Por Lydia Cacho
Richard Herring es un comediante británico que alcanzó la fama con su puesta en escena del show “El pene parlante”; un poco en broma y otro poco en serio, este hilarante personaje que escribió el libro (que aun sigue sin traducción al español) llamado Talking Cock, dice que su obra es la respuesta masculina a Los monólogos de la vagina. Lo cierto es que la mayoría de sus observaciones están escritas con un humor no apto para moralinos.
Su autor nos habla de la anatomía del pene, la historia de la adoración al falo, las obsesiones, los nombres, tamaños y formas, los temores y las fantasías que los hombres tienen sobre su propio órgano. Lo que para el autor comenzó como una broma para sus sketches cómicos, terminó en una investigación con casi dos mil entrevistas. Una de las grandes revelaciones es que los hombres hablan constantemente sobre el poder de su órgano pero difícilmente cuidan la salud de su pequeño compañero (le sorprendería conocer las cosas horribles que les suceden). La entrevista que llevó a cabo es muy amplia: va desde preguntar sobre el tamaño del falo, si sienten amor por su órgano, si lo han bautizado, si han intentado lamerse a sí mismos, si alguna vez se les ha lastimado y, entre otras preguntas, les pide a los hombres que digan, si su pene pudiera hablar qué les diría en dos palabras. De una forma increíblemente divertida Herring lleva a los hombres a preguntarse aspectos sobre su masculinidad que nunca antes habían expuesto. El autor aclara que para la mayoría de los hombres es más fácil mostrar su pene que sus emociones; usted dirá si coincide con él.
Lo cierto es que además de las curiosas anécdotas sobre King Dong el famoso hombre que nació con el pene más largo del mundo, en la medida en que el libro avanza, Richard explora cómo se educa a los hombres para entender la virilidad a partir de la falocracia; es decir del mandato cultural que da valía a los hombres por ser dueños de un apéndice externo cuya labor principal es emitir orina y semen, además de darles placer erótico. Desmitifica igualmente el uso de las pastillas como Viagra y Cialis, porque muchos de sus entrevistados aseguran que si la mente no está excitada no sirve de gran cosa tener el falo erecto durante horas.
La salud sexual y reproductiva de los hombres es un tema central. Para querer tanto a nuestro pene, dice el comediante, qué poco lo cuidamos. Se refiere a la prevención de problemas de salud que van desde las enfermedades de transmisión sexual, hasta el cáncer de testículos, de pene y de próstata (que ciertamente es parte del sistema reproductivo masculino).
Herring cuenta que luego de ver la obra de teatro Defendiendo al cavernícola, escrita por Rob Becker, se sintió consternado. Me molestó, dice, que nos retraten a todos los hombres como cavernícolas, argumento que justifica que muchos se comporten como auténticos cretinos machistas. Herring explica que él, como el resto de la humanidad, no tiene ni idea de si los cavernícolas en realidad eran machos maltratadores; y le parece que ese argumento de que los varones simplemente actúan como irresponsables, agresivos y mentirosos porque heredaron genes de cavernícolas, es una estupidez que los hombres deberían descartar.
Todos somos diferentes, asegura el autor, aunque tengamos características similares. Me ofende, escribe, que nos retraten como estereotipos simplones; eso de que los hombres somos de Marte y las mujeres de Venus es una idea patética, estúpida e infantil. En realidad, argumenta, los hombres son de Inglaterra y las mujeres del resto de Europa. Nosotros, como el Imperio Británico, que se ha negado a ser parte de la Unión Europea, nos resistimos a idea de que nuestra posición de poder e influencia en el mundo ha cambiado en los últimos 50 años, pero no queremos soltar el poder, o la ilusión del poder. Algunos hombres se niegan a admitir esto; siguen diciendo que el que tiene pene manda, y están muy enojados.
Muchos, confiesa el autor, nos sentimos avergonzados de ser hombres. Porque no sabemos muy bien cómo definir nuestra masculinidad. Es, tal vez, porque en el fondo, como nos dijeron en la infancia, seguimos creyendo que somos superiores a las mujeres (a pesar de la evidencia que demuestra nuestro error). Tenemos nostalgia por un pasado patriarcal que, a decir verdad, nos cobró cara la cuenta a la mayoría.
El autor, luego de haber documentado cómo se comportan los hombres respecto a sí mismos, a su sexualidad, a sus inseguridades y a la violencia, escribe… “las feministas, el movimiento de derechos civiles y el movimiento gay han trabajado en la creación de un mundo donde las personas sean tratadas con tanta igualdad como sea posible, más allá de su género, sexualidad o raza. Nos están diciendo que todo el mundo tiene derecho a estar orgulloso de sí mismo; los hombres somos parte de esta batalla, no deberíamos de ir contra esta cruzada, sino sumarnos a ella.
“Los hombres necesitamos un código de masculinidad que no sea la tradicional hombría; yo diría que ser hombre es asumir responsabilidad de uno mismo y de quienes amamos, usar la fuerza física para proteger a quienes son más frágiles, usar la inteligencia para aceptar ayuda de quienes saben más que nosotros y aprender de nuestros errores.” Termina diciendo: hombre, ama a tu órgano, pero recuerda que tú no eres tu pene y tu pene no es tu identidad. Tu pene trabaja para ti…y para quien tú elijas para compartirlo.
@lydiacachosi
Fuente: Sin Embargo