El fracking pone en riesgo agua nacional

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Extraer gas natural mediante la fractura hidráulica pone en riesgo la disponibilidad de agua potable en México, advierten expertos

Por Roberto Garduño

La reforma energética aprobada por el Congreso de la Unión cuyo objeto fue la apertura de la industria petrolera al sector privado -hecho que ya sucedía de facto en México-, contiene un capítulo referente a la extracción del gas conocido como gas de pizarra o lutita.

Es el mismo gas natural conocido por la mayoría de las personas, con la diferencia de que se encuentra atrapado en sedimentos de roca abundantes en esquisto y otros materiales orgánicos, a profundidades que varían desde mil a cinco mil metros.

Las rocas en que se encuentra atrapado tienen baja permeabilidad, y es necesario fracturar la roca hidráulicamente para que el gas ascienda a la superficie, esta técnica es conocida como fracking, o fractura hidráulica.

El fracking resulta una de las técnicas de mayor riesgo para la disponibilidad de agua potable en el país. Para la fractura de un solo pozo se requieren de 9 a 29 millones de litros de agua, la cual es inyectada a presión y, de abrirse los 20 mil pozos anuales que se planean en la industria, se requeriría una cantidad de agua equivalente a la del consumo doméstico de entre 4.9 y 15.9 millones de personas en un año.

Ricardo Mejía Berdeja, vicecoordinador del partido Movimiento Ciudadano en la Cámara de Diputados informó que el miércoles 19 de febrero se celebrará un foro en San Lázaro con objeto de analizar las consecuencias de ese tipo de explotación de gas en México.

Y es que mediados de los años 90, se emprendió una política de sustitución de combustóleo por gas natural, en su mayoría para la generación de energía eléctrica, y de forma minoritaria para el sector industrial, argumentando que el gas natural permitiría emplear el ciclo combinado, una de las tecnologías más eficientes para la generación de energía eléctrica, lo que generaría menores costos de producción y ahorro de energía.

Entre 1996 y 2012, el consumo de gas natural para la generación de energía eléctrica aumentó, pero no se procuró asegurar su producción y aprovechamiento, mismo que es vital para el funcionamiento de las plantas de ciclo combinado, por lo que ante el crecimiento del consumo, la única solución para mantenerlas en funcionamiento fue importar este combustible, por lo que la cifra de gas natural adquirido al extranjero aumentó de 84 a 89 millones de pies cúbicos diarios.

Dada esta situación, el sector ha tenido un crecimiento mayoritariamente privado, al igual que las tres plantas receptoras de gas natural licuado que proviene de diferentes regiones del mundo, pues también son operadas por privados.

Como consecuencia de esta política los años 2012 y 2013 se vieron caracterizados por una crisis de abasto de gas natural que incluso orilló a la importación del combustóleo para la industria, justamente el combustible que se había decidido dejar de producir en primer lugar.

Los resultados perniciosos de la explotación del gas lutita se documentan en Estados Unidos, donde se han registrado mas de mil casos de contaminación de fuentes de agua cerca de pozos de gas de esquisto. En total, se han identificado más de 2,500 productos y 750 tipos diferentes de químicos en el fluido de perforación y algunos estudios señalan que los productos utilizados durante esta técnica pueden causar infertilidad, cáncer y defectos congénitos, entre otras enfermedades.

En este sentido es importante señalar que se desconoce la totalidad de químicos que se emplean durante el procedimiento, pues las compañías se amparan en el secreto industrial para no revelar la mezcla exacta. Los químicos que se han logrado identificar son sólo aquellos que han sido encontrados en la valoración de muestras de tierra y yacimientos de agua cercanos a los pozos de explotación.

La extracción, procesamiento, transporte, almacenamiento y distribución del gas de esquisto supone la emisión de sustancias contaminantes a la atmósfera. El noventa por ciento de estas emisiones se encuentra compuesto por metano (CH4), cuyo escape es superior en un 30 por ciento al de los proyectos de gas natural convencional, generando un efecto invernadero 21 veces más potente que el dióxido de carbono (CO2).

La peligrosidad de esta técnica ha ocasionado que Francia y Bulgaria prohíban totalmente la extracción de hidrocarburos por fracking y otros estados como Rumania, Alemania, Suiza e Italia tramitaran moratorias en algunas de sus regiones para detener el uso de esta técnica con base en el principio precautorio.

“Las graves consecuencias sociales y ambientales que produce el fracking advierten sobre la necesidad de contar con un marco legal adecuado que prohíba su uso, contrario a la propuesta mayoritaria que simplemente planea la incorporación de la técnica a la estrategia energética nacional, sin tener en cuenta los problemas que conlleva”, refirió Mejía Berdeja.

Fuente: La Jornada

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