El día después: ¿qué sigue?

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Por Gustavo Gordillo

Las reglas de candidaturas independientes deben simplificarse y fomentarse. Empero el tema central es cómo transitar de la fragmentación al pluralismo.  La pregunta entonces es: ¿existe una coalición social y política para impulsar estas transformaciones? Empero el tema central es cómo transitar de la fragmentación al pluralismo

En mi artículo anterior llamando a votar, desee que el resultado electoral para el Congreso federal y los resultados en varias gubernaturas expresaran el desencanto con los tres partidos principales y la enorme desconfianza a darle a ningún partido o coalición un mandato contundente que pudiera conducir a una lectura errónea sobre el grado de deterioro social en el país.

Resultados. Me parece que esto ocurrió. Los tres partidos principales perdieron votos y territorios. El PRI no recuperaba la mayoría parlamentaria desde 1991 pero en ese año la recuperó solo: ahora con el 29 por ciento del voto requiere del Verde, del Panal y probablemente de Encuentro Social. El PAN tuvo uno de los peores resultados en elecciones intermedias. El PRD perdió el DF. Morena ganó el DF pero perdió el sur-sureste, su fuente fundamental de votos y es marginal en el centro-norte. El Verde perdió votos y prestigio si acaso le quedaba algo.

Novedades electorales. Gana Movimiento Ciudadano gracias a sus candidatos cuasi-independientes. Y las candidaturas independientes. Su peso real es diferente y también su peso simbólico. Pero el Bronco en Nuevo León, Clouthier en Sinaloa, Martínez en Morelia y Kumamoto en la zona metropolitana de Guadalajara; superaron los obstáculos enormes puestos al proceso de candidaturas independientes. El voto nulo no creció, pero en parte es una expresión de protesta. Más importante aún para un grupo relevante de ciudadanos –más que en las elecciones intermedias anteriores, pero que no llega a 50 por ciento del padrón total– el espacio electoral sigue siendo central para decidir quienes gobiernan y en qué ámbitos.

El momento actual. Lo define la desarticulación que se expresa en debilidad de las instancias típicas de procesamiento de conflictos –sindicatos, asociaciones gremiales, asociaciones cívicas, y sobre todo partidos–, pero también en capacidad de implementación de políticas. Se confunde frecuentemente pluralismo con fragmentación. Tenemos mucho de lo segundo y poco de lo primero.

Los canales de mediación y resolución de conflictos están azolvados. La capacidad de los gobiernos frente a conflictos sociales se mueve entre la amenaza del garrote, las represiones selectivas, los intentos de cooptación y la capitulación frente a poderes fácticos.

La disyuntiva. Si nos quedamos en el terreno de las reglas electorales entonces la discusión es cómo resolver la fragmentación partidista. Algunos plantean la segunda vuelta.

Otros creemos que debe reconfigurarse el sistema de partidos regresando a muchas de las reglas pre-1996. Dos particularmente: registros condicionados al resultado electoral y asociaciones políticas nacionales. Que sean los ciudadanos lo que resuelvan las características del sistema de partido no supone la fragmentación. Eso ya lo tenemos. Con el registro condicionado se podría graduar, por ejemplo uno por ciento del voto total para reconocerse como partidos, 2 por ciento para acceder a las prerrogativas públicas, 3 por ciento para acceder al Poder Legislativo. Las asociaciones políticas nacionales, estatales o municipales podrían ser comunidades de ciudadanos con posibilidad de participar en elecciones en alianza con partidos y además, centros de iniciativas y formación ciudadanas. El tema del financiamiento requiere revisarse: menos financiamiento público pero sólo de éste me parece la fórmula adecuada.

Las reglas de candidaturas independientes deben simplificarse y fomentarse. Si se abre la opción de nuevos partidos sujetos a los resultados electorales que obtengan, quizás éstas sean más proclives a presentarse en los ámbitos locales y estatales.

Empero el tema central es cómo transitar de la fragmentación al pluralismo. Esto requiere impulso de muchas formas orgánicas de intermediación y de una fundamental reforma del Estado.

La pregunta entonces es: ¿existe una coalición social y política para impulsar estas transformaciones?

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Fuente: La Jornada

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