su puerta de hierro.

Y, a pesar de que esta escuela lo albergará por un año y le pagará por reflexionar sobre lo que fue su criticada administración, su nombre no está escrito afuera de ninguna oficina.

La última vez que se le vio fue a través de su cuenta de Twitter, en una fotografía de la conferencia Davos Debrief en la que participó el viernes 1, en el Allison Dining Room, y que él mismo presumió a sus seguidores.

Calderón apareció de sorpresa en ese momento, ya que su nombre no  estaba anunciado en el panel. Sólo se publicitaron los de los cuatro maestros de la Business School: Koehn, Robinson, Lerner y Hellueg, y el del moderador.

Una mañana de la semana antepasada en el Forum, el punto de encuentro donde los estudiantes de política y negocios de la Kennedy realizan sus debates con personalidades y toman su lunch del medio día, un estudiante que trabaja para la Kennedy School Review contó a la reportera una anécdota.

El 30 de enero, a mediodía, mientras paseaba por la escuela encontró al expresidente durante el almuerzo con una persona que parecía un asistente. Lo curioso es que aun cuando más de 37 mil personas han solicitado que Harvard lo desinvite en castigo por la guerra contra el narcotráfico que desató y dejó miles de muertes, los estudiantes que lo rodeaban ignoraban que ese hombre trajeado, de lentes y bajo de estatura era el expresidente de México.

Su rostro les es desconocido, a pesar de que en una de las paredes centrales de la universidad se exhibe su fotografía amplificada junto a las de otros líderes del mundo –entre ellas la pacifista birmana Ang San Suu Kyi y la exsecretaria de Estado Condoleezza Rice–. Mucho menos saben de la controversia en torno a su estancia en Harvard.

“Cuando Calderón salió le dije que tenía mucho gusto en conocerlo; que sería un placer hacerle una entrevista –explica un reportero– y él me dio su tarjeta con su nombre, su dirección en la universidad y dos correos electrónicos. En el primero no contesta; el otro, el oficial de Harvard, no funciona, los correos se rebotan”.

Este joven piensa que el expresidente quizás no se esconde, sino que aún no le activan su correo electrónico. Lo cierto es que su tarjeta de presentación –“Felipe Calderón Hinojosa. Presidente de México 2006-2012”– tiene el membrete de Harvard.

El reportero pidió no publicar su nombre para no perder la posibilidad de entrevistarlo.

Nadie sabe

Desde el 28 de enero, fecha formal del ingreso del exmandatario a la institución, varios corresponsales mexicanos se han paseado sin suerte por los laberínticos pasillos que conectan tres edificios que rodean un jardín central, deshabitado en esta temporada de nieve.

Calderón es como un fantasma. No aparece en las fotografías exhibidas en el área destinada a los fellowships, donde la escuela presume a los “estudiantes invitados”.

Quien sí está es George Papandreou, el exprimer ministro griego depuesto a raíz del desastre económico en su país a quien Harvard lanzó un salvavidas. Fue un escándalo cuando se supo que, como profesor, ganaba 46 mil dólares al mes por impartir clases sobre cómo superar la crisis del euro.

“Este de la fotografía era el primer ministro de Grecia. Su oficina era ésta. La de Felipe Calderón no sabemos, él no está en una beca como esa y su ubicación y lo que va a hacer es uno de los secretos mejor guardados en esta escuela”, explica un maestro que pidió no ser identificado.

Lo cierto es que pocas personas saben qué hará Calderón en Harvard. Con su estancia, él inaugurará un programa antes inexistente: el Angelopoulos Global Public Leaders Fellow. Según un comunicado de la institución, esa beca le permite participar en la vida académica e intelectual de la escuela, reunirse con estudiantes, colaborar con investigadores, así como leer, escribir y trabajar en el desarrollo del caso mexicano para analizar los retos que enfrentó como presidente y las políticas que desarrolló.

La beca es coordinada por el Mossavar-Rahmani Center for Business and Government, codirigido por Larry Summers, exsecretario del Tesoro de Bill Clinton y expresidente de Harvard, cargo del que fue abruptamente cesado tras una ola de protestas en su contra.

El programa que cobija a Calderón fue lanzado por Clinton y financiado por una política griega que colabora  con él: Gianna Angelopoulos.

El empleado Andrew Otazo, del Mossavar-Rahmani Center, es el asistente que la Kennedy designó al mexicano.

La reportera pidió una entrevista con el director de la escuela, David Ellwood, quien sólo contestó preguntas por correo electrónico. No respondió al cuestionamiento de cuánto dinero recibirá mensualmente el nuevo becado. Tampoco lo hizo el director de la beca Angelopoulos.

(Fragmento del reportaje que se publica en Proceso 1894, ya en circulación)

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