El mensaje de Cienfuegos

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Por José Gil Olmos

El caso de tortura en Ajuchitlán, Guerrero, por parte de militares y policías federales a una mujer, es uno de tantos que desde hace años se vienen denunciando en todo el país y que forman parte de esta guerra no convencional en la que están atrapadas las fuerzas armadas y policiales.

Pero si se trata de un caso más entonces por qué el general Salvador Cienfuegos salió a disculparse ante más de 25 mil soldados reunidos en la plaza Damián Carmona de la zona militar en un evento que parecía más una convocatoria de unidad ante futuras tempestades que una acción de disculpa ante la sociedad.

El general Cienfuegos ha sido protagonista en varios actos públicos en los que ha participado más con un mensaje político que como tradicionalmente lo hacía el jefe de las fuerzas armadas, con discursos institucionales.

En noviembre del 2014, por ejemplo, al participar en el inicio de construcción de un nuevo cuartel para la Policía Militar, en Monterrey, el secretario de la Defensa dijo que los militares aportaban sus mejores esfuerzos al servicio de los ciudadanos sin amedrentarse “por juicios injustos, algunos sin duda erróneos, carentes de fundamento, malintencionados y que la institución armada nacional no merece”.

El discurso del general se dio bajo el contexto de dos casos en los que las fuerzas militares estuvieron y están bajo el escrutinio nacional e internacional: las ejecuciones en Tlatlaya y los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa.

Dijo mucho más en esa ocasión. Pidió acabar con “la indolencia, la insensibilidad, el silencio, la violencia desmedida y la complicidad” que obstruyen y limitan la verdadera esencia de la justicia. Y terminar con el rumor, la intriga y la deslealtad que, dijo, “corroen cimientos, mancillan convicciones, frenan el potencial que tiene el país y debilitan las instituciones”.

Hoy que una vez más se pone en entredicho a las fuerzas militares, que desde Estados Unidos la candidata Hilary Clinton pidió que respeten más los derechos humanos y que se difundió ese video donde se muestran a dos mujeres, una militar y otra policía, torturando a otra mujer, el general Cienfuegos vuelve a aparecer con un discurso político pero con armadura castrense.

Nada es gratuito y menos cuando Cienfuegos habló en un acto que parece desproporcionado para ofrecer disculpas como el realizado el sábado 16 en el corazón de la Secretaría de la Defensa Nacional ante miles de soldados, un día después de que se “filtró” el video de la tortura.

Contra la costumbre de guardar silencio, casi de inmediato la Secretaría de la Defensa reconoció el hecho y dijo que ya se había denunciado ante la PGR.

El mensaje del general Cienfuegos un día después pareciera tener un trasfondo más importante que una disculpa social.

En un contexto de exacerbación ciudadana, de brotes de inconformidad social por acciones desastrosas, actos de corrupción y de saqueo por integrantes del gobierno, del surgimiento de grupos de autodefensas que buscan frenar la violencia en sus lugares de origen y, sobre todo, ante los visos de grandes movimientos sociales en víspera de las elecciones del 2018, el protagonismo de las fuerzas armadas es y será importante.

Más que Cien Fuegos, el jefe del Ejército pareciera ofrecer disculpas anticipadas ante los miles de fuegos que podrían suscitarse en el país y que desde fuera se ven con preocupación porque podrían propalarse en tiempos de crisis. Ante este riesgo, ojala no sean disculpas adelantadas por lo que habrá de hacer.

Fuente: Proceso

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