El contexto histórico del Asalto al Cuartel Madera

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Por Francisco Javier Pizarro Chávez

El Asalto al Cuartel Madera abordado el 23 de septiembre de 1965 del “Grupo Popular Guerrillero” lidereado por Arturo Gámiz y Salvador Gaytán, es concebido tradicionalmente, como un enfrentamiento militar que dejó una estela de muertes, lo que es real, pero no evidente.

Históricamente, desde que se abordó como gobernador el General Práxedis Giner Duran, se deterioró el contexto social generado por la “revolución de 1910-1917”, partir de la cancelación de la presidencia de la República de Lázaro Cárdenas.

Gamiz y Gaytán ya lo habían advertido. El 11 de septiembre de ese año, enviaron en el periódico “Índice”, un desplegado al general y mandatario de Estado, Giner Duran. Se los comentó textualmente:

“Nos hemos levantado en armas para hacer frente a los cacicazgos como el de José Ibarra y Tomás Vega, que agobian al estado, una vez que agotamos los medios legales sin fruto alguno; una vez que nuestros esfuerzos de años fracasaron  en virtud del apoyo incondicional que el gobierno del estado proporciona a los caciques que por décadas se han dedicado impunemente a explotar como bestias a campesinos, a humillarlos y sancionarlos, a quemarles sus ranchos, robarles su ganado y violar a sus mujeres”.

“Durante años, por las buenas estuvimos pidiendo justicia, pero usted señor gobernador, nos despidió siempre con insultos; se puso de parte de los latifundistas y les dio fueros. Empuñamos las armas para hacer por nuestra propia mano la justicia que le niega a los pobres”.

Hemos declarado varias veces que estamos dispuestos a dejar las armas a condición de que someta al orden y a la ley a los caciques como Ibarra, y se repartan las tierras que mediante despojos y candidatos han acaparado. La respuesta suya ha sido enviar más de mil soldados a liquidarnos, y armar bandas de conocidos asesinos que nos persiguen con saña. Conste, pues, que usted es el responsable de que haya empezado a derramarse sangre”.

“La misión del ejército es la de proteger las instituciones emanadas de la Revolución, y no la de actuar como mercenarios al servicio de los peores caciques. Sin embargo, algunos jefes y oficiales están recibiendo dinero de esos caciques, que utilizan el ejército como instrumento de sus turbios intereses; están tomándose facultades que no les corresponde; proceden al margen de la Constitución y de las propias ordenanzas militares; atropellan al pueblo indefenso; comercian con la vida de sus soldados y los están empujando a cometer fechorías que los desprestigian y acarrean el odio del pueblo, y los están exponiendo a choques en los que necesariamente sufren muchas bajas”.

“Hemos dicho y lo: no queremos matar soldados; nada tenemos contra ellos siempre y cuando respeten a las familias. Los consideramos de clase pobre y explotados, que están en el servicio únicamente por necesidad, teniendo que soportar el despotismo y los abusos de sus superiores. Nuestra lucha no va dirigida contra el ejército sino contra los caciques. Pero los soldados enviados en nuestra persecución en vez de buscarnos se dedican a cometer desmanes contra los rancheros indefensos: matan el ganado, queman sus casas y sus huertas, molestan a sus mujeres, torturan a los rancheros, sobre todo los niños. Ante esta situación, nos hemos visto obligados a hacerles frente y castigarlos por sus fechorías; y en tanto sigan molestando a las familias y sigan protegiendo caciques y asesinos, seguirán expuestos a nuestras balas”.

“Lamentamos las bajas sufridas por el ejército, pero de ello, es usted –Giner Duran– el único responsable. Le hemos dicho anteriormente que nos gustaría verlo acá, en la sierra, al frente de sus tropas, para que se convenza de un par de cosas: es fácil mandar soldados a la muerte; es fácil lanzar insultos a los maestros y estudiantes en su oficina, valiéndose del cargo que tiene. Lo difícil es empeñar un arma, introducirse en la sierra y hacernos frente”.

“Usted, con sus torpezas y sus caprichos, ha agravado los males del estado. Le hemos pedido que reconozca su incapacidad y renuncie y salga del estado que tan mal ha servido. Se lo repetimos ahora; renuncie váyase del estado o lo sacamos por la fuerza, cueste lo que cueste y corra la sangre que corra”.

Este profundo y extraordinario mensaje del contexto histórico de entonces, publicado por Arturo Gámiz y Salomón Gaytán –jefe político y jefe militar del Grupo Popular Guerrillero—encolerizo al nefasto General Giner Duran, gobernador de Chihuahua, a tal grado que los guerrilleros que fallecieron en el Asalto al Cuartel Madera, les impidieron a sus familiares los velaran en un ataúd y los sepultaran. Ordenó a los soldados que los enterraran en una fosa al grito de “Querían tierra, pues dénsela hasta que se harten”.

Veremos y diremos, si las nuevas generaciones entienden que el Asalto al Cuartel Madera, no fue solo un acto militarista, sino, sobre todo, un contexto histórico del pueblo vulnerado, agobiado por el entonces gobernador, los caciques y terratenientes. 

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