Un médico de Calcuta combate la narrativa occidental sobre la madre Teresa, el mito que la llevará a los altares este domingo. Aroup Chaterjee revela que encontró una “cultura de sufrimiento” en los hogares gestionados por la organización de la Madre Teresa, donde ataban niños a las camas y el único medicamento que le daban a los pacientes terminales era aspirina. Las Misioneras de la Caridad forzaban la conversión de sus paciente, relata en una entrevista con The New York Times.
Criticar a un icono global de la paz, la fe y la caridad no es fácil. Pero es lo que ha hecho el doctor Aroup Chatterjee durante gran parte de su vida: es uno de los críticos más visibles de la Madre Teresa de Calcuta.
Chatterjee, un médico de 58 años, reconoció que su lucha ha sido solitaria. “Soy el indio solitario. Le dediqué mucho tiempo. Habría pagado por hacerlo. Bueno, pagué por hacerlo”.
Su tarea está a punto de volverse mucho más complicada porque la Madre Teresa será declarada Santa en septiembre.
En realidad, la crítica de Chatterjee es tanto sobre la percepción de Occidente de la Madre Teresa como sobre su propio trabajo. A medida que se acerca la canonización, Chatterjee espera que se abra el diálogo sobre el legado de la monja en Calcuta, donde comenzó su obra por los “más pobres de entre los pobres” en 1950.
Cuando era joven, a Chatterjee, nativo de Calcuta, le molestaba la narrativa que rodeaba a la Madre Teresa, en especial la descripción de la ciudad como un “hoyo negro”, uno de los lugares más desesperados de la Tierra.
Tras crecer en Ballygunge, un barrio de clase media de Calcuta en los años cincuenta y sesenta, dijo que la ciudad que recuerda era cosmopolita y próspera. “Cada aerolínea que existía aterrizaba aquí”, añadió.
Como capital del Imperio británico en la India durante 140 años, Calcuta era considerada una de las joyas de la corona. Cuando los británicos trasladaron su cuartel general a Delhi en 1911, según reconoce Chaterjee, comenzó el lento declive.
El doctor fue militante de un partido político de izquierda a finales de los años setenta y principios de los ochenta mientras estudiaba medicina en Calcuta y se movía con frecuencia por los suburbios más pobres. Durante su año de prácticas también vio pacientes de una de las “zonas rojas” más antiguas y más difíciles de la ciudad.
Originario de la cosmopolita Calcuta, el doctor Aroup Chatterjee es uno de los más intensos críticos de la canonización de la religiosa
“Nos acostumbramos a ver muchos abusos a mujeres y niños”, dijo, y señaló que la ciudad aún tenía dificultades para absorber a los refugiados de la guerra civil con lo que entonces era Pakistán del este, ahora Bangladés.
“Nunca vi monjas en los suburbios en los que trabajé”, dijo. “Creo que es una aventura imperialista de la Iglesia católica contra una población oriental, una ciudad oriental, que ha hecho mucho daño a nuestro prestigio y nuestro honor”.
Tras cientos de horas dedicadas a la investigación, la mayor parte recogidas en un libro que publicó en 2003, Chaterjee dijo que encontró una “cultura de sufrimiento” en los hogares gestionados por la organización de la Madre Teresa, las Misioneras de la Caridad, donde ataban niños a las camas y el único medicamento que le daban a los pacientes terminales era aspirina.
No solo él sino otros dicen que la Madre Teresa llevó su vocación por la frugalidad y la simplicidad a extremos y permitió prácticas como la reutilización de agujas hipodérmicas. También dice que toleraba instalaciones en las que un paciente tenía que defecar frente al otro.
Pero no fue hasta que se mudó al Reino Unido en 1985 y aceptó un trabajo como médico en un hospital rural que se dio cuenta de la reputación que Calcuta había adquirido en el extranjero.
En 1994, Chatterjee contactó a Bandung Productions, una empresa del escritor y cineasta Tariq Ali. Lo que comenzó como una llamada telefónica de 12 minutos se convirtió en una oferta de Channel 4 para filmar una investigación sobre el trabajo de Teresa de Calcuta. Christopher Hitchens fue la persona elegida para presentar lo que se convertiría en El ángel del infierno, un documental con mirada escéptica.
El año siguiente, Chatterjee viajó por todo el mundo reuniéndose con voluntarios, monjas y escritores familiarizados con las Misioneras de la Caridad. En más de cien entrevistas, escuchó historias sobre personas que sin la formación necesaria administraban medicinas de más de 10 años de antigüedad o cómo sábanas llenas de heces se lavaban en los mismos lugares que los platos.
En el pasado, cuando se han hecho críticas similares, las Misioneras de la Caridad no han negado estas informaciones pero han dicho que las monjas trataban de solucionarlo. Hoy, dicen que consultan habitualmente con logopedas y fisioterapeutas para cuidar a personas con discapacidades físicas y mentales. Y las monjas dicen que a menudo llevan a los pacientes que necesitan cirugía o mayores cuidados a hospitales cercanos.
“En la época de la Madre Teresa, esos fisioterapeutas ya venían, pero en esa época, no había tantos”, dijo Sunita Kumar, portavoz de las Misioneras de la Caridad.
Ahora, añadió Kumar, varias monjas se han formado “para mejorar su formación médica” y el mantenimiento general de las instalaciones ha mejorado.
Chatterjee estuvo de acuerdo con que tras la muerte de la Madre Teresa en 1997, los hogares gestionados por la orden comenzaron a tomarse más en serio sus prácticas sanitarias. Se eliminó la reutilización de jeringas, por ejemplo.
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Durante los años en que Chatterjee ha hecho campaña para que se produzcan cambios en las instalaciones, siente que los habitantes de Calcuta se han vuelto contra él.
“Pensé que la gente me recibiría con rosas y guirnaldas en Calcuta si les contaba que iba a exponer esto. Fui un tonto”.
Parte de la protección colectiva hacia la Madre Teresa, en opinión de Chatterjee, puede atribuirse al Premio Nobel de la Paz, que la monja recibió en 1979. “Los habitantes de Calcuta están fascinados con el nobel”. Un escritor local, Rabindranath Tagore, fue el primer asiático en ganar el Premio Nobel de Literatura en 1913. Otros, cree, simplemente tienen miedo de hablar.
Pero el doctor Chatterjee dijo que el lugar que ocupa la Madre Teresa en el canon occidental ya es suficiente para que muchos la agasajen con una mentalidad de inferioridad colonial. “Si Occidente dice que es buena, debe ser buena”.
Ahora, antes de su canonización, varios nacionalistas hindúes han comenzado a hablar contra su figura desde diversos puntos de vista. Argumentan que las Misioneras de la Caridad forzaban la conversión de sus pacientes. Chatterjee se siente más seguro ahora cuando la critica porque el partido nacionalista Bharatiya Janata está en el poder.
Y sobre cómo Occidente recibió su trabajo, Chatterjee dice que existía el apetito por la parte más sensacionalista de su historia.
“No piensan en la dignidad de una ciudad del tercer mundo o en cómo su prestigio ha sido dañado por una monja albanesa. Es obvio que están interesados en las mentiras y los charlatanes y el fraude, pero la historia completa no les interesa”, dijo.
Cuando le preguntan si el hecho de que se convierta en santa puede perjudicar su campaña, Chatterjee dijo que seguirá su lucha por esclarecer su legado durante todo el tiempo que sea necesario.
“Para mí, nunca dejará de existir el diálogo, porque creo que si el mito continúa, el tema continúa. No lo dejaré. Es así de simple”.
Fuente: The New York Times