Mordidas, favores sexuales y “otras gratuidades” son algunos de los regalos que grupos criminales mexicanos hacen a agentes fronterizos estadunidenses a cambio de sus “servicios”, afirmó este miércoles el inspector general del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés), John Roth, ante la Cámara de Representantes.
Por Mathieu Tourliere
A raíz del incremento de las medidas coercitivas que adoptó el gobierno de Estados Unidos para vigilar su frontera sur, “las organizaciones del narcotráfico se han vuelto más violentas y peligrosas, así como más astutas”, aseveró Roth al precisar que ya “empezaron a reclutar y corromper a empleados del DHS”.
Por ejemplo, dijo, en días recientes descubrieron que durante años un agente fronterizo y un guardia penitenciario ayudaron a traficantes mexicanos a ingresar al país del norte.
Los corruptos les proporcionaban información sensible, como mapas, códigos de puertas y otros accesos, además de la localización de las unidades de control fronterizo, o les advertían previamente sobre algún operativo antidrogas.
Otro agente, integrante de la unidad de inteligencia de la Patrulla Fronteriza, trató de proveer el mismo tipo de información a traficantes, sin embargo, los supuestos criminales eran en realidad agentes federales estadunidenses. El oficial corrupto fue encarcelado por tres años.
Ante legisladores estadunidenses, John Roth expuso un balance de las 16 mil 281 quejas por “mala conducta” por parte de agentes del DHS que recibió su oficina en 2014. Estas denuncias generaron 564 investigaciones, que a su vez desembocaron en 112 inculpaciones penales y 36 acciones personales, informó el funcionario.
También recordó el caso de dos agentes fronterizos que levantaron a cuatro personas caminando en el desierto con las mochilas cargadas de mariguana. Aquellos obligaron a los “traficantes” a quitarse los zapatos y sus chamarras y a comer grandes cantidades de mariguana. Luego quemaron sus pertenencias y los abandonaron en el desierto, a “kilómetros del abrigo más cercano”. Los agentes fueron sentenciados a solamente dos años de cárcel.
Roth aseveró que su oficina realizó investigaciones sobre delitos de “uso excesivo de la fuerza”, un eufemismo para definir “incidentes que resultan en heridas serias o la muerte e incluyen alegaciones de que el uso de la fuerza fue excesivo o que violó potencialmente los derechos civiles de la víctima” cometidos por agentes fronterizos.
Espías borrachos
El funcionario estadunidense destacó que si bien un “gran número” de los 240 mil empleados del DHS se desempeñan como oficiales o agentes en la frontera, la dependencia federal tiene a su cargo los servicios aduaneros, servicios secretos y la Administración de Seguridad de Transporte, cuyos funcionarios también adoptaron “malas conductas”.
En marzo pasado, “uno o más” agentes de los servicios secretos ingresaron a los sistemas de datos personales y visitaron el perfil de un individuo “quien luego se convirtió en un miembro del Congreso”.
Durante la visita oficial del presidente Barack Obama a la VI Cumbre de las Américas en abril de 2012, que se realizó en el puerto colombiano de Cartagena de Indias, 12 agentes de los servicios secretos solicitaron los servicios sexuales de mujeres colombianas.
Lo anterior recuerda las fiestas en las que participaron entre 2005 y 2008 agentes de la Agencia Antidrogas estadunidense (DEA, por sus siglas en inglés) en misión en Colombia, con prostitutas colombianas pagadas por los cárteles del narcotráfico.
En el caso del encuentro oficial de abril de 2012, Roth explicó que “tres mujeres salieron de los cuartos sin pedir dinero, cinco pidieron su dinero y fueron pagadas y cuatro pidieron dinero pero no fueron pagadas”.
Una de ellas llevó a un policía colombiano a tocar la puerta del cuarto de hotel de un agente estadunidense, pero no contestó. Otro oficial salió y le pagó.
En su exposición ante los legisladores, Roth se mostró preocupado ante las “malas conductas” que adoptaron los agentes del DHS bajo la influencia del alcohol. Tal fue el caso de un oficial de los servicios secretos durante una visita presidencial en Tailandia. Su desaparición preocupó a los militares estadunidenses, quienes movilizaron “recursos intensivos” para localizarlo. El agente llegó finalmente al aeropuerto con cuatro horas de retraso, con aliento alcohólico. El avión militar en el que iba a regresar a Estados Unidos se había ido. Fue suspendido por siete años.
A un agente de la División de Operativos Especiales, más precisamente del Equipo de Contra Ataque, lo encontraron tirado afuera de la recámara en la que se hospedaba en La Haya, en Holanda. “No podía recordar el momento que se fue del restaurante o cómo había regresado a su hotel”, dijo Roth.
Fuente: Proceso