Por José Gil Olmos
La Joya es un poblado del municipio de Villa de Guadalupe ubicado en San Luis Potosí. Es uno de los más pobres del país y según estadísticas oficiales, la miseria ha ido creciendo tanto que la gente ha salido huyendo hasta quedar en un puñado de 10 mil habitantes en todo el territorio.
Hasta hace unos meses este lugar era ignorado por casi todos los mexicanos. Su existencia pasaba inadvertida para todos los medios de comunicación y las redes sociales enfrascadas en agarrar todas las noticias que forman un remolino que genera una polvareda y un ruido que nubla y ensordece la razón.
La Joya era uno más de esos miles de poblados que se pierden en la geografía nacional de la pobreza y la marginación. Si alguien se interesaba en estar ahí era para visitar a un familiar o un conocido con alguna necesidad económica o de seguridad.
Nadie o muy pocos sabían de su existencia y los pocos habitantes de este caserío se comunicaban con el exterior con muchas dificultades.
¿Cómo interesarse por una comunidad con 80% de pobreza, la mitad analfabeta y sin acceso a seguridad social, sin ningún atractivo natural o turístico?
Pero todo cambio cuando un día a uno de sus habitantes se le ocurrió grabar un video invitando a sus conocidos y familiares a la fiesta de 15 años de su hija. Les dijo que habría “una chiva”, bebida y música.
Algún nativo de las redes sociales descubrió el mensaje, se le hizo gracioso y lo compartió. A partir de ese momento el video comenzó a circular con la rapidez del Internet y lo vieron miles y millones de usuarios.
La familia de la quinceañera no tenía la menor idea de que para entonces ya eran famosos.
Como en La Joya no hay Internet y el papá tuvo que salir de la comunidad y pedir que le ayudaran a subir el video a la red para que sus amigos y familiares se enteraran de la fiesta de su hija, tardó un tiempo en recibir el impacto de la fama efímera de las redes sociales.
La Joya se hizo famosa y la familia de la quinceañera más. Sus imágenes se multiplicaron en miles y luego en millones.
Muchos se mofaron de la invitación e hicieron bromas de la fiesta auto invitándose. Algunos medios comenzaron el show, el espectáculo gracioso y la mofa fácil. Algunos políticos y gobernantes aprovecharon la oportunidad para subirse al escenario y lanzar sus dádivas. Otros hasta organizaron tours especiales para llegar hasta el pueblo y participar en el agasajo.
Las grandes empresas televisoras enviaron a sus reporteras y reporteros a cubrir la fiesta con equipos especiales para trasmitir en vivo el festejo que duró hasta las cuatro de la mañana del siguiente día.
Fue tan grande el espectáculo que se vulgarizó la fiesta de la quinceañera. “Se portan peor que animales”, les dijo la mamá de la celebrada a los reporteros que se amontonaron y se pelearon buscando tomar la imagen que mejor vendiera en sus empresas.
Gracias al Internet, La Joya potosina vivió su mejor momento las horas que duró la fiesta de 15 años pero como ocurre en los cuentos de hadas, cuando los invitados se fueron la pobre realidad se adueñó de nuevo del lugar.
El oropel mediático, el interés de los políticos, de los locutores, la atracción de los reporteros y de los famosos del espectáculo se esfumó tan rápido como suele suceder en la red global.
Así, en unas horas la Joya con toda su pobreza y marginación fue desplazada por un nuevo show ocurrido a miles de kilómetros del pueblo potosino pero cercano en el mundo virtual y del espectáculo barato del Internet.
Fuente: Proceso