El sexenio que apenas inicia…

0

Todavía falta la legislación secundaria y su instrumentación. Pero se debe reconocer que la Reforma Energética aprobada es el cambio estructural más importante para la economía mexicana de los últimos años.

Bien lo dice Juan Villoro: “Una de las cosas más arduas del quehacer político es renovar las expectativas una vez que se conquista el poder “.

La vía que escogió el gobierno del presidente  Enrique Peña Nieto, para renovar las expectativas, fue proponer un complejo paquete de  reformas estructurales:

Al participar en la reunión “México Cumbre de Negocios”, celebrada en Guadalajara, Jalisco (oct/2013), manifestó e insistió en que “este ha sido un año de colocar los cimientos para impulsar el desarrollo del país”.

En Ankara, Turquía (dic/2013), afirmó que las reformas en México, así como los programas gubernamentales en sectores como industria, energía, telecomunicaciones, salud e infraestructura, abren grandes posibilidades de acrecentar los flujos de comercio e inversión en el corto plazo.

Con esta estrategia, el presidente Peña Nieto ha subsumido, condicionado y deliberadamente postergado con pleno conocimiento de causa, hasta la fecha, el inicioefectivo de su  administración.  Al  someter  su capacidad de gobierno y de gestión a la aprobación de una serie de reformas estructurales, sin las cuales (de acuerdo a su visión), el proyecto gubernamental no estaría habilitado para operar eficientemente.

Asume que sin reformas estructurales el país no caminará, no avanzará, no crecerá.

Así, el  gobierno y la sociedad se han sometido a un estrés  extremo, derivado de  un contexto en el que la economía está estancada, la inseguridad es galopante,  se destruyen las pocas instituciones consolidadas en el país (IFE)  y el  Estado  de  Derecho  se fractura  y  es  cuestionado en muchas  regiones del país.

La clase política (de izquierda y de derecha) refleja  corta visión, signos autoritarios, fanatismos y creciente  corrupción,  y la priista con todo y sus rémoras, no ha sido capaz de cambiar todo un sistema que se arraigo por décadas  y que impide que un nuevo tipo de administración  emerja plenamente.

En este ambiente los grupos de poder económico  presionan y generan crecientes resistencias, con todos los riesgos que esto implica.

Así, durante todo el 2013, el ejecutivo federal  presentó iniciativas de reforma, el legislativo las discutió, voto y aprobó, pero la  sociedad  sigue escuchando una narrativa por medio de la cual, con las reformas, se promete siempre un mejor futuro.

Durante estos primeros doce meses, el gobierno ha presentado reformas de todo tipo,  demostrando  con ello, una  gran capacidad técnica y de negociación política.

Las reformas abarcan desde asuntos  regulatorios, hasta otros de  gran envergadura, que modifican el régimen político y el económico que modifica los regímenes de propiedad en las que operan importantes agentes y sectores económicos.

Lo que a veces se olvida es que el ejecutivo, diversos actores y un sistema de partidos de oposición  muy  limitado, discuten diversas reformas que profundizan procesos políticos, económicos y sociales, iniciados  desde hace décadas y que a la fecha  no tienen una  ruta clara, al no estar  acompañadas de un plan de largo plazo.

Por ello, estamos a medio camino en todo este complejo cambio estructural.

Las reformas presentadas y aprobadas, son tan numerosas, que ha sido muy difícil procesarlas y entenderlas, el país casi se atraganta con esta vorágine  reformista.

México, la clase política, empresarios, sindicatos, organizaciones sociales y ciudadanos estamos inmersos en un juego de propuestas, resistencias y negociación.

No es gratuito que el presidente Peña Nieto afirme  lo siguiente: “No advierto en ninguna parte del mundo, que cuando realmente se pretenda hacer una reforma (…), no toque algunos intereses y genere incomodidad en otros”.

Es claro que nos encontramos en un intenso proceso de profundización de reformas estructurales, que trastocan el pacto social y las relaciones entre el Estado y los factores de la producción.

Las iniciativas de reforma sugieren que el país se rediseña y cambia,  pero los tiempos se hacen más cortos y la ciudadanía quiere resultados con urgencia.

Las reformas: laboral,  educativa,  de telecomunicaciones,  hacendaria,  financiera, combate la corrupción,  transparencia, política y  energética, están  a prueba.

