Por Gustavo Leal F.*
Después de 36 años de entramado neoliberal, en la primera quincena de 2020 se desató una brutal campaña de desprestigio del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi). ¿Contra qué nuevo diseño de política pública de salud de la Cuarta Transformación (4T) se orienta esa campaña? Dos formulaciones recientes del secretario Jorge Alcocer Varela descubren con claridad el objetivo de esta guerra mediática de alta intensidad.
La primera corresponde a lo dicho durante la instalación de la Junta de Gobierno del Insabi (14/12/19). Ahí señaló: no ha sido fácil enfrentar la corriente neoliberal en el sector. Y es que la enfermedad no es un asunto de cada quien, sino un problema de todos. Nuestro pueblo requiere urgentemente de medicamentos, servicios, unidades dignas e instituciones. Por eso, el modelo postula mantener a las personas sanas, controlando los riesgos para la salud y padecimientos, privilegiando la prevención, de modo que la población disfrute de bienestar. No se trata de descuidar la atención a los enfermos. En este gobierno y en este momento creemos que la salud debe defenderse como un derecho social básico que corresponde a todo ser humano
. Y destaca: en lugar de usar el sistema como espacio de negocios, la misión es un compromiso humano. Para la 4T, entonces, reorientar el paradigma de atención es trabajar desde la comunidad para vivir en bienestar, con una prioridad: primero los pobres. Además, señala Alcocer Varela, contra la inercia de un viejo sistema que no concebía al humano en el centro, el accionar del gobierno es una lucha de valores y concepciones, como de práctica y operación.
La segunda tuvo lugar el Día de la Enfermera (6/1/20). Ahí agregó: tenemos que hacer hincapié en los servicios integrales, no sólo curativos, sino también en aquellos que aborden las necesidades en cuanto a la promoción a la salud, lo importante que es la prevención, rehabilitación y el tratamiento temprano de enfermedades. Recordar siempre que un fuerte primer nivel de atención es base para el desarrollo de un sistema de salud. La salud pasará de la palabra escrita y muerta a cada una de nuestras comunidades.
Al ignorar deliberadamente las nuevas piezas de política que la 4T ha puesto sobre la mesa, con casi el mismo formato, sin casi ofrecer argumentos de fondo, saturada de calificativos y hasta abiertos insultos, la brutal campaña no avanza un paso en el debate democrático sobre el profundo viraje puesto sobre la mesa para el rediseño de la política pública.
La campaña pretende dos cosas principales: primero, agregar a los consabidos pendientes económicos y de seguridad que enfrenta la 4T, un tercer gran pendiente: el de la salud. Y segundo, sólo busca volver al pasado neoliberal: restaurar el finalmente extinto Seguro Popular. Su objetivo es microscópico.
Ello ilustra el tamaño y magnitud de los intereses afectados por el emplazamiento adelantado por el Alcocer Varela y confirma que la brutal campaña no aspira a dilatar un centímetro la aguja de la deliberación democrática sobre la situación sanitaria nacional y sus correspondientes políticas públicas. Por cierto, deliberación de dientes para afuera en la que tanto se escuda esa campaña, pero que claramente no materializa. La campaña es incapaz de debatir lo nuevo sin desprenderse del viejo paradigma que la arrastra y la ciega, aferrándose desesperadamente al último (muy) fallido ensayo neoliberal: eso que no era Seguro ni mucho menos Popular.
Por supuesto que en el nuevo emplazamiento del doctor Alcocer hay un problema efectivo: la así llamada prueba de fuego de la implementación del nuevo diseño que durante las horas iniciales del Insabi ha tocado ruidosamente a la puerta. Sí, el presidente Andrés Manuel López Obrador debió agregar a su oferta de gratuidad –siempre y desde el principio– que ella sería progresiva y gradual, tal como marca el decreto que instala el Insabi ( Diario Oficial de la Federación, 29/11/19) y que no cubre a las instituciones de seguridad social, ni al tercer nivel. Incluso, como sugerí en su momento, pudo expresarse mejor refiriéndose a servicios y medicamentos para todos. No gratuitos. Porque eso no existe. Alguien los paga.
Reglar lo más pronto posible esa gratuidad –siguiendo los 180 días que establece ese decreto– es lo que sigue. Pero la tarea de revisar cómo el diseño sanitario de la 4T acierta o falla en la implementación –tal como ocurrió con el fracaso del Seguro Popular y sus antecedentes neoliberales desde la administración de Miguel de la Madrid hasta Enrique Peña Nieto– ha sido ya iniciada, documentada y proseguirá.
Como he documentado durante 2018-19, los desafíos del nuevo diseño en su implementación son muy grandes y de pronóstico reservado.
El nuevo emplazamiento apuesta sus piezas frente a una incierta implementación. Pero la tarea de ese análisis no se aprecia en la campaña dinamitera. Ella sólo ratifica no estar a la altura del serio debate que ya se cursa sobre el sistema de salud que México requiere. En suma: sólo es una campaña contra el Insabi.
* Gustavo Leal F. Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco
Fuente: La Jornada