El Papa a tierra santa: apuesta riesgosa

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El Papa Francisco iniciará el sábado su primera visita a Oriente Medio escoltado por dos viejos amigos argentinos, un rabino y un líder musulmán, en una delicada misión para impulsar su iniciativa basada en el diálogo interreligioso como vehículo para fomentar la paz en la convulsionada región.

Pero en un lugar donde la religión y la política están intrínsecamente entrelazadas, el viaje de tres días a Jordania, los Territorios Palestinos e Israel convierte al líder de los 1.200 millones de católicos del mundo en un equilibrista de la diplomacia.

Todas sus acciones y palabras -desde sus reuniones con refugiados palestinos y sirios, sus encuentros con la disminuida comunidad de cristianos en Tierra Santa hasta sus entrevistas con jefes de Estado- serán observadas de cerca debido a su importancia política.

El programa oficial del Papa incluso aborda asuntos de extrema delicadeza diplomática que pueden alterar la política de Oriente Medio. Describe a la segunda parte del viaje, una estadía de seis horas a Belén, como una visita al “Estado de Palestina”, una expresión rechazada por Israel.

“No estamos muy contentos con eso, pero es un hecho (que el Vaticano está usando el término)”, dijo Oded Ben-Hur, un asesor diplomático del Parlamento de Israel y ex embajador en la Santa Sede.

En el 2012, el Vaticano enfureció a Israel al apoyar la decisión de la Asamblea General de Naciones Unidas de entregar a los palestinos el reconocimiento de facto como Estado. El Estado judío argumenta que dicha medida sólo puede tomarse luego de alcanzarse un consenso mediante negociaciones.

El Vaticano apoya la solución de dos estados para el conflicto de Oriente Medio, que asegura fronteras para Israel, pero existen posturas divergentes sobre el estatus futuro de Jerusalén.

Ciudad en disputa

El Vaticano desea garantías internacionales para proteger a Jerusalén como una ciudad sagrada del Cristianismo, el Islamismo y el Judaísmo.

Los palestinos quieren que Jerusalén del Este, que fue capturada por Israel en la guerra de 1967, se convierta en capital de su futuro Estado, mientras que el Estado judío sostiene que la ciudad es su capital “eterna e indivisible”.

La mayoría de los estados, incluyendo al Vaticano, no reconocen el dominio israelí sobre Jerusalén y mantienen a sus embajadas en Tel Aviv.

En una aguda ilustración de las complejidades de la situación política, en lugar de realizar un corto vuelo de Belén a Jerusalén, el Papa Francisco volará en helicóptero a Tel Aviv y después tomará otra aeronave hacia Jerusalén.

A fin de resaltar su convicción de que las tres grandes creencias monoteístas del mundo pueden convivir en la región, Francisco invitó a un rabino y a un líder musulmán a acompañarlo por primera vez en un viaje papal oficial.

Los dos argentinos – el rabino Abraham Skorka y Omar Abboud, director del Instituto para el Dialogo Religioso de Buenos Aires, son amigos de Francisco desde sus tiempos como cardenal en su país de origen.

Su presencia es “una señal extremadamente fuerte y explícita” sobre la importancia del diálogo religioso en la región, dijo el portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi.

Skorka visitará los Territorios Palestinos y una zona musulmana clave de Jerusalén, mientras que Abboud acudirá al Muro de los Lamentos y al monumento de Yad Vashem dedicado a las víctimas del Holocausto.

Fuente: Reuters

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