Los beneficios de las reformas  no son inmediatos, hay una  curva de aprendizaje institucional que hay que recorrer y los sectores en los que impactan los cambios regulatorios, tienen que hacer lo propio.

Algunas reformas, hay que decirlo, tienen consenso y cuentan con un amplio respaldo, pero hay otras que tocan fibras muy profundas como la energética.

El grado de complejidad de la reforma energética es de gran calado, hay que iniciar su exploración y seguir nadando en ella, en aguas profundas, para tratar de entenderla en toda su dimensión, desde la política, hasta la técnico-económica.

Pero hay  algo que debe ser un referente en su análisis, que debe ser un hilo conductor,  que le da estructura y que no debemos perder de vista hacia adelante: el concepto de renta petrolera.

Recordemos que la reforma energética  reestructura el mercado y abre las puertas al sector privado nacional y extranjero. El Estado con la aprobación de la reforma energética da  acceso al petróleo, al gas, a la generación de energía eléctrica, entre otras, al sector privado nacional y extranjero, a través de licencias y múltiples tipos de contratos de exploración y producción compartida.

Con la reforma, la iniciativa privada puede participar, entre otras,  en las siguientes áreas:

Exploración y extracción de hidrocarburos, bajo diferentes tipos de contratos;

En el procesamiento y refinación de petróleo, gas natural, transporte, almacenamiento y distribución de hidrocarburos y sus derivados;

Tratamiento y refinación de petróleo, transporte, almacenamiento y distribución, así como de gas natural y gasolina, diesel y demás derivados;.

Generación y comercialización de electricidad;

Concurrencia de inversiones público-privadas en la generación y comercialización de energía eléctrica;

Contratar a privados para construcción, mantenimiento y operación de redes de CFE;

La Sener, podrá otorgar permisos para el tratamiento y refinación de petróleo  procesamiento de gas natural;

Se posibilita a los privados integrar toda la cadena petroquímica.

Con este nuevo régimen y esquemas de asociación de Pemex, las empresas privadas podrán participar no sólo en la exploración y extracción de petróleo, sino también en el procesamiento, refinación, transporte, almacenamiento  y distribución del crudo o sus derivados, así como en toda la cadena de la petroquímica.

Como se puede ver, la reforma energética legitima la participación privada en la renta petrolera. Los diversos esquemas de  asociación (contratos), que en adelante se den con el sector privado nacional o extranjero, son los mecanismos jurídico-económicos que se necesitaban para maximizar las ganancias.  Los diversos tipos de contratos son los mecanismos habilitadores que permiten llegar más rápido a este  objetivo.

El objetivo de fondo, por un lado y en un primer momento es como maximizar la renta petrolera  y después como distribuirla,  y por otro, en un segundo momento es cómo construir, administrar y vigilará el Fondo de Estabilización Petrolero, y  aquí sí, estimados lectores, se debe tener muchísimo  cuidado y atención en estos componentes.

El fondo petrolero será un fondo de estabilización que deberá entrar en acción cuando la economía pierda ritmo y actuará como un estabilizador automático. Es decir será una medicina contracíclica que entrará en operación cuando la economía muestre signos de desaceleración.

La maximización (de la renta petrolera), y la distribución de los beneficios, incluyendo el Fondo de Estabilización Petrolera, deben ser el centro de atención hacia adelante.  Recordemos que México tiene inmensas reservas estimadas de petróleo: más de 110 mil millones de barriles, y a la fecha, no se han explotado plenamente las reservas probadas, estimadas arriba de 10 mil millones de barriles, lo mismo pasa con las reservas de gas natural.

Es cierto la afirmación de que si México quiere tener más beneficios,  debe hacer las cosas de manera diferente, se sabe que los contratos se harán sobre yacimientos y reservas no convencionales. En donde se requieren grandes inversiones y alta tecnología que nuestro país no tiene.

Pero en esto de hacer las cosas diferentes, debemos ser extremadamente cuidadosos, no vaya a pasar que con la justificación de que  necesitamos grandes cantidades de inversión y tecnología para poder explotar las reservas no convencionales, acabemos subsidiando a  los inversionistas privados nacionales o extranjeros, por el sólo hecho de que los necesitamos con urgencia, para que nos ayuden a explotarlas.

