El papa Francisco está muy ocupado para Ayotzinapa

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Por Ciro Gómez Layva

Una vez difundida la agenda del viaje apostólico del papa Francisco, el padre Alejandro Solalinde elevó una solicitud sensata, lógica, asequible. Pedía que el Papa abriera un espacio para conversar con los familiares de los desaparecidos, “que tienen mucho interés e ilusión de encontrarse con él”.

El Papa llegará la noche del viernes 12 de febrero y regresará a Roma la noche del miércoles 17. Estará unas 120 horas en territorio mexicano. En Palacio Nacional, la Catedral, la Basílica de Guadalupe, Ecatepec, un hospital pediátrico del DF, el Auditorio Nacional, Tuxtla Gutiérrez, San Cristóbal de las Casas, Morelia y Ciudad Juárez, donde además de reunirse con jóvenes y celebrar una misa, recorrerá una cárcel.

“Por eso es difícil pensar que el Papa pueda sostener encuentros privados con grupos como los familiares de las víctimas”, me dijo ayer desde Roma Eugenio Lira, secretario general del Episcopado mexicano y coordinador de la gira papal. “Los espacios aparentemente libres en la agenda son para los traslados. El Papa aceptó esta agenda muy intensa, considerando su edad de 79 años”.

Esmerado en cuidar las palabras, monseñor Lira esbozó que los familiares, incluidos los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa, podrían estar presentes en la misa de las cuatro de la tarde del miércoles 17 en Ciudad Juárez, porque ahí el Papa hablará de las desgracias migratorias y dará un mensaje a las víctimas de la violencia.

–Es lamentable, eso revela la falta de sensibilidad de algunos pastores que han preferido las misas multitudinarias antes que el diálogo directo con las víctimas –me dice en respuesta el padre Solalinde–. Si los desaparecidos de Ayotzinapa, las 43 familias, no tienen lugar para él, entonces cuándo y en dónde los va a oír. Eso debe ser responsabilidad del gobierno de Peña Nieto, que tal vez presionó, pero también es falta de sensibilidad de los pastores.

–Los invitan a la misa en Juárez, Alejandro.

–¡A qué los invitan! –sube el tono este obstinado defensor de los migrantes–. ¡A qué le aplaudan al Papa! ¡Qué van a ganar los familiares con eso! Ahí no los van a escuchar y el Papa necesita escucharlos. Si no, qué tipo de México le van a presentar los obispos al Pontífice. Uno en el que todo está bien.

En la solicitud del padre Solalinde prevalece el concepto de que el Papa es un misionero que debería ver cuál es el estado de la justicia en el país. No sé si eclesiásticamente tenga razón, pero es indudable que la tragedia nacional de los últimos años se sintetiza en un nombre propio de torrencial fuerza expresiva: Ayotzinapa.

Como al padre Solalinde, me cuesta entender que el Papa no disponga de 30 minutos en las 120 horas de fiesta para abrazar a los padres. Que Francisco esté muy ocupado para Ayotzinapa.

Memos de 140. Por si quedaban dudas de fin de año, el presidente Peña Nieto homenajeará a la Policía Federal el martes en el Auditorio Nacional.

Fuente: El Universal

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