El congresista republicano Steve King hace declaraciones abiertamente racistas contra inmigrantes latinoamericanos.
Por Albor Ruiz
Nancy Pelosi (D-Calif), líder de la minoría en la Cámara de Representantes, hizo unas declaraciones la semana pasada que le ganaron la ira de los republicanos.
“Creo que la raza tiene algo que ver con el hecho de que ellos (los republicanos) no presenten un proyecto de ley de inmigración”, afirmó. “Los he escuchado decir a los irlandeses: si fueran solamente ustedes, esto sería fácil”.
Si alguien duda de la veracidad de las palabras de Pelosi solo tiene que conocer a Steve King, alguien que, si el racismo fuera una virtud, estaría en los altares.
Tanto es el racismo de este congresista republicano por el estado de Iowa que, a pesar de su lastimosa mediocridad como legislador, ocupa un lugar de honor entre los extremistas de Washington por su odio desbocado a los inmigrantes.
Para muestra de ese odio basta un botón:
“También podríamos electrificar el alambre (en la frontera) con la clase de corriente que no mataría a nadie, sino que serviría simplemente para desalentarlos (a los inmigrantes potenciales) de ponerse a jugar con él”, manifestó King en un debate sobre el control de la frontera entre México y EEUU.
Y añadió: “Esto es lo que hacemos con el ganado todo el tiempo”.
Es difícil de creer, pero este hombre que deshumaniza a los inmigrantes equiparándolos con ganado, es nada menos que el vicepresidente del Subcomité de Inmigración de la Cámara de Representantes y uno de los políticos con mayor influencia sobre ese tema en Washington.
En esa posición, para sorpresa de nadie, King se ha dedicado a cerrarles todas las puertas a los indocumentados. No le ha importado que múltiples encuestas demuestren que la mayoría de los norteamericanos –esos que se supone él represente– favorezcan la legalización de los 11 millones de inmigrantes no autorizados que se encuentran en el país.
Siempre hambriento de publicidad, King es famoso no por sus escasos méritos al servicio de sus constituyentes, sino por sus delirantes declaraciones cargadas de odio racial.
No es fácil odiar a los Dreamers, niños que fueron traídos por sus padres ilegalmente a EE.UU., que han crecido en este país y que aspiran con un fervor digno de admiración a que se les otorgue la oportunidad de perseguir sus sueños de una educación superior. No es fácil a menos que uno sea Steve King.
La semana pasada King, quien en una ocasión anterior los había acusado de ser “mulas” de drogas, manifestó que los Dreamers que quieran alistarse en las fuerzas armadas no solo no deben ser aceptados sino que deberían ser deportados en el acto.
“Tenemos un autobús para Tijuana listo para ustedes”, fue su mensaje en reacción a un proyecto de ley llamado el ENLIST Act presentado por el Rep. Jeff Denham (R-Calif.) con apoyo bipartidista.
El ENLIST Act permitiría a los indocumentados ingresar a las fuerzas armadas y legalizar su situación migratoria una vez que completaran con éxito su servicio militar. Aunque cambiar libros por fusiles no sea nunca una buena idea, esto es algo que muchos Dreamers, que se sienten tan norteamericanos como el mismo King, desean hacer.
“La ciudadanía tiene que ser valorada, no regalada como caramelos en un desfile,” dijo King en un típico arranque de patriotismo de pacotilla.
Por cierto que King nunca cambió los libros por un fusil. Este extremista furibundo que apoyó con vehemencia enfermiza la guerra de Irak y sumó su voz a los que se desvivían por bombardear a Irán, no tuvo reparos en acogerse al diferimiento estudiantil para evitar servir en las fuerzas armadas durante la guerra de Vietnam. Patriotismo de pacotilla, sin duda.
El que un nativista recalcitrante como King ocupe un puesto de vital importancia para los millones de inmigrantes que tan abiertamente desprecia, deja al descubierto la magnitud del salto hacia la extrema derecha del liderazgo republicano, y le da la razón a Pelosi sobre el verdadero motivo de la incapacidad de ese liderazgo para actuar de buena fe para resolver la crisis migratoria.
De la tan cacareada reforma migratoria integral, gracias en buena medida a racistas como King, no queda más que un espejismo que se enarbola para contentar a los votantes hispanos. Por eso, la única alternativa real en estos momentos es exigirle al presidente Obama que use sus poderes ejecutivos para terminar de inmediato con las deportaciones que tanto dolor injustificable han causado a millones de familias inmigrantes.
Todo lo demás es pura habladuría.
albor.ruiz@aol.com
Fuente: Progreso Semanal