En una muestra ardiente de su poder, el volcán Etna hizo estruendo esta semana en la isla italiana de Sicilia, al soltar fuentes de lava y expulsar cenizas que podían verse a kilómetros de distancia.
La más reciente erupción del volcán más grande y activo de Europa empezó el 27 de febrero y se prevé que dure varios días más.
Credit Antonio Parrinello/Reuters
Las erupciones frecuentes del Etna han sido vigiladas y temidas durante miles de años. Una especialmente grande en el siglo XVII cambió la forma de la costa siciliana debido a la lava. Estallidos más recientes han sido de menor magnitud, pero aun así suficientemente peligrosos como para llevar a evacuaciones de pueblos cercanos y a la interrupción del tráfico aéreo por las fumarolas.
El 28 de febrero, las autoridades italianas dijeron que la erupción de esta semana ya no posaba un peligro para los habitantes de los pueblos en la ladera y los vuelos en el aeropuerto más cercano, en Catania, operaron de manera normal.
En 1981, un estallido del Etna destruyó casi cinco mil hectáreas de viñedos y bosque, además de decenas de hogares rurales y centros vacacionales.
El flujo de la lava interrumpió los servicios telefónicos y de electricidad, cubrió las vías del tren y bloqueó las carreteras. Los temblores causados por otra erupción, en 2002, resultaron en la evacuación de mil personas.
Sin embargo, el volcán de 3.322 metros de altura también ha nutrido a la isla. Sus estallidos han generado una tierra rica en minerales aprovechada por agricultores y vinicultores, además de que el monte se ha convertido en una atracción turística.
Fuente: NYT