Ex Hacienda El Sáuz: El primer museo Apache de México

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Por Servando Pineda Jaimes

La mamá de un vaquero 
le pregunta al caporal:
¿qué razón me da de mi hijo? 
que no lo he visto pasar 

Señora si le dijera, 
triste se ponía a llorar,
a su hijo lo ha matado un toro 
en las trancas de un corral 

Los 500 Novillos.

Autor: Anónimo

A unos cuantos minutos y kilómetros de la capital, Chihuahua, se encuentra un virtual tesoro que bien vale la pena descubrir. Se trata del Museo Ex Hacienda El Sauz, el primero en México en su tipo. Sin duda, un bello homenaje a dos grupos pilares de la cultura chihuahuense: los apaches y los vaqueros. Situado en el kilómetro 54 de la Carretera Panamericana en su tramo de Chihuahua a Ciudad Juárez, este museo se enmarca en lo que bien podría ser un relevante conjunto cultural que comprende la antigua hacienda propiedad originalmente de Luis Terrazas, construida en medio de la gran planicie que tiene como frente el majestuoso Cerro de Victorio y kilómetros atrás pero en el mismo radio, las enigmáticas Cuevas de las Monas que contienen pinturas rupestres que datan desde el año 500 d. C y es un sitio declarado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO,[1] que están ahí, en espera de ser observadas por quien tenga la paciencia y gusto de viajar por un terreno fangoso pero lleno de emociones.

Y si es amante de la música tradicional chihuahuense, entonces le será muy familiar el Rancho de los 500 Novillos del famoso corrido. Museo, cuevas rancho, vaqueros y una vista impresionante de la cordillera por la que en algún tiempo fueron amos y señores nuestros apaches.

El Museo Ex Hacienda El Sauz es administrado por el municipio de Chihuahua y es un corto, bello y aleccionador recorrido por la historia de los vaqueros y la ganadería chihuahuense y de los grandes jefes apaches: Victorio, Juh, Mangas Coloradas y por supuesto Gerónimo, el último gran dirigente indio.

El museo cuenta con dos salas, una está dedicada por completo a mostrar un viaje al mundo de los apaches, o “enemigos” en lengua de los zuñis y la otra a los llamados “hombres a caballo” o vaqueros.

De acuerdo a Ángel Díaz, administrador del museo, las tribus apaches tuvieron sus años de esplendor durante los siglos XVIII y XIX y su influencia abarcó los estados de Arizona, Nuevo México, oeste de Texas en los Estados Unidos y Coahuila, Chihuahua y Sonora en México. Eran conocidos por su inmensa capacidad de movimiento, lo que les permitía recorrer enormes distancias en poco tiempo.

Como bien lo indica una de sus cédulas, “para la historia de Chihuahua, los apaches representaron un capítulo relevante. Su presencia y sus acciones cambiaron mentalidades, usos, relaciones sociales”. Esto es, transformaron y revolucionaron a la sociedad norteña.

Frente a la sala Apache se encuentra el sitio dedicado a Los Vaqueros. Caballo y hombre, un binomio que vendría a ser el distintivo de la cultura del norte. Los grandes rebaños de ganado vacuno y ovino y las extensas planicies dieron origen a un modo de ser que todavía hoy mantienen su influencia en nuestra vida cotidiana: comida, música, vestimenta, calzado y sombreros que les permitieran afrontar el clima de la región; en sí, todo un estilo de vivir, de ser y de estar que permanecen hasta nuestros tiempos.

Dos historias y un solo estado

Dos visiones, dos culturas, ahora juntos, en un mismo lugar. Los apaches, para quienes no existía el concepto de propiedad privada porque ellos mismos formaban parte de la naturaleza y el medio ambiente y los “hombres de a caballo”, para quienes todo tenía un dueño.

En 1882 se inicia lo que a la postre sería la principal actividad de nuestra entidad de tiempos pre-maquila: la exportación de ganado a Estados Unidos. Un año más tarde, -de acuerdo a las cédulas del museo-, Félix Maceyra introduce el ganado Cebú a Chihuahua y dos años después los mormones traen a la región el ganado Shorthorn, además del alambre de púas y los molinos de viento que le vendrán a dar otra cara a la incipiente ganadería chihuahuense. Tienen que pasar 10 años para que se expida la primera Ley Ganadera y en 1898 el poderoso grupo económico chihuahuense Terrazas-Creel-Sisniega instalan la que sería primera empacadora de carne que tendría Chihuahua. Ya para 1902 don Luis Terrazas es, oficialmente, el ganadero más grande del mundo, galardón que se le otorga en la Exposición Universal de Nuevo Orleans, Louisiana. Es Abraham González, quien introduce a Chihuahua el famoso ganado Herford. La vocación ganadera chihuahuense y su estilo de vida, no deja lugar a dudas: en 1975, oficialmente en Chihuahua había 3,009,000 cabezas de ganado.

Todo esto y más podrá ver y gozar en cada rincón de este pequeño pero hermoso lugar que cuenta con algunos objetos originales, cuadros, fotografías, pinturas y réplicas para darnos una idea de cómo se vivía en aquellos lejanos tiempos, podrá usted observar aquí, en este museo que rescata lo más fiel posible, sin duda, una de las más importantes épocas y pasajes de nuestra historia y que todos deberíamos conocer.

Aquí, finalmente, años después de tanta confrontación y lucha, se pudo por fin firmar la paz y los apaches otorgaron su perdón a los “hombres de a caballo”.

Al final del recorrido usted puede convertirse en un “auténtico hombre o mujer a caballo” y tomarse cuantas fotos quiera con la vestimenta típica al lado de un brioso corcel de fibra de vidrio, aunque para efectos prácticos nadie lo debe saber, pues está tan bien hecho que parece de verdad. Así que usted podrá estar a su lado y conseguir una foto, aunque nunca en su vida haya visto un caballo.

La llamativa museografía es obra de Adolfo Salais y Aidé Olmos; mientras que todo el contenido temático se lo debemos al destacado historiador Víctor Orozco, por lo que se refiere a la historia apache; y a la reconocida antropóloga Sofía Pérez a lo correspondiente al de Los Vaqueros. Sintetizar siglos de historia no es una tarea sencilla, por lo que sin duda se realizó aquí una gran labor.

El museo cuenta con una pequeña tienda de “souvenirs” y librería, además de una sala de conferencias y espacios para talleres y actividades diversas. Visitarlo tiene un costo meramente simbólico de 15 pesos.

Los jefes apaches, sus tribus, su gente; los antiguos vaqueros, sus legendarias cabalgatas, su otear por el horizonte, el olor a la lluvia y a la yerba, son retratados fielmente y pueden estar orgullosos de que su pasado e historia han sido tratados con gran respeto pero sobre todo cariño.

Aquí pues están nuestras raíces.

Aquí está nuestro pasado.

Así que la próxima vez que vaya a Chihuahua, conviene que se dé un poco de tiempo para visitar el Museo ExHacienda El Sauz, “donde viven los vaqueros”, como a ellos les gusta llamarse. Y al final, si tiene un poco de paciencia, suba a la azotea. No se arrepentirá.

Sólo entonces comprenderá del porqué de la presencia de un Tipí a la entrada de una ex hacienda Terracista, custodiada bajo la mirada del impertérrito y majestuoso Cerro de Victorio.

[1] http://www.municipiochihuahua.gob.mx/Prensa/Noticia/7457

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