El gran experimento de Colorado

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EDITORIAL/ The New York Times

Nueva York— En enero, Colorado desafió al Gobierno federal e incursionó con firmeza en el mundo de la mariguana recreativa legal, terreno que ningún otro estado había pisado.

En el transcurso de siete meses, los habitantes de Colorado han estado fumando e inhalando legalmente mota, mascando dulces y chocolates condimentados con mariguana y bebiendo, cocinando y untándose productos con aceite de cannabis. Están cultivando su propia droga, haciendo su propio aceite y almacenando en dispensarios marcados con cruces verdes y palabras como ‘salud’, ‘bienestar’ y ‘remedios naturales’. Los turistas están sumándose al movimiento –mirando, tomando muestras y hospedándose en hoteles. Los negocios se encuentran al alza, los impuestos están fluyendo, los emprendedores de la mariguana están construyendo, invirtiendo y percibiendo ingresos.

Las ventas de mariguana registradas entre enero y mayo significaron para el Estado ingresos aproximados de 23.6 millones de dólares provenientes de impuestos, licencias y cuotas. No se trata de una suma enorme en un presupuesto de 24 billones, pero dista mucho de no ser nada, y es dinero que no se embolsó el mercado negro.

El sistema de justicia penal está corrigiéndose. Las consignaciones por mariguana se hallan descendiendo en todo el estado –en enero el periódico The Denver Post descubrió una baja del 77 por ciento respecto al año anterior. Dado el inmenso desperdicio, en dólares y vidas jóvenes, de los encarcelamientos injustos por mariguana que con demasiada frecuencia se ordena contra hombres negros, tal vez ésta sea la tendencia más esperanzadora de todas.

A un visitante lo que lo sorprende es lo pronto que la industria de la mariguana se ha vuelto algo normal –en Denver abundan las fachadas de tiendas de cannabis, sin ser llamativas, ciertamente no como tan a menudo lo son las licorerías. Las operaciones de cultivo de mariguana se llevan a cabo en bodegas sin marcas localizadas en los extremos industriales de la ciudad.

Los daños ominosamente pronosticados de la legalización –como la decadencia, la violencia, el disparo en los índices de adicción y otros males– siguen siendo preocupaciones imaginarias. De hecho, en Denver hay menos robos que hace un año. Por otra parte, el aumento de inversión y de empleos en construcción, turismo y otras industrias es real.

Legal, seguro y gravado

Por esto es por lo que el pueblo de Colorado votó abrumadoramente al reformar en el 2012 la constitución estatal ‘a fin de regular la mariguana como el alcohol’, astuto enfoque que colocó firmemente en una categoría elemental un importante cambio social. La promesa de la Enmienda 64 constituye una oleada de ingresos fiscales para la educación, la prevención del abuso de drogas y la investigación –con hasta 40 millones anuales para construir escuelas y 10 millones para estudiar los beneficios terapéuticos y médicos de la mariguana.

En un estado donde la mariguana médica es legal desde el 2000, haciendo poco daño evidente, la mayoría de los electores consideraron un siguiente paso sensato la medida por legalizar su uso recreativo.

Si bien el gobernador John Hickenlooper se opuso a la Enmienda 64, admite que el debate ya terminó –que ahora se trata de asunto de buen gobierno, y su administración está intentando hacer que funcione la legalización. El Gobierno estatal comenzó el año bien preparado, estableciendo pronto un sistema a efecto de regular el nuevo negocio y para vigilar la aplicación de la red de leyes que limitan estrictamente dónde se puede consumir la mariguana, quién puede adquirirla y cómo se fabrican, se promocionan y se venden los productos. Un sistema de inventario digital rastrea cada planta ‘desde que es semilla hasta que se vende’. La ley prohíbe el consumo y la venta públicos a los menores de 21 años. (Recientemente, en varios operativos de reguladores estatales se determinó que el 100 por ciento de las tiendas revisadas en Denver y Pueblo cumplían con la ley sobre la edad). La Policía está tomando medidas contra las violaciones por molestar al fumar en público pero no pierde tiempo persiguiendo a los usuarios, quienes más allá de eso acatan la ley.

A fin de mantener a los conductores intoxicados fuera de las calles, el estado se halla ampliando hasta 300 el número de policías entrenados como ‘expertos en reconocimiento de drogas’. Combatir a quienes manejan drogados es complicado, pues no existen pruebas instantáneas para detectar la mariguana en las vialidades y aunque las hubiera los resultados podrían carecer de sentido; los consumidores regulares podrían presentar en la sangre concentraciones de THC, el ingrediente psicoactivo de la mariguana, muy superiores al límite legal de Colorado de cinco nanogramos por mililitro y manejar perfectamente, y es posible detectar la mariguana semanas después de haber bajado su efecto.

Las investigaciones sobre los peligros de combinar la mariguana y el volante son escasas, pero también lo es la evidencia de que la mariguana legal vuelva más peligrosas las carreteras. En abril, la Patrulla Estatal de Colorado reportó que durante el primer trimestre del 2014 los accidentes fatales descendieron 25.5 por ciento en relación a un año antes.

Los problemas de los comestibles

Durante los primeros meses posteriores a la legalización, a los partidarios de la mariguana los sorprendieron fuera de base las quejas sobre los riesgos de sobredosis de los alimentos y las bebidas con mariguana. Gracias a los aceites de alta potencia, una sola barra de chocolate o envase de refresco puede contener suficiente THC como para drogar a varias personas. El consumidor podría no darse cuenta de lo anterior hasta una o dos horas después de que comió o bebió demasiado.

