En defensa de la democracia

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Por Epigmenio Ibarra

 “La democracia tiene derecho a defenderse,
pero dentro de sus normas y sus principios.
No se puede combatir el totalitarismo
y adoptar actitudes similares a las que él usa”.
Salvador Allende

La democracia como la razón, parafraseando a Goya, engendra monstruos. Hoy que en México vivimos, por primera vez en nuestra historia, un tiempo de libertades plenas, la derecha conservadora, el viejo régimen, hace uso de las mismas para intentar llevarnos de nuevo al pasado autoritario.

¿Será que, como Saturno, estos monstruos a los que hoy la libertad democrática da alas y permite actuar habrán de devorarla? Lo intentarán. Ya lo están haciendo —operan en distintos frentes con enorme agresividad— pero estoy convencido de que no lo lograrán y estoy dispuesto a hacer cuanto esté a mi alcance para impedirlo.

Esta misma determinación de defender la democracia recién conquistada, la compartimos quienes luchamos por un México verdaderamente más libre, más justo, más digno. Somos esos 30 millones que en 2018 nos pronunciamos en las urnas por un cambio de régimen.

Una transformación tan profunda y radical —lo sabíamos al momento de cruzar la boleta y lo sabemos hoy cuando está por cumplirse el primer año de gobierno de López Obrador— no podía ser tarea fácil y menos consumarse en unos cuantos meses. Somos, quienes queremos la democracia, menos veleidosos e impacientes, más tenaces de lo que la derecha conservadora se imagina.

Pacíficamente logramos desplazar del poder a uno de los regímenes más longevos, corruptos y represivos de la historia moderna. Así habremos de resistir los embates de quienes pretenden su restauración. Votamos por la democracia, ese gran pendiente histórico que ni la Reforma ni la Revolución trajeron a este país.

Sabemos lo que hicieron y de lo que son capaces esos ex gobernantes y líderes políticos y empresariales que hoy se presentan como defensores de una libertad y una justicia que por décadas se empeñaron en negar a las mayorías. Sabemos que tienen las manos manchadas de sangre y los bolsillos llenos de dinero del pueblo, y que están detrás de las campañas para sembrar el miedo y la incertidumbre.

Sabemos que operan en la oscuridad. Que tienen nexos históricos con el crimen organizado y que hoy comparten, con los capos, el mismo propósito: impedir que la democracia siente en definitiva sus reales entre nosotros.

La guerra y la violencia son el caldo de cultivo del autoritarismo y la rapiña. Su clamor por las víctimas de esa violencia heredada es pura propaganda.

Sabemos reconocer a columnistas y comentaristas de radio y televisión que vendieron su voz al régimen corrupto. Hoy sus intentos de presentarse como mártires de la libertad de expresión se estrellan ante el recuerdo del ominoso silencio que guardaron ante la masacre y el saqueo. No pretendemos que callen. Pero no cala en nosotros la mentira.

La decisión de cambiar de régimen fue consciente y razonada. Quienes por ese cambio votamos no somos fanáticos ni “fervientes” seguidores, no tenemos amo ni mesías. Somos libres. Nos asisten la razón y el derecho. Conservamos una memoria puntual de los crímenes del pasado y no estamos dispuestos a permitir que se repitan. Queremos justicia, no venganza. Queremos vivir en libertad, y asumimos el reto que esto implica y el deber de defenderla.

@epigmenioibarra

Fuente: Milenio

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