Por Carlos Fernández-Vega
Resultó obvio desde el principio: Emilio Lozoya incumplió al ciento por ciento su compromiso
con el juzgado que lo amparó y a partir de ya se suma, oficial y legalmente, al ejército de nuevos priístas
prófugos de la justicia, lo que no quiere decir que sea el último con orden de aprehensión. Al contrario, faltan varios ex funcionarios, entre ellos, de forma destacada, la mayoría de los ex integrantes del consejo de administración de Petróleos Mexicanos en tiempos de Enrique Peña Nieto.
Hay luz verde para su detención, pero alguien convenció
(ley de omertá) a Lozoya de que resultaba más productivo fugarse que abrir la boca y llevarse a la misma celda a sus ex compañeros (de Pemex a Los Pinos), de tal suerte que hizo maletas y se fue a Alemania, donde goza de protección legal. Queda claro, por si hubiera dudas, que la chamba del abogánster Javier Coello Trejo consistió en conseguir tiempo para que su cliente huyera, no sólo de forma segura, sino cómoda, para lo cual debió untar las manos indicadas
y en las cantidades adecuadas
.
A menos de que cruzara el Atlántico a nado, Lozoya debió tomar un avión que lo llevara a Berlín u otra ciudad de la tierra natal de su esposa (o un periplo similar), donde la legislación germana impide la extradición de sus ciudadanos (y el ex director de Pemex lo es). Por ello, la investigación de la Fiscalía General de la República debe ubicar la ruta de escape y detectar quiénes fueron las manos amigas
que permitieron huir al hoy prófugo de la justicia mexicana.
Cierto es que, indirectamente, Lozoya recibió el primer pitazo del eficiente, pero muy protagónico, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, Santiago Nieto, al adelantarse y hacer pública la decisión de congelar las cuentas bancarias del ex director de Pemex, su esposa y su hermana. El hoy prófugo no necesitó más: hizo maletas y puso pies en polvorosa, mientras Coello aplicaba la técnica de Javier Duarte (me quedó en México para enfrentar las mentiras en mi contra
y lo agarraron en Guatemala). Lo mismo pasó con el hampón disfrazado de empresario, Alonso Ancira Elizondo, sólo que éste se confió demasiado (acumulaba seis sexenios de impunidad) o de plano no jugó bien las cartas. Se sabe que la cabeza visible de Altos Hornos de México viajó a Estados Unidos –país del que es ciudadano– y para el despiste compró cinco boletos de avión con diferentes destinos en la geografía estadunidense, para finalmente salir del país en aeronave privada rumbo a Palma de Mallorca, España, donde fue arrestado y enchiquerado.
Pero la chamba de Coello también permitió que otros implicados en los enjuagues de Lozoya ganaran tiempo y, sobre todo, buscaran asesoría legal para evitar ver las rejas desde el otro lado. Se sabe que, desesperados, varios ex consejeros de Pemex –en los tiempos de Agro Nitrogenados– andan tras renombrados leguleyos para que les saquen las castañas del fuego. Uno de los más nerviositos es un regiomontano, pero lo cierto es que a estas alturas es más fácil encontrar a los ex funcionarios peñanietistas en los bufetes de abogados que en sus domicilios particulares (sea casa grande o chica), si es que aún no agarran el avión para intentar evitar que los enchiqueren. ¿Localizarán a Luis Videgaray en su casita de Malinalco?
En fin, Lozoya, prófugo, y los que faltan. ¿Quién sigue?
Las rebanadas del pastel
Madrid se ha convertido en el nuevo centro de reunión/ operación de viejos
y nuevos
priístas, en el conciliábulo de políticos y empresarios mexicanos, de tal suerte que es fácil localizar en la capital española a Peña Nieto, Carlos Salinas,Claudia Ruiz Massieu y demás fauna del régimen pasado. Por allí anda Guillermo Ortiz, operador de la reprivatización bancaria y del rescate
, vía Fobaproa, de los amigos, y ex gobernador del Banco de México, quien se dedica a despotricar contra el nuevo gobierno e intenta convencer
al empresariado ibérico para que no invierta en México. Una joya.
Twitter: @cafevega
Fuente: La Jornada