Por Epigmenio Ibarra
Lo que la nación atestiguó la noche del 15 de septiembre pasado no fue solo una celebración más del ritual republicano con el que, tradicionalmente, se festeja la Independencia de México.
La diferencia entre este y otros gritos no estuvo solo, para citar a don Daniel Cosío Villegas, en “el estilo personal de gobernar” de Andrés Manuel López Obrador.
Suprimió ciertamente el ceremonial casi monárquico que hasta ahora imperaba. No desfiló recibiendo el aplauso de las y los cortesanos vestidos de etiqueta ni salió al balcón acompañado de su prole. Enfrentó solo a la nación y propuso, en sus 20 vivas, una ruta a seguir.
Aunque se agradece la elegancia y sobriedad de una ceremonia que otros habían convertido en circo, en sainete, en ofensivo escaparate de la riqueza y los privilegios de unos cuantos, lo más importante —a mi juicio— no se produjo en Palacio, sino allá abajo, en la plancha del Zócalo.
Las más de 130 mil personas que abarrotaron la Plaza de la Constitución protagonizaron un hecho inédito en la historia de nuestro país. Más que un grito por la independencia, lo que se produjo esa noche en el corazón de México fue un verdadero referendo. Un acto inusual, multitudinario y explícito de apoyo al mandatario que más ataques ha recibido, por parte de los medios de comunicación, desde que accedió al poder.
Un referendo a voz alzada que dejó claro ante el país y el mundo el nivel de aprobación que tiene López Obrador y el aval ciudadano con el que cuenta su propuesta de emprender la 4ª transformación.
Ese otro grito: el “No estás solo”, coreado insistentemente por decenas de miles de personas que además tuvo eco en las conciencias de millones de ciudadanas y ciudadanos en todo el país y desbordó las redes sociales, constituye un nuevo punto de partida para el quehacer político en México.
Nadie en su sano juicio puede seguir pensando que descarrilar al gobierno de AMLO es todavía posible. Las aspiraciones golpistas de la derecha conservadora respaldadas por intelectuales y periodistas (que hicieron cuentas alegres y se apresuraron a pronosticar la debacle) han quedado desfondadas.
De nada han servido los miles de millones de pesos invertidos en campañas de fake news, en columnas en la prensa y en las opiniones vertidas a toda hora de comentaristas de radio y tv. Pese a toda la tinta vertida en su contra, a las horas de transmisión empeñadas en desacreditarlo, la gente no ha dejado solo a López Obrador.
Algunos de los más conspicuos de sus adversarios ya lo advirtieron y mandaron, vía Twitter, sendos mensajes de reconciliación. El Presidente, en lugar de acomodarse en la victoria aplastante obtenida en la plaza, respondió de inmediato en la mañanera tendiéndoles la mano.
Ya veremos si aceptan o no esa mano que hoy les tiende un presidente que cree en que la diversidad de opiniones es consustancial a la democracia y no exige, como hacían antes los inquilinos de Los Pinos, sumisión e incondicionalidad ante el poder.
Ya veremos si personajes como Vicente Fox y Felipe Calderón siguen negándose a escuchar ese otro grito y a aceptar que aquí, como también lo dejaron claro las fuerzas armadas en el desfile del 16, la 4ª transformación cuenta con el apoyo de la mayoría de las y los mexicanos.
@epigmenioibarra