El regreso de las viejas formas

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Por Luis Javier Valero Flores

 

Pocas veces podría ser tan afortunado citar a uno de los referentes del priismo de los últimos años, a Jesús Reyes Heroles, cuando afirmó que en política “la forma es fondo”.

La entrega del IV Informe de Gobierno de César Duarte al Congreso del Estado nos regresó al viejo formato de los informes, de cuando existía el régimen presidencialista, previo al año 2000.

Con el acuerdo de todas las fuerzas políticas acreditadas en el Congreso del Estado de Chihuahua, ante los ojos de los chihuahuenses, violaron el marco legal, la Constitución de Chihuahua y la ley orgánica del Poder Legislativo. Más aún, al celebrar la entrega del informe del modo en que lo hicieron, así sea en la forma, los legisladores locales están echando por la borda uno de los reclamos más sentidos de los mexicanos el de quitarle el boato a los informes de los titulares del Poder Ejecutivo, como una forma de ir disminuyendo, o acaso desapareciendo, la sumisión del Poder Legislativo ante los presidentes de la república o los gobernadores, según fuera el nivel de gobierno.

En lo que se ha manejado como una especie de concesión del mandatario en turno –que escuche los mensajes de los representantes de los partidos en el Congreso– los partidos de oposición (sí, ya sabemos que algunos sólo lo son de nombre) aceptaron que el Gobernador Duarte diera un discurso en el acto de ayer en el Congreso.

Ese mecanismo rompe con lo marcado por el texto constitucional el cual establece dos modos de presentar el informe: Entregarlo por escrito (en todos los casos) y ya; o entregarlo y dar un mensaje.  Si esto sucede, entonces la mecánica es distinta: Habla primero el Gobernador y luego, por el porcentaje ascendente de miembros de cada uno de los grupos parlamentarios, un representante, y al final el presidente de la Mesa Directiva, quien dará, así dice la ley, un mensaje general.

El propósito de esta mecánica era crucial: Que los diputados conocieran el contenido general del informe presentado y que entonces hicieran los señalamientos deseados por cada fuerza política.

Hoy es historia tal propósito, por lo menos en Chihuahua, a pesar de tener un precepto contrario en la legislación.

Ni en el grupo parlamentario del PRI existe tal vocación democrática, al contrario. Y si se apela a que los diputados de este partido, a pesar de ser mayoría, se opusieran, o que celebraran un mecanismo de acuerdo a la ley, es porque el escribiente sostiene que no se le puede perdonar tal exceso a este grupo. No puede aceptarse la extendida tolerancia que por ser del mismo partido del mandatario, sus compañeros diputados deberán aceptar la violación de la ley, así sea “chiquita”.

Y en los hechos, hasta la única fuerza de oposición parlamentaria, el PAN, con su actuación en el informe fortalece la creencia de que el Gobernador Duarte no tiene un contrapeso a su poder, el legal y el “extralegal” que tanto le han reclamado.

Por si fuera poco, a propósito del desdibujamiento democrático de esta fuerza política, deberemos recordar que fueron sus legisladores, cuando eran mayoría calificada en el Congreso de Chihuahua, quienes modificaron el texto constitucional, aún vigente, en los apartados que ahora abordamos.

Si ya aceptaron, todos, hacerlo de esa manera; si de todos modos el gobernante realizará su evento, en el que nadie lo tocará, nadie lo increpará o lo criticará –y con recursos públicos– y el del Congreso del Estado, igualmente nadie lo cuestionaría –pues era el último en hablar– y, tampoco nadie se atrevería a interpelarlo ¿Por qué no cambian la ley de una buena vez y hacen aún más evidente la complacencia hacia el titular del Poder Ejecutivo, cualquiera que éste sea?

¿Que es un asunto menor? Probablemente. No es un tema que seguramente le importe a la mayoría de los ciudadanos.

Pero sí ilustra el modo en que los diputados –los representantes populares, dicen las leyes– se supeditan al gobernante en turno.

Si lo hacen en asuntos tan triviales nos llevan a pensar que en otros, más trascendentales, acaso no actúen con la libertad e independencia que quisiéramos, y de ellos nos han dado, la actual legislatura, episodios a raudales; el último de ellos el escenificado por la representante del PRI en ese acto, Laura Domínguez, quien al iniciar su discurso saludó a la esposa del gobernador –el escribiente no peca de maleducado, merece todos nuestros respetos Doña Berta Gómez– como si se tratara de un acto, o de su partido, o social.

¿Por qué, por ejemplo, no saludó a los titulares de los otros poderes, o al secretario de Gobierno, o a los dirigentes de los partidos, o a los titulares de los órganos autónomos? Digo…

Y como en Juárez también soplan de estos aires, el secretario del Ayuntamiento, Jorge Quintana Silveyra, le exigió al director de Atención a Grupos Religiosos del Municipio, Edilberto Royval Sosa, recientemente nombrado secretario general del Partido Encuentro Social (PES), que elija entre el cargo municipal o el partidario. “Lo que yo le señalé es que él es un funcionario municipal y al aceptar ese cargo, él tiene dos patrones, tiene que determinar a cuál atiende”, le diría.

¿Les habrá exigido lo mismo a los funcionarios del Municipio, miembros de los órganos de dirección del PRI municipal y nosotros no supimos? ¿O al tesorero del ayuntamiento, por cobrar las cuotas partidarias para ese mismo partido? Bueno… El domingo la reflexión sobre el IV Informe.

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