El Señor T

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Por Gustavo Gordillo
¿Cuál es la disputa? La disputa no es por reafirmar la soberanía de México aunque la incluye, no es por los derechos fundamentales que están desde luego en el centro. Se trata de una batalla cultural entre quienes asumen la democracia liberal –y sus consecuencias– y la democracia iliberal promovida por los populismos de derecha. Conviene revisar los textos de Fareed Zakaria aquí, de Steven Levitsky sobre el autoritarismo competitivo acá y de Guillermo O’donnell sobre democracia delegativa acullá.

Tomemos en serio al Sr. T. Es un mentiroso serial –no distingue la verdad de la mentira, sino se cree sus propias mentiras–, un racista consumado y un bribón que sistemáticamente evade las leyes. No cree en la democracia salvo si le beneficia, no cree en la igualdad de género, salvo en breve retórica en un mar discursivo misógino, cree en los negros y latinos que lo apoyan y promueve una versión extrema del capitalismo de compadritos. Representa no el fin del neoliberalismo sino su punto de éxtasis mayor.

El Sr. T no es un político cualquiera. Que sea un truhan no lo hace un político cualquiera. Ha sabido encontrar en las debilidades e insuficiencias de la democracia estadunidense las vetas de racismo, del fanatismo y de la intolerancia que han acompañado desde el inicio de su historia a Estados Unidos. Es anti elitista en campaña para asegurarse el caudal de votos de las clases medias blancas en decadencia en las zonas ex manufactureras del medio oeste. Pero nombra en su gabinete a la quinta esencia del establishment republicano y de Wall Street. El conflicto de intereses será la segunda piel de la presidencia del Sr. T.

Las promesas que sí cumplirá el Sr. T. La estrategia de negociación del Sr. T está perfectamente delineada en el libro que no hizo él sino su biógrafo arrepentido. Su estrategia es intimidar haciendo efectivos algunos actos hostiles para generar así una amenaza creíble. Juega más con las expectativas que con los hechos. Para hacer creíble sus amenazas hacia el mundo, va a cumplir algunas de sus promesas de campaña notablemente las que más afectan a México.

¿Se puede educar al Sr. T? La pretensión de que lo que falta es corregirle los falsos estereotipos que le vendieron al Sr. T es ridícula. El Sr. T no necesita ser educado. Sabe todo, conoce todo. Es mejor que todos sus generales, los políticos estadunidenses, los líderes mundiales, los expertos, los medios y quizás hasta Dios si se le llega a presentar la oportunidad de medirse con el Señor. Pretender educar al Sr. Trump es como querer enseñar a ser equilibrista a un elefante ebrio en medio de una cristalería. ¡Imposible!

La agenda mexicana en Estados Unidos. Es posible que se pueda ampliar el muro en la frontera norte. Pero para el Sr. T eso es secundario. El Muro (con mayúsculas) es un acto simbólico. Respondamos con otro acto simbólico: una declaración firmada por ciudadanos de ambos lados de la frontera rechazando la sola idea del muro. No se trata de discutir quién lo construye y quién lo paga. Simplemente señalar que es un acto hostil a México. Fuck your Wall! Punto.

Respecto del TLC nuestra respuesta debe ser parecida. Requiere más argumentos y los daré en la próxima entrega. Pero desde luego creer que el Sr. T entenderá la sutileza entre modernizar el TLC y mandarlo a la chingada me parece un acto de fe.

El espacio donde se desarrollará la verdadera batalla cultural es el tema de la inmigración. Como contexto histórico recomiendo la lectura de la tesis doctoral de Emily Sellars Essays on Emigration and Politics(Universidad de Wisconsin, 2015) sobre el vínculo entre migración hacia Estados Unidos y reforma agraria en los años 30 del siglo pasado y un excelente estudio sobre la Operación Espalda Mojada en los años 50 de Kelly Lyttle Hernández en Western Historical Quarterly (2006). Para la próxima entrega mis reflexiones al respecto.

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Twitter: gusto47

Fuente: La Jornada

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