Por Raymundo Riva Palacio
El spot de la campaña de Meade apunta hacia el estímulo de la aversión al riesgo, pensando que los mexicanos tienen en esa casilla a López Obrador. La aversión al riesgo se da principalmente cuando las cosas –políticas, económicas y sociales- marchan por buen camino. ¿Por qué arriesgar en las urnas si el entorno es favorable? Los riesgos se toman cuando las cosas no están bien y sufren deterioro. A los factores objetivos se le suman los subjetivos, dominadas por las reacciones emocionales en la toma de decisiones políticas, que son indivisibles. Las emociones no sólo moldean la forma como se piensa y actúa, sino también, de acuerdo con los especialistas, potencian la capacidad de deliberación.
Quienes tienen más aversión al riesgo son aquellos que tienen más que perder. Se puede argumentar entonces que quienes reconsiderarían más su voto, serían quienes están mejor educados y tienen niveles socioeconómicos por encima de la media. Si tomamos en cuenta las encuestas, tampoco es López Obrador quien sale peor librado. En la última medición de la empresa Buendía&Laredo publicada en El Universal en enero, la población con mayor escolaridad y mejores ingresos apoyaban a López Obrador en un 32 por ciento, contra 18.4 por ciento que respaldaban a Meade.
En términos de violencia, las imágenes proyectadas son parte del paisaje nacional, cuya gravedad no es responsabilidad de López Obrador, sino del gobierno del presidente Peña Nieto. Los camiones incendiados y los radicales que aparecen en el spot, no provocan lo que pretendía el spot, sino traen a la mente la violencia por el narcotráfico desbocado, producto del colapso de la estrategia del gobierno, cuyos números en homicidios dolosos son 20 por ciento superiores a los que tenía el expresidente Felipe Calderón, y significan el máximo alcanzado en la historia.
El spot también utiliza dos figuras sindicales recientemente reclutadas por López Obrador, la maestra Elba Esther Gordillo, y el líder minero Napoleón Gómez Urrutia, para subrayar que el candidato de Morena camina hacia la impunidad y les va a perdonar sus delitos. Gómez Urrutia, acusado de un fraude por 55 millones de dólares a un fideicomiso de 10 mil mineros, libró la acusación penal en 2014 y un juez le canceló las órdenes de aprehensión. El juez dijo que podría juzgársele en otro ámbito que no fuera el penal, pero la PGR optó por no denunciarlo. Entonces, quien le abrió la puerta de la impunidad fue el actual gobierno, no López Obrador. En el caso de la maestra Gordillo, se ha insistido en este espacio que es una prisionera política, al haberle fincado acusaciones que no se han sostenido. La acusación por la que podría juzgársele, el probable delito de fraude y desfalco al sindicato magisterial, nunca se le formuló.
En la actualidad, se puede alegar, quien ha generado riesgos para los mexicanos no es López Obrador, sino el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, en materia de seguridad, en incertidumbre económica y en los niveles de impunidad galopantes. Recurrir al miedo fue una estrategia que se utilizó en 2006 por la campaña de Calderón, en un entorno donde los negativos de López Obrador eran prácticamente iguales, o superiores, a los de su adversario. Hoy, las cosas han cambiado.
El spot es un nuevo lance fallido. Fue ideado por Alejandra Sota, responsable de Estrategia de Comunicación, y desarrollado por el argentino José Beker. Sota formó parte del equipo de Calderón de donde salió el spot de “un peligro para México”, reeditado en condiciones totalmente distintas a las de 2006, sin entender los cambios de paradigmas que se han vivido. Pero esto no es novedad. En la campaña del candidato oficialista, la equivocación ha sido la constante. La prueba contundente la dio la encuesta de Buendía&Laredo, cuando preguntó: “¿Cuál de los siguientes escenarios cree que sería el peor para México”? El 65 por ciento respondió PRI; el 27 por ciento, López Obrador. Más grave aún es que la tendencia contra el PRI, sube sin freno.