Varias visitas a emergencias con niños enfermos por productos digeribles dieron pie a que en mayo el estado volviera más estrictas las leyes referentes al etiquetado, exigiendo que los productos se marquen claramente como mariguana. El jueves pasado, se promulgó una ley de emergencia estableciendo que los comestibles se dividieran –o se hicieran fácilmente divisibles– en porciones unitarias que no contuvieran más de 10 miligramos de THC. Pero aún persiste la duda en torno a cómo etiquetar las piezas unitarias de dulce o mantener los tentadores productos fuera del alcance de los niños.

Los opositores a la legalización han aprovechado dos muertes registradas en Colorado que recibieron mucha publicidad y posiblemente vinculadas con productos digeribles –un estudiante de visita que comió varias galletas con mariguana y saltó de un balcón; un hombre acusado de balear con consecuencias fatales a su esposa tras ingerir dulce con mariguana y quizá tranquilizantes. Pero dichas anécdotas distan de constituir un argumento persuasivo para que se renueve la prohibición, sin que aún haya evidencia de que el THC, incluso en grandes cantidades, se acerque siquiera a ser tan letal como el alcohol o el tabaco.

Para desalentar a los menores en el consumo de la mariguana, el estado está destinando 17 millones a prevención y educación juvenil. Este mes se dará a conocer una campaña publicitaria dirigida a menores de 12 a 15 años, quienes son considerados más dispuestos a ser persuadidos que los jóvenes de mayor edad. La campaña se concentrará en el riesgo potencial de la mariguana para los cerebros en crecimiento, usando figuras como gigantescas jaulas para ratas y el eslogan: ‘no seas ratón de laboratorio’. El estado dice que la campaña de persuasión es honesta y científicamente sólida. Sin embargo, algunos críticos se muestran escépticos, citando una larga historia de inefectivas campañas antidrogas y un siglo de histeria y evidencia cuestionable sobre los peligros de la mariguana.

Lecciones más allá de las Rocallosas

‘El modelo Colorado de medicación y legalización es un modelo diseñado en torno a retroalimentación continua y ajustes continuos’, dijo Christian Sederberg, abogado en un despacho de Denver dedicado al derecho y la defensa de la mariguana. Otras entidades permanecerán muy atentos a dichos ajustes’.

El estado de Washington, el cual aprobó en el 2012 la legalización sometiendo la iniciativa a votación en las urnas, abrió en julio sus primeros dispensarios recreativos. Está siguiendo un modelo distinto, con controles mucho más estrictos en la publicidad y las exhibiciones públicas, así como un severo proceso de otorgamiento de licencias que, hasta el momento, ha permitido el establecimiento de un número relativamente reducido de tiendas de mariguana, con dotaciones limitadas y a precios muy altos. Aún no está claro el efecto que la legalización tenga para eliminar las operaciones ilegales en Washington.

Seattle posee un mercado negro tan abundante y barato que los establecimientos de mariguana podrían terminar convertidos en novedad para los turistas.

Treinta y cinco estados y el Distrito Columbia cuentan con leyes que permiten algún tipo de mariguana de usos medicinales. Alaska y Oregon en otoño pondrán a consideración de los electores la legalización completa. Los negociadores de la industria tienen la esperanza de tener en el 2016 proyectos de ley para la legalización en las urnas de hasta seis entidades.

Los activistas están intentando que California sea uno de ellos. Fue el primer estado en legalizar la mariguana medicinal, en 1996, y por lo tanto tiene los mayores antecedentes con una abierta cultura del cannabis. Muchos la consideran una legalización de facto, ya que resulta fácil tramitar las credenciales para obtener mariguana de usos medicinales. Si bien la experiencia californiana muestra las desventajas de las leyes inefectivas y la vigilancia débil, no ha convertido a la entidad en un caso de adicción, delito o trastorno comunitario desenfrenados. El apoyo a favor de la legalización completa ha aumentado en el estado, al tiempo que no se han corroborado los espantosos pronósticos de desastre hechos a lo largo de dos decenios.

Una discordancia similar existe en Holanda, que durante años ha tolerado –aunque nunca legalizado– la mariguana recreativa, a fin de separar a los consumidores de drogas suaves de los de opiáceos duros. Dicho sistema constituye una extraña combinación de tolerancia y delincuencia. Las cafeterías donde se ofrece mariguana en el país tienen que recurrir a mercancía del mercado negro y, mientras las ciudades se han cansado del turismo en busca de la mariguana, en vista de la fuerte resistencia han intentado restringir el consumo a los habitantes locales.

Mientras tanto, recientemente Uruguay se convirtió en el primer país en regular el cultivo y la venta nacional de la mariguana a través de un sistema en el cual el precio lo controla el Estado y todos los involucrados –vendedores, distribuidores, compradores– deben ser ciudadanos y tener licencia otorgada por el Gobierno. El objetivo es poner fin al monopolio de los narcotraficantes y a la narcoviolencia. Aún está por verse el éxito de este enfoque, lo mismo que su aplicabilidad en Estados Unidos.

Todo bien hasta ahora

Más allá de los retos de la mariguana que se come y la ansiedad paterna, la mayoría de los problemas que Colorado enfrenta son prosaicos y corregibles –o se encuentran fuera de su alcance.

Durante un congreso sobre la mariguana efectuado en junio en Denver, se solicitó a varios panelistas considerar ‘las amenazas existenciales’ para su industria, como el peligro de que futuras medidas drásticas pudieran enviarlos a un penal federal. Reconocieron con pesar dicha posibilidad, pero manifestaron su esperanza de que pronto el impulso a nivel estados se vuelva imparable, arrastrando incluso a la rama ejecutiva del Congreso en la dirección correcta. Por ahora su experimento permanece firmemente establecido, avanzando, junto a la opinión pública, hacia un futuro aun más alejado de la fracasada guerra contra las drogas.

 

Fuente: The New York Times vía El Diario

 

 

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