Por Luis Javier Valero Flores
Hace agua la administración estatal en Chihuahua. No solamente por sus fallas, también por las condiciones propias de la entidad y, por las generadas por una errática forma de gobernar, en la que ocupa lugar central la ya confirmada percepción de la existencia de la pretensión de controlar todos los aspectos de la vida pública y social de Chihuahua, por encima de los parámetros previos.
Son muchas las evidencias acumuladas.
Abruman: Golpes en la reunión de la Coordinadora de Transporte Colectivo (CTC) de Chihuahua; racha de ejecuciones en Juárez, Chihuahua y la sierra; anuncio de una jubilación masiva de los magistrados del Supremo Tribunal de Justicia, seguramente presionados con motivo de las reformas al Poder Judicial; enfrentamientos al interior de Palacio de Gobierno entre barzonistas y personal de seguridad del inmueble; las inexplicables declaraciones del Secretario General de Gobierno, Raymundo Romero, llamando a los reporteros a preguntarle al Director de Pensiones Civiles del Estado, Marcelo González Tachiquín, acerca de todos los asuntos de la actual administración estatal y por último las declaraciones del Gobernador Duarte ante los enfrentamientos en Palacio.
Mucho para una semana.
Por una parte, la facción que controla -¿Controlaba?- a los concesionarios del transporte urbano, apoyada por la CTM estatal, cuya gestión al frente de la Coordinadora de Transporte Colectivo (CTC) ha resultado ser un fiasco y con todos los visos de un colosal fraude, debió recurrir a las acciones violentas a fin de controlar los justos reclamos de inmensa mayoría de los concesionarios ante la casi nula entrega de ganancias y las informaciones del ¿depuesto? líder Francisco Lozoya.
Terminaron a golpes y con la propuesta del líder de la CTM, Doroteo Zapata, de desaparecer a la CTC. Lo que significa nada más, pero nada menos, que la desaparición del Vive Bus.
¿Qué tiene que ver el dirigente de los trabajadores con los asuntos de una agrupación privada, la CTC, encargada de otorgar el servicio de transporte e integrada por puros patrones?
¿Esa propuesta fue aprobada por el Gobernador Duarte o se fue por la “libre” el sempiterno dirigente?
Tal declaración tiene el mismo tufo que la actitud del Secretario General de Gobierno, Raymundo Romero, cuando en el curso de una entrevista, cuestionado acerca de los rumores que hablaban del término de su encargo, y la probable sustitución por Marcelo González Tachiquín, soltó en un tono molesto: “Pregúntele a Tachiquín, es el que se promueve”.
Sin embargo, “al ser cuestionado sobre otro tema relacionado con su dependencia y sus labores dentro de ésta respondió: ‘pregúntenle a Tachiquín, él es el nuevo secretario de gobierno… Soy de bajo perfil, no quiero ser diputado ni quiero ser regidor, lo demás son chismes y si no, pues mejor pregúntenle a Tachiquín”.
Tal respuesta se volvió viral en las redes sociales: Pregúntenle a Tachiquín.
Pero esas respuestas ¿Qué significaban? ¿Era la evidencia de las muy comentadas -tras bambalinas- controversias existentes entre dos de los hombres más cercanos al Gobernador, casualmente de gira en el extranjero en ese momento?
A su vez, las masacres en la sierra son la evidencia plena de la existencia de un conflicto, muy por encima de los deseos de la administración estatal, por hacer que los chihuahuenses perciban una evidente mejoría en las condiciones de la seguridad pública de la entidad.
Debe decirse sin ambages, sí han mejorado; pero de ninguna manera a los niveles existentes hasta diciembre del 2007, fecha en la que podemos ubicar el estallido de la peor crisis de seguridad pública en Chihuahua, en toda su historia.
Regresar a esos niveles le llevará, probablemente, muchos años a la sociedad chihuahuense, no sólo a sus gobernantes, cualesquiera que sean, independientemente del partido político del que emerjan.
La cobertura completa en la educación media, media superior y superior, ayudará, mucho, a cambiar el perfil sociocultural de la sociedad chihuahuense, pero a mediano plazo.
