El dolor se puede ver en el cerebro

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Un nuevo estudio indica que fue posible “ver” el dolor en imágenes del cerebro y, por primera vez, medir su intensidad y determinar si un fármaco está disminuyéndolo, informó un grupo de científicos.

Aunque la investigación se encuentra en sus primeras etapas, abre la puerta a muchas posibilidades.

Las imágenes podrían ser utilizadas algún día para determinar si el dolor está afectando a un bebé, a una persona con demencia o a otra paralizada e incapacitada para hablar. Ello podría conducir a la creación de nuevos analgésicos menos adictivos, e incluso podría ayudar a verificar las afirmaciones de que alguien padece una discapacidad.

“Muchas personas padecen dolor crónico y no siempre se les cree. Vemos esto como un medio para confirmar o corroborar la existencia de dolor en caso de duda”, dijo el miércoles Tor Wager, neurocientífico de la Universidad de Colorado, plantel de Boulder.

Wagner encabezó la investigación, publicada en la revista New England Journal of Medicine. Hasta ahora se trata solamente del dolor sentido a través de la piel mediante el calor aplicado a un brazo. Se requieren más estudios sobre dolores más comunes, como los de cabeza, espalda y los causados por diversos tipos de enfermedades.

Los especialistas independientes dijeron que la investigación permite medir de forma objetiva una de las experiencias más subjetivas.

El dolor es el motivo principal por el que la gente acude al médico, y no hay forma de cuantificarlo salvo lo indicado por el paciente. Un gran objetivo de la neurociencia es encontrar pruebas o imágenes que ayuden a diagnosticar las dolencias que vienen acompañadas por componentes mentales y físicos como el dolor, la depresión y el estrés postraumático.

Aunque muchos estudios han localizado zonas cerebrales que se iluminan ante la presencia del dolor, el nuevo trabajo es el primero en desarrollar un indicador que combina todas esas señales que pueden utilizarse para medir el dolor.

“Este es un trabajo muy emocionante. Lograron un enorme avance al tomar en cuenta los patrones cerebrales”, dijo el doctor David Shurtleff, subdirector adjunto del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas, que ayudó a patrocinar el estudio. “Necesitamos que el cerebro nos proporcione un indicador del dolor. La información que da el paciente es insuficiente. No es confiable ni precisa”.

La investigación consistió en cuatro experimentos realizados en la Universidad de Columbia y aprobados por una comisión para asegurar que los participantes no fueran lesionados. A 114 voluntarios sanos se les pagaron de 50 a 200 dólares para que se sometieran a un elemento de calor colocado en el antebrazo a diversas temperaturas, pero no lo suficientemente intensas como para causar quemaduras o daños permanentes. Algunos de los experimentos requerían que aguantaran el dolor de 10 a 20 segundos.

Se utilizaron imágenes de resonancia magnética funcional -que no requieren radiación como los rayos X_, las cuales registraron cambios en la actividad cerebral medidos en base al flujo de sangre. Varias computadoras generaron marcas o patrones a partir de esas lecturas.

Fuente: AP

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