Por Álvaro Delgado
Lo que consumó Cortés fue la concentración del poder en el PAN, y ahora se propone una reforma de Estatutos para desaparecer la Permanente
De la mano de Santiago Creel y Ramón Muñoz Gutiérrez, secretario de Gobernación y jefe de la Oficina de la Presidencia de Vicente Fox, y sustentado en los caciques que controlan la estructura y el padrón para repartirse los mendrugos, Marko Cortés fue ungido para un segundo periodo como presidente del PAN, con la única misión de mantener la coalición con el PRI y la esperanza de una ruptura en Morena.
A la manera de Felipe Calderón, quien desde la Presidencia de la República impuso por dedazo a Germán Martínez y César Nava en la presidencia del PAN —lo que condujo a las debacles de 2009 y 2012—, los caciques consumaron la reelección de Cortés el sábado 2 de octubre, sin discusión, sin oposición y por unanimidad del Consejo Nacional. Ni siquiera hubo contienda interna, de por sí diseñada a la medida de Cortés: se canceló porque Adriana Dávila y Gerardo Priego no alcanzaron el mínimo de firmas de apoyo para competir, debido al control de los cada vez más escasos y pasivos militantes. La reelección de Cortés fue peor todavía que su elección de 2018, cuando se impuso con 79% de los votos a Manuel Gómez Morín, y muy parecida al triunfo de Ricardo Anaya sobre Javier Corral, a quien venció con 81% de los sufragios.
Lo que consumó Cortés fue la concentración del poder en el PAN y ahora se propone una reforma de Estatutos para desaparecer la Comisión Permanente del Consejo Nacional y darle todas las decisiones al Comité Ejecutivo Nacional (CEN).
La propia integración del CEN demuestra la alianza con los caciques: Margarita Martínez Fisher pertenece al grupo de Jorge Romero, coordinador de los diputados federales; Leticia Zepeda Martínez responde a Enrique Vargas del Villar, del Estado de México, y Antonio Rangel, funcionario de Querétaro, es amigo íntimo de Ricardo Anaya. Cortés también incluyó en el CEN a operadores de dos gobernadores: Mario Vázquez Robles es incondicional de María Eugenia Campos, de Chihuahua, y Juan Carlos Alcántara lo es de Diego Sinhué Rodríguez, de Guanajuato. Los otros dos miembros del CEN de Cortés son Mónica Becerra Moreno, del grupo de la diputada federal Teresa Jiménez, quien buscará ser candidata a gobernadora de Aguascalientes, y Claudia Ramos Hernández, hermana del exalcalde de Tijuana Jorge Ramos, amigo de Cortés.
Sí: Cortés tiene el control del PAN, pero con personajes a menudo incapaces de ganar elecciones y dedicados a los negocios de consultoría como Martínez Fisher o Andrea de Anda, por cuyo cobro de 20 millones en la campaña de Josefina Vázquez Mota el PAN sigue pagando una multa.
Sin mucho entusiasmo, Cortés ha enunciado a sus ocho presidenciables: Maru Campos, Mauricio Vila, Francisco García Cabeza de Vaca, Francisco Domínguez, Rodríguez Vallejo, Juan Carlos Romero, Creel y Anaya. Quizá por eso la prioridad de Cortés es mantener la alianza con el PRI y esperar una ruptura en Morena, en especial de Marcelo Ebrard, quien aseguró al reportero que no aceptará la candidatura del PRIAN: “(Mi) opción es con Morena y AMLO”.
POR ÁLVARO DELGADO
DIRECTOR DE INVESTIGACIÓN EN EL DIARIO DIGITAL “SIN EMBARGO”
PERIODISTA.ALVARO.DELGADO@GMAIL.COM
@ALVARO_DELGADO