Exigen en Texas usar armas en público

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Un grupo radical de Texas denominado Open Carry ha desplegado una polémica campaña para expandir los derechos de quienes portan armas largas. Con sus rifles colgados en la espalda, sus miembros han entrado a restaurantes, tiendas comerciales y eventos al aire libre.

Por Antonieta Cádiz

Houston— Recientes demostraciones de grupos proarmas en Texas han dejado al descubierto importantes divisiones en una de las organizaciones más poderosas de Estados Unidos: la Asociación Nacional del Rifle (NRA).

Con uno de los brazos de cabildeo más fuertes en el país, la organización rara vez muestra sus fisuras, sobre todo cuando se trata de defender la segunda enmienda.

Así han logrado importantes hitos, como el fracaso de la legislación que restringía armas de asalto, municiones múltiples y fortalecía la revisión de antecedentes, luego de la tragedia de Sandy Hook.

Pero en Texas el grupo Open Carry ha desafiado ese statu quo. La organización ha desplegado una polémica campaña para expandir los derechos de quienes portan armas largas.

Con sus rifles colgados en la espalda, sus miembros han entrado a restaurantes, tiendas comerciales y eventos al aire libre. Diversas fotografías han circulado por semanas en urbes como Dallas y San Antonio.

Para ellos el derecho de portar armas largas en público va más allá que un simple conflicto político. Los adherentes de este grupo ven el debate “como una guerra por sus derechos”, donde uno de sus objetivos es remover lo que consideran un estigma asociado a las armas de asalto.

Con asociaciones en más de 40 condados en Texas y sus principales ciudades, no han pasado inadvertidos. La ley en Texas los ampara, ya que el estado permite que se porten rifles en lugares públicos, pero otra cara de la moneda son los establecimientos privados, un paso que han tomado sin miedo.

Luego de un evento local, una declaración de la NRA señaló que este tipo de acciones “no sólo es rara, sino francamente extraña”. También aseguró que “incluso puede ser aterrador para quienes no están familiarizados con la práctica de exhibir las armas como una manera de movilizar su causa”.

La organización teme que demostraciones de este tipo aumenten la oposición de la opinión pública frente al cabildeo proarmas, que en la actualidad está batallando contra un nuevo proyecto de ley presentado en el Congreso que pretende prohibir a los pacientes con enfermedades mentales -que han sido internados contra su voluntad- puedan comprar armas si una corte los ha calificado como peligrosos.

Además, aspira a mejorar el Sistema Nacional Instantáneo para Chequeo de Antecedentes Criminales.

La iniciativa resonó luego de la tragedia de Santa Barbara, California, ocurrida la última semana de mayo, donde Elliot Rodger de 22 años mató a siete personas incluido él.

Open Carry repudió la respuesta de NRA, y su líder C. J. Grisham amenazó con romper su afiliación con la organización. Aseguró a este periódico que la NRA realizó un comentario “irresponsable y desafortunado”. “No dejaremos que la NRA dicte nuestra lucha. No tienen los derechos exclusivos frente a la defensa de la segunda enmienda”.

Luego de la polémica, Chris Cox, representante del Instituto de Acción Legislativa de la NRA comentó en una entrevista que lamentaba la declaración: “nuestro trabajo no es criticar el comportamiento legal de los dueños de armas en Estados Unidos”, aseguró.

Según Open Carry, cada vez que han ingresado a algún lugar piden permiso antes de entrar a los establecimientos, una oportunidad para que los negocios los apoyen, con un “sí” implícito. Pero sus opositores insisten en que no ha sido así.

Grupos con armas al hombro han visitado negocios como Jack in the Box, Chipotle y Sonic, entre otras.

La organización Moms Demand Action for Gun Sense in America, puso freno a la campaña a través de una petición que llevó a las cadenas mencionadas, además de Starbucks y Chili’s. Con ella logró que las empresas pidieran a sus clientes que “dejen sus armas en casa”.

El caso de Chipotle fue uno de los que causó mayor polémica y motivó a que la compañía emitiera una declaración oficial diciendo: “la exhibición de armas, en nuestros restaurantes, ha creado un ambiente que es potencialmente intimidante e incómodo para nuestros clientes”.

“Los negocios estadounidenses no deberían esperar a que extremistas sobre el derecho a portar armas realicen demostraciones en sus establecimientos, para tomar una posición al respecto. Es momento de defender la seguridad de empleados y clientes”, aseguró Shannon Watts, fundadora de Moms Demand Action for Gun Sense in America.

Ahora Open Carry Texas en conjunto con Come and Take It Texas, Texas Carry y Gun Rights Across America, acordaron nuevas directrices para sus manifestaciones públicas, donde se especificó que deben pedir permiso para entrar a negocios privados.

Esta semana Open Carry Texas pidió a varios de sus miembros que ingresen a la convención republicana en el estado para presionar a los legisladores locales a que adopten una política que permita portar armas a la vista, sin tener que acarrear su licencia y regulación correspondiente.

Fuente: El País

 

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