Ante ese panorama, flaco favor le abona lo que vivimos en la semana y el apresuramiento en las respuestas y cosas que los más elevados funcionarios le dan a la sociedad del Estado Grande, como las declaraciones del Fiscal General del Estado, Jorge González Nicolás, acerca del asesinato, aún impune, del destacado político priista, Miguel Etzel Maldonado, al sostener que era muy difícil esclarecerlo, porque ya pasaron muchos años.
Bueno, pues si eso dijo acerca de unos de los crímenes que más dolieron al partido gobernante ¿Qué podían esperar los barzonistas del poblado Benito Juárez, municipio de San Buenaventura, ante los asesinatos de Manuel Solís e Ismael Solorio, durante años, activistas de la oposición, y en la campaña de César Duarte al gobierno de Chihuahua, sus entusiastas colaboradores?
¿A quién se le ocurrió contratar una empresa privada para la seguridad de Palacio de Gobierno? ¿Nos podemos imaginar la residencia presidencial de Los Pinos, o Palacio Nacional, bajo la custodia de una empresa, propiedad, por ejemplo, del Subsecretario de Gobernación encargado de los penales federales en el país?
¿Por qué asentar lo anterior? Porque la absoluta mayoría de las informaciones aparecidas en prácticamente todos los medios omitieron un hecho fundamental: El que desató la ira de los barzonistas.
Ese fue la manera en que los dos guardias sometieron al par de jóvenes que, trepados en el balcón principal del Palacio de Gobierno, habían instalado una manta con una leyenda alusiva al asesinato de Ismael Solorio y Manuela Solís.
No midieron las consecuencias, seguramente confiados en que se encontraban resguardados -puertas cerradas- los guardias golpearon y lanzaron gases lacrimógenos a los jóvenes.
La salvaje manera de someterlos encrespó a los manifestantes, hasta entonces pacíficos, y como pudieron ingresaron a Palacio. En tropel subieron las escaleras centrales -ahí atropellaron accidentalmente a una visitante, una señora- en busca de sus compañeros y airados en contra de los guardias, a quienes pretendían golpear. Por si fuera poco, los guardias pretendieron esconder a los jóvenes. Intentaron no responder a las encrespadas interrogantes de los barzonistas.
Sólo que los guardias desconocían un pequeñísimo detalle: Uno de los jóvenes es el hijo menor de la pareja asesinada.
Lo subsecuente es del conocimiento general, los enfrentamientos, los golpes en contra de los guardias, la intervención de los dirigentes -Martín Solís, Gabino Gómez, Alfonso Ramírez Cuéllar y otros- para intentar impedir la golpiza a los guardias que, todavía en medio de tal situación reaccionaban encrespados, en lugar de actuar de acuerdo a los protocolos existentes en el manejo de multitudes que todo guardia de instalaciones, como el Palacio de Gobierno, debe conocer y aplicar diligentemente.
¿Que hubo excesos en el comportamiento de los barzonistas? Sí, pero otra vez el detonante para tales situaciones no provino de los manifestantes.
Han transcurrido dos años del homicidio de los activistas y no se ha detenido a los responsables de ello. Los dirigentes barzonistas han informado puntualmente que se tiene conocimiento preciso de quienes fueron los asesinos y han llegado a señalar, públicamente, los vínculos de éstos con el crimen organizado.
No bien terminaban de señalarlo cuando, al llegar a Benito Juárez se dieron cuenta de la destrucción del monumento memorial levantado en honor a sus compañeros.
Las negociaciones posteriores entre barzonistas y gobernantes arrojarían un resultado inesperado, la aceptación gubernamental de que la manta de marras se mantuviera colgada durante todo el resto del día.
Luego, Duarte diría que “la región noroeste de la entidad, fue la primera que dejó de ser un corredor del narcotráfico y pregúntenlo en Casas Grandes, que es la ciudad más importante de esa región, ¿Desde cuándo no hay secuestros? este es un tema en el cual ya hemos venido avanzaando… En vez de acusar, El Barzón debería aportar más información acerca de la presencia de grupos criminales en el poblado”.
Tales declaraciones recibieron una inmediata respuesta del dirigente más reconocido de la región, Martín Solís, y que tan destacado papel jugara para que Duarte recibiera el apoyo de miles de productores agropecuarios de todo el estado. Solís escribió en su Facebook: “Que ponga fecha para aportarle datos”.
Algo está ocurriendo al interior del grupo gobernante, no parece ser para bien…