Por Jenaro Villamil
Dos debates se entrelazaron en las últimas dos semanas con características diferentes, en apariencia, pero coincidentes por el apasionamiento de las posiciones en juego, las consecuencias sociales, económicas, políticas y geopolíticas. Sobre todo, despertaron las oleadas mediáticas y de opinión pública: el debate sobre la legalización del consumo de la mariguana y los prolegómenos del debate sobre la reforma energética.
En debate sobre la mariguana irrumpió con el vocero menos confiable: Vicente Fox. Locuaz, provocador, experto en llamar la atención, el ex presidente quiso pasarse de abusado y terminó tan enredado en sus elucubraciones como si tuviera un mal pasón.
Fox quiso convertir a su centro de Rancho San Cristóbal en el eje articulador de las figuras nacionales a internacionales que ahora defienden la legalización de la mariguana, sin complejos de clase, de élite y de buen gusto. Sin embargo, el ex panista quedó borrado por sus elucubraciones y comparaciones con Benito Juárez.
En paralelo, el Jefe de Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal y hasta el senador capitalino Mario Delgado impulsaron foros de consulta más sobre la despenalización y sobre la creación de posibles “santuarios” con un consumo legalizado y controlado, muy similar al que está ocurriendo en algunas ciudades importantes de Estados Unidos.
El debate sobre la mariguana sacó del armario a las figuras menos esperadas. En la Fundación Miguel Alemán, se reunieron en un cónclave casi hidropónico los analistas Jorge G. Castañeda, Héctor Aguilar Camín, el ex Secretario de Hacienda, Pedro Aspe –el mismo de los “mitos geniales” de 1993–, el ex rector de la UNAM y ex Secretario de Salud, Juan Ramón de la Fuente, la activista María Elena Morera, tan cercana en otro sexenio a Genaro García Luna, para argumentar a favor de la legalización. Las nuevas eminencias en cannabis proclamaron las bondades de este proceso.
Y mientras el debate agarraba vuelo, se crearon extrañas coincidencias: Andrés Manuel López Obrador, impulsor de una gran movilización en contra de la privatización petrolera, y la Arquidiócesis de la Ciudad de México desacreditaron el debate. El primero lo consideró una “cortina de humo” frente al tema de los energéticos y el vocero de Norberto Rivera negó el apoyo de la institución eclesiástica al pecado de introducirse en el cuerpo sustancias tóxicas (lástima que no reaccionaron así frente a la adicción a la morfina de Marcial Maciel).
En la última semana, el péndulo del debate se fue hacia los prohibicionistas o quienes consideran demasiado arriesgado legalizar la mariguana sin estrategia, recursos y con una visión idílica de que automáticamente disminuiría la violencia generada por el narcotráfico.
El responsable del Consejo Nacional de las Adicciones, secretarios de Salud, voces dentro del PAN y hasta del mismo PRI salieron a revirar los argumentos en contra. El Procurador General Jesús Murillo Karam mandó el debate a “instancias internacionales”.
Las dos grandes televisoras, Televisa y TV Azteca, en el otro sexenio tan unidas en contra de las drogas, se dieron vuelo cubriendo este debate de la pachequiza y convenientemente ignoraron la exoneración de Raúl Salinas de Gortari, ahora el “hermano impune”, a pesar de que ambas empresas estuvieron implicadas en el caso por distintas razones (Televisa por aquel famoso audioescándalo de octubre de 2000, cuando discutieron Raúl y Adriana; y TV Azteca por el “préstamo” de 30 millones de dólares).
Este miércoles, el Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO) aportó cifras que demuestran que detrás del debate un tanto desordenado sobre la despenalización de la mota existe un claro interés económico: la enorme renta o nivel de ganancia que obtienen los dueños del negocio mariguanero en el país. Aquí es donde está, al menos, un punto en común con el debate petrolero: detrás del “tesorito” en el fondo del mar, de la producción del gas shale, de la “modernización” y de crear competencia frente a Pemex están los intereses que buscan participar del enorme paste de la renta petrolera mexicana.
El IMCO calculó que las exportaciones de mariguana a Estados Unidos, principalmente, generan 2,030 millones de dólares de ganancia para los cárteles que dominan el mercado. Es el producto agroexportador más exitoso: por encima del tomate (1,681 millones de dólares de ganancias) o las hortalizas (1,574 millones de dólares).
En México, un churrito de mota vale de 10 a 15 pesos, pero en Estados Unidos el valor se multiplica por 10: un cigarro en territorio gringo cuesta entre 10 y 15 dólares, según el IMCO. En el país vecino existen 30 millones de usuarios que gastan un promedio anual de 500 a mil dólares para comprar mariguana.
Las ganancias de los cárteles por venta de mariguana ascienden a 2,030 millones de dólares, sólo ligeramente menor a la venta de cocaína (2,419 millones de dólares) y mucho mayor al de la heroína (964 mdd), según el mismo estudio del instituto dirigido por Alejandro Hope.
Los cárteles más afectados frente a una posible legalización masiva serían el de Sinaloa, comandado por “El Chapo” y sus aliados, porque “podrían perder hasta el 50 por ciento de sus ganancias”, el de Juárez y “La Familia” y “Los Templarios” de Michoacán. En el caso de “Los Zetas” y el Golfo sus ganancias derivan más del tráfico de metanfetaminas y otros negocios ilegales.
Correctos o no los cálculos del IMCO estamos frente a un debate no de derecho a la salud y libertades individuales sino de apropiación de un mercado de un alto nivel de ganancias y “cartelizado”, como en el caso del petróleo.
El nivel de ganancias para las industrias privadas es enorme en relación con la producción, exportación y refinación no sólo del crudo sino de los gases. Son recursos naturales cuyo costo de producción es menor a 10 dólares, pero cuestan entre 10 y 20 veces más. En México, una empresa del Estado (que no del gobierno) tiene el monopolio de la renta petrolera, con todo y el enorme tráfico de contratos, licitaciones, prebendas y corrupción que existen en Pemex.
El debate de la reforma energética no es sobre la eficacia de Pemex solamente o la necesidad de adquirir tecnología moderna que los ingenieros mexicanos, nos dicen, no son capaces de producir nacionalmente. Es un debate sobre la apropiación de una enorme renta petrolera que ha mantenido a este país por décadas.
Este debate, tan agrio en el 2008, revivirá en este 2013. Afortunadamente, a algún buen asesor pacheco se le ocurrió que la reforma energética de Peña Nieto contaría con el apoyo del general Lázaro Cárdenas, el expropiador más famoso del mundo y del siglo XX.
Esta ocurrencia, lástima, no se le ocurrió a Vicente Fox. Pero bien vale un churro energético.
Fuente: www.homozapping.com.mx