Debido al sistema electoral estadounidense, aunque millones voten a un candidato, hay pocos estados donde eso importa. En el 2016 uno de estos distritos puede definir si gana Trump, Clinton o hay un empate.
El sistema electoral estadounidense es indirecto. Es decir, que lo que eligen los votantes de cada estado son miembros para el Colegio Electoral que, una vez que se conforma, elige al futuro presidente. De esta manera, más allá del porcentaje total de votos emitidos por la población, lo que cuenta en última instancia son cuántos electores sacó cada candidato.
Por este motivo algunos estados se vuelven claves en cada elección. En primer lugar porque a excepción de Maine y Nebraska, el candidato presidencial que gana un estado se lleva todos los votos electorales, ya que no rige un sistema proporcional. Una mínima diferencia de votos en un distrito disputado puede significar un cambio rotundo en el resultado final.
En segundo lugar porque si bien hay muchos estados que votan históricamente por un mismo partido, hay otros conocidos como ‘swing states’ -pendulares- que varían de elección a elección. Entre ellos el que más electores asigna es Florida (29).
Los estados pendulares y las definiciones de Florida
Históricamente los votos que más varían son los ya mencionados de Florida, Pensilvania (que tiene 20 electores) y Ohio (con 18). En esta elección se suma también Carolina del Norte, con 15 electores. Para lograr ser electo presidente, son necesarios 270 votos en el Colegio Electoral, por lo que la victoria en alguno de estos estados donde el ganador se lleva todo, puede definir la elección.
En las elecciones del 2000 hubo que contar voto a voto en el estado de Florida para definir el triunfo
Con esta particularidad que le asigna el propio sistema electoral, Florida ha sido un estado clave en al menos dos elecciones recientes. La más recordada es, sin dudas, la que en el 2000 le dio la victoria a George W. Bush sobre Al Gore por apenas 537 votos. Sin embargo también el propio Barack Obama venció a Mitt Romney en Florida por menos del 1%, poco más de 70.000 sufragios.
Para la periodista estadounidense Julia de Titto, nuevamente Florida “va a jugar un rol clave”, ya que Trump “tiene que ganar o ganar para poder pensar en ser presidente”. Por su parte, explicó a RT que Clinton “podría llegar a perder Florida e igualmente ganar la elección nacional, aunque para ello debería irle muy bien en otros estados”.
Hasta el momento “lo que se puede ver por las encuestas es que el candidato republicano genera más rechazo, por lo que se supone que va a ganar Clinton”. No obstante aclaró que “se supone, porque en las elecciones del 2000 hubo que contar voto a voto en el estado de Florida para definir el triunfo”.
Los puertorriqueños definen
Debido a la paridad que muestran las encuestas, nuevamente el estado sureño aparece como el eje de la gran batalla por la Presidencia. Pero existe un factor que años anteriores no estaba presente: el enorme crecimiento de la población proveniente de Puerto Rico. Desde la última elección presidencial en el 2012, al menos 200.000 puertorriqueños emigraron a EE.UU. debido a la bancarrota de la isla. Esto ha llevado a la población boricua en Florida a superar el millón de personas, cuando 30 años atrás apenas eran 100.000.
A diferencia de los cubanos emigrados, que históricamente han votado por los republicanos, el voto puertorriqueño es más variable. Además, como reseña ‘El Mundo’ “en Estados Unidos, para poder votar, es necesario inscribirse previamente, y al hacerlo le preguntan a uno cuál es su afiliación política”. Con ese dato se puede saber que “el 37% de los latinos de Florida se declaraba republicano hace una década, frente a un 33% que se decían demócratas y un 28% que se definían como independientes”. Pero para el 2016 “solo el 26% de los hispanos de Florida que se ha registrado para votar se ha declarado republicano, frente a un 37% que lo ha hecho como demócrata y un 35% como independiente”.
De Titto analizó que “la población de Florida es muy diversa y tiene un alto porcentaje de latinos que están en el centro del debate de la campaña electoral por las propuestas migratorias de Trump”. Además, “en un par de décadas la población de origen hispano va a ser mayoría en EE.UU.”, por lo que este estado marca “hacia dónde va” el país.
Utah puede dar la sorpresa
Aunque tradicionalmente es un distrito republicano, si se dan una serie de resultados Utah puede llegar a jugar un papel clave en esta elección presidencial. El candidato independiente y mormón Evan McMullin -de origen republicano- es nativo de ese mismo estado y ha hecho una importante campaña que podría darle la victoria allí. Esto lo convertiría en el primer candidato de un tercer partido en obtener electores desde George Wallace, en 1968.
Según sostiene el periodista Nicolás Zyssholtz, “si los 6 votos electorales de Utah caen hacia su lado, Trump y Clinton podrían terminar igualados en 266“. Este escenario “conocido como ‘deadlock’ (‘cerrojo’)”, llevaría la decisión de la elección al Congreso. Allí, explica Zyssholtz, “la Cámara de Representantes, de casi segura mayoría republicana, debe elegir entre los tres candidatos presidenciales con más votos electorales, y el Senado -de probable mayoría demócrata- entre los dos candidatos a vicepresidente”.
Considerando las fuertes disputas internas entre los republicanos y su rechazo a la figura de Trump, McMullin podría ser electo presidente de los EE.UU. Si bien sería un hecho inédito e improbable, el particular sistema electoral estadounidense deja abierta esa posibilidad.
Fuente: RT/ Santiago Mayor