Por Álvaro Delgado
Así, el PAN se va ir vaciando de militantes y los que lo controlan terminarán devorándose entre sí: “En ese reparto de poder, mientras menos poder queda, menos gente se quiere adentro. Y esa es la extinción. Se llama canibalismo. Así acaba el modelo cártel: en canibalismo”.
Hace mucho que PAN renunció a la democracia interna que lo caracterizó por décadas en la oposición y que en el poder defendía, al menos en el discurso, pero en la reciente definición de candidaturas ya ni las formas guardó: la cúpula las definió por dedazo y las aprobó, sin discusión y por unanimidad, como en los regímenes comunistas.
El Consejo Nacional, el máximo órgano de dirección de Acción Nacional, definido como la “conciencia” de ese partido, solía ser el espacio para la deliberación, la negociación y el acuerdo, pero ni siquiera se reúne y delegó en su Comisión Permanente las grandes decisiones, tomadas por 50 panistas.
Igual como se hizo con la aprobación de la alianza con el PRI, partido contra el que nació hace 81 años, en la sesión del miércoles 3 de febrero, los caciques del PAN se cerraron a los ciudadanos para colocar a los suyos en las principales candidaturas y posiciones, que cada vez son menos.
Marko Cortés, aconsejado por Santiago Creel, hasta le tapó la boca a Felipe Calderón con la candidatura de su esposa, Margarita Zavala, y desistió de sus críticas y de las “11 condiciones” que exigió para regresar al PAN, tras el fracaso de México Libre.
Los dueños del PAN son los caciques y es también un “partido cártel”, como lo vaticinó, hace tres años, el escritor Carlos Castillo López, director de la revista Bien Común de ese partido.
“El partido cártel es aquel cuyo funcionamiento sólo se explica a partir del reparto de los espacios de poder y, si no hay poder, no hay nada”, resumía el autor de Nuevas cartas a un joven panista. ¿El PAN, en crisis?
Era marzo de 2018, ya con Ricardo Anaya como candidato a la Presidencia de la República, el hijo del ideólogo Carlos Castillo Peraza anticipaba que, ganando o derrotado, el PAN seguiría deteriorándose.
“En caso de que el resultado sea negativo –decía–, seguirá la cerrazón para evitar que nueva gente entre, que es lo que pasa con las afiliaciones cerradas, que permiten tener un control de padrón y el control del padrón permite el triunfo. Es el modelo cártel”.
Y tras el fracaso de Anaya, el peor candidato presidencial del PAN en tres décadas, Cortés ganó la dirigencia con los grupos que controlan el padrón, cuyos caciques ahora se repartieron las candidaturas, desdiciéndose de su apertura a la sociedad civil.
Así, el PAN se va ir vaciando de militantes y los que lo controlan terminarán devorándose entre sí: “En ese reparto de poder, mientras menos poder queda, menos gente se quiere adentro. Y esa es la extinción. Se llama canibalismo. Así acaba el modelo cártel: en canibalismo”.
Dos ejemplos del deterioro del PAN como partido cártel son Jalisco, donde gobernó tres sexenios consecutivos y hoy es un partido marginal, y Baja California, donde gobernó tres décadas, hasta consideró postular al priista Jorge Hank Rhon y va por la exreina de belleza Lupita Jones.
Más aún: así como en 2018 se produjo una avalancha de renuncias al PAN, ahora la decisión de aliarse con el PRI y la exclusión de cuadros en los estados al margen de los caciques ha generado renuncias a diario…
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