Por José Gil Olmos
Enrique Peña Nieto es el primer priista del PRI. Esto que parece es un pleonasmo, en los hechos es una verdad concreta porque desde la residencia presidencial es donde se toman las decisiones que atañen al partido como es la selección de candidatos. Pero ahora también es la figura presidencial la que está hundiendo al priismo en estas elecciones en 12 entidades.
El PRI encabezado por Manlio Fabio Beltrones tiene muchas dificultades para ganar las elecciones a gobernador en Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Sinaloa, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas. Algunos de estos aprietos son por los saldos negativos que dejan sus gobernadores involucrados en escándalos de corrupción, narcotráfico, violación a los derechos humanos y desvío de recursos. Pero el mayor saldo negativo es Peña Nieto.
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Beltrones estaba acostumbrado a negociar en el congreso legislativo desde hace más de una década. Ahí desplegaba sin cortapisas sus capacidades de convencimiento y negociación sin mucho apuro, sobre todo durante los dos sexenios que gobernó el PAN. Pero ahora desde el PRI, con un presidente de la república que representa un fardo, el panorama es totalmente distinto.
El priista sonorense dijo al principio que ganarían en nueve de las 12 elecciones para gobernador. Pero ahora ya no se le ve tan seguro y si gana ocho se sentiría como un verdadero ganador.
Actualmente el PRI gobierna en nueve de las entidades en disputa: Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Hidalgo, Quintana Roo, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas. El PAN en dos ganadas en coalición: Puebla y Sinaloa. Mientras que el Movimiento Ciudadano-PRD-PAN gobierna Oaxaca.
De todos estos estados el PRI tiene dificultades para ganar en Veracruz, Tamaulipas, Tlaxcala, Puebla y Aguascalientes. En los dos primeros porque, como ya lo vimos, el crimen organizado está haciendo mella y los gobernadores traen detrás de sí la sombra de los cárteles de la droga. En Puebla el gobernador Rafael Moreno Valle es un cacique que le apuesta a ganar usando todos los recursos públicos para entrar a la lista de aspirantes a la candidatura presidencial del PAN, mientras que en Tlaxcala no se ve mucha presencia priista y en Aguascalientes tampoco pinta.
Veracruz y Tamaulipas son, quizá, los dos estados que más le importarían al PRI mantener por el porcentaje de población electoral y por su situación estratégica geográfica. Además porque ahí nunca ha perdido como tampoco en Durango, Hidalgo y Quintana Roo.
La situación electoral para el priismo se complica no solo por los malos gobiernos que han tenido entidades como Veracruz donde Javier Duarte es indefendible, sino sobre todo por la mala imagen y pésimo trabajo de Enrique Peña Nieto que según las últimas encuestas es el presidente con la percepción social más negativa desde hace 20 años.
A un mes de la elección, el PRI tiene un panorama borrascoso y es entonces donde podríamos ver el recrudecimiento de una guerra sucia desde Televisa y TV Azteca, así como algunos medios afines, dedicada a manchar la imagen de los candidato de oposición que, a decir verdad, tampoco tienen un expediente limpio sino al contrario, tienen huellas indelebles de corrupción, ligas con el narco y otros vicios privados convertidos en virtudes públicas.
Se prevén entonces tiempos difíciles para Beltrones, Peña Nieto y el priismo en general. Ante este panorama lo peligroso es que se haga uso de la violencia para conseguir las metas esperadas y con las cuales el PRI quiere llegar fuerte para el 2018, sin importar las consecuencias sociales en un país de por sí ya incendiado por la violencia del crimen organizado.
Fuente: Proceso