Hay estudios que dejan muy claro que países como Venezuela y de Brasil, que en su momento permitieron inversión privada bajo diferentes esquemas en la industria petrolera, disminuyeron paulatinamente la participación del Estado en la renta petrolera.  Inclusive en el caso de Brasil hasta las acciones cayeron.

Recordemos, la racionalidad económica del sector privado es maximizar la renta a costa de lo que sea.

La responsabilidad del Estado es mayúscula, ya que este definirá el modelo que mejor convenga para cada caso, con el fin de maximizar ingresos a largo plazo.

Sobre esto, hay que tener claro que el proceder económico capitalista es la maximización de las ganancias (por ello los diversos esquemas de asociación aprobados en la reforma energética). Esta meta se alcanza sólo mediante la competencia exitosa en la producción de mercancías y su comercialización frente a otros propietarios de capital. Sean públicos o privados.(…) En economías globalizadas (como la mexicana), inclusive se puede llegar a presionar  a los gobiernos para lograr altas tasas de lucro. Inclusive, se puede dar una  refuncionalización  del Estado, en donde se trueca, de un instrumento orientado al bien común, en un instrumento al servicio de los intereses privados de capital sin responsabilidad social ni ecológica…  (Hinkelammert:2004).

Recordemos que si queremos mercados eficientes, debemos fortalecer: los órganos reguladores del Estado. Más mercado sí, pero con un Estado robusto, eficiente, transparente, que rinda cuentas y que sea promotor, con una política industrial consistente que promueva la integración del mercado interno con ejes de crecimiento endógeno.

Recordemos nuevamente que a lo largo de la década de  los ochentas, noventas y todo lo que va del siglo XXI, seguimos en un intenso proceso de reformas económicas que trataron de construir profundas transformaciones en la economía mexicana, encauzadas todas ellas a reducir la participación directa e indirecta del Estado con el fin de ceder mayor espacio a los mecanismos del mercado, eliminar o disminuir distorsiones  e imprimir mayor eficiencia en los mercados.

Los resultados,  a la fecha, de las reformas implementadas en México, no han tenido el éxito esperado. El crecimiento económico ha sido francamente mediocre e insuficiente y el costo social ha sido altísimo.

La promesa y el reto gubernamental esta frente a nosotros. Pero un país no sólo vive de generar expectativas de crecimiento, ni de promesas de precios a la baja.

La renta petrolera debe maximizarse, sí, pero debe asegurarse un esquema distributivo eficiente, la renta petrolera, debe ser,  sólo una más de las palancas de desarrollo y debe garantizar un esquema de seguridad energética intergeneracional.

Espero que la debilidad institucional no propicie una alta concentración de las ganancias en muy pocas manos, ni propicie más corrupción de la que ya padecemos.

Hay que dejarlo muy claro, la reforma energética por sí sola no puede transformar a México, se necesita muchísimo más que eso. 

El petróleo, la reforma energética y las demás reformas que se necesiten hacia adelante, son sólo medios.

Todavía falta la legislación secundaria y su instrumentación. Pero se debe reconocer que la Reforma Energética aprobada es el cambio estructural más importante para la economía mexicana de los últimos años.

A pesar de esto, y después de doce meses, esta administración apenas inicia y quedan cinco años por recorrer. Todas las reformas están a prueba. En especial la energética ya que los modelos de exploración, explotación, tienen periodos de maduración mucho más largos que un sexenio.

Esperemos que no tengamos la necesidad de entrar en otra ronda de reformas a partir del 2019, o antes por la consulta petrolera en 2015…

Por ello, el país debe transitar de un sentido de urgencia a una de gran visión estratégica, pero la falta de una clase política y de élites con una gran visión, a veces lo atoran y otras lo condicionan, por ello,  algunas  reformas siguen  a medias y otras, ya  aprobadas, siguen sin aplicación.

Los desafíos, los tienen que enfrentar la izquierda, la derecha, la burocracia, las instituciones, los poderes facticos, las élites. No creo que atenten contra sí mismos.

Esperemos que el costo que se ha pagado por la aprobación de todas las reformas, desde que iniciaron,  se compense con mejores indicadores de empleo, ingreso, crecimiento y  distribución.

Ya veremos, seguiremos atentos a lo que sigue…

Fuente: SDPnoticias

Enhanced by Zemanta

Comments are closed.