Irak afronta la peor crisis en muchos años con el avance de la ofensiva de los insurgentes del grupo conocido como Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS, por sus siglas en inglés).
En un rápido despliegue, que no ha durado más de cuatro días, los militantes del ISIS ya se tomaron dos importantes ciudades, Mosul -la segunda más grande del país árabe- y Tikrit, la cuna del fallecido líder iraquí Sadam Hussein.
Y la situación se agravó este viernes cuando el más alto clérigo chiita en Irak instó a los ciudadanos a tomar armas contra los extremistas sunitas que amenazan con atacar Bagdad, la capital del país, y Naciones Unidas informó que tiene pruebas de que algunos miembros del ISIS han realizado ejecuciones sumarias de civiles en su avance hacia el sur.
Por su parte, presidente de Estados Unidos, Barack Obama, afirmó el jueves que se están estudiando “todas las posibilidades” para evitar que el grupo insurgente logre tomar Bagdad.
En 2003, el entonces mandatario estadounidense, George W. Bush, decidió invadir a Irak como parte de la ofensiva contra el terrorismo tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Esta ocupación finalizó en 2011, con la salida del último contingente estadounidense del territorio iraquí. En aquel momento, Obama afirmó que Irak era un Estado “soberano, estable e independiente”. Sin embargo, la situación parece ser otra.
¿Qué es lo nuevo de este avance insurgente, en un país plagado de violencia?
Las matanzas sectarias aumentaron hasta que alcanzar su nivel máximo en 2006. Pero los hechos actuales empezaron en diciembre de 2013, cuando militantes islamistas tomaron la ciudad de Faluya, en el centro del país, además de algunas poblaciones cercanas a Ramadi.
Apoyados por algunas tribus sunitas, los inisurgentes propagaron la ira generalizada entre los sunitas árabes, que acusan al primer ministro iraquí, Nouri Maliki –de origen chiita-, de discriminarlos y monopolizar el poder.
Seis meses después, los militantes lanzaron un asalto a la segunda ciudad del país: Mosul, ubicada en el norte del país. Unos 30.000 soldados iraquíes abandonaron sus armas y huyeron cuando fueron atacados por unos 800 combatientes.
Alentados por la victoria, continuaron su campaña hacia el sur. Hacia la capital, Bagdad.
Fuente: BBC Mundo