Por Efrén Rodrigo Herrera/ AP
Durante recientes visitas de los presidentes de Estados Unidos, Barak Obama, y China, Xi Jinping, diversos analistas dijeron que la economía mexicana, con un crecimiento del 3,9% en el 2012, está llamada a superar a la de Brasil, que enfrenta serias dificultades.
Se habló incluso del surgimiento del “Tigre Azteca”, aludiendo a las pujantes economías del sudeste asiático.
Esa comparación, sin embargo, podría estar equivocada.
Cuando faltan apenas cinco meses para que se cumplan las primeras dos décadas de la entrada en vigencia del denominado TLC (Tratado de Libre Comercio o NAFTA por sus siglas en inglés), las cifras indican que, más allá del crecimiento del comercio exterior, lo que tiene la economía mexicana es un aparato productivo atado a la maquila de bienes destinados al mercado del norte con alta participación de insumos importados.
En otras palabras, México cumple 20 años con números negros en materia comercial gracias a sus socios del norte, Estados Unidos y Canadá, pero no ha logrado anclar a la industria nacional la producción de los bienes que exporta.
Quienes piensan a largo plazo y ven pasar administración tras administración que presenta reportes con grandes cifras de comercio global, probablemente piensen en el popular tango que dice “que 20 años no es nada”.
Pero lo cierto es que la economía mexicana está dejando pasar los beneficios del TLC sin hacer los cambios que necesita la industria para reducir la dependencia que tienen sus exportaciones de materias primas importadas.
Cuando el TLC entró en vigor en enero de 1994, el componente extranjero de los bienes exportados estaba en niveles del 75%, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
En la actualidad, cuando las ventas externas de México casi se han multiplicado por seis, al pasar de 65.366,5 millones de dólares en 1993 a 370.751,6 millones de dólares anuales en 2012, la dependencia del componente fabricado en el exterior sigue rondando el 75%.
En otras palabras, México exporta televisores a Estados Unidos, pero desde los microcomponentes, hasta los enchufes son importados. Empresas mexicanas tienen a cargo la producción en serie de los celulares insignia de Canadá, pero todas sus partes llegan desde países como Indonesia, China y Malasia.
Prácticamente en esa relación comercial del trío del norte, a través del TLC, la industria azteca está encargada de producir solamente los empaques de cartón e imprimir los instructivos de los aparatos que exporta.
Un país como Malasia, cuya incursión en el mercado internacional como parte de las llamadas economías emergentes comenzó a la par con el estreno de México en el TLC, registra un ritmo similar de crecimiento de sus exportaciones.
Las ventas malayas pasaron de 37.584 millones de dólares a 217.678 millones de dólares en las últimas dos décadas, según datos del Departamento de Estadísticas de Malasia. Sin embargo, fabrica sus propios microcomponentes y otros elementos necesarios para producir su oferta exportable.
Las exportaciones de México representan la tercera parte del PIB, mientras que las de Malasia superan el 90%, según cálculos con datos del FMI a diciembre de 2012.
Más allá del tema comercial, el crecimiento de la economía malaya también evidencia muestras de mayor fortaleza.
Hace 10 años, mientras la economía azteca crecía el 1,7% la malaya lo hacía al 5,8%. En 2009, tras la crisis financiera mundial, el PIB de México cayó 6% y el de Malasia 1,5%, según cifras del Banco Mundial. En 2012 el crecimiento fue de 3,9% y 5,6% para México y Malasia, respectivamente.
Por su parte el FMI revisó a comienzos de julio su proyección de crecimiento para México y la fijó en 2,9% para 2013, mientras que para los países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés),a la que pertenece Malasia, la fijó en 5,6%.
Según datos del FMI, los principales componentes del PIB de Malasia son: 42,1% industria, servicios 48% y agricultura 10%. Según la misma fuente, el componente principal del PIB de México es el sector servicios con 63,4%, industria 32,8% y agricultura 3,9%.
Mientras la Secretaría de Economía mexicana da cuenta de que el país registró inversión extranjera directa por 12.659 millones de dólares en 2012, con reducción del 34,9% frente a 2011, el Banco Central de Malasia reportó 112.448 millones de dólares como inyección directa de capital foráneo en la industria de ese país.
Para nadie es un secreto que la economía mexicana ha disfrutado de una especie de luna de miel derivada del TLC, con Estados Unidos como su principal socio comercial al que, dicho sea de paso, le conviene que le fabriquen sus productos en forma barata y masiva al otro lado de su frontera sur.
La pregunta es: ¿Qué pasará con México cuando los políticos en la Casa Blanca y en el Congreso estadounidense pasen de la demagogia a la acción y creen los incentivos tributarios que han ofrecido durante los últimos años para que los empleos que las empresas se han llevado al exterior regresen a la Unión Americana?
Si eso llega a pasar, quienes hoy llaman a México el Tigre Azteca tendrán la oportunidad de ver si en realidad tiene las suficientes rayas y garras para ser tigre.
Fuente: AP