Por John M. Ackerman
El trabajo apenas se inicia. La enorme lección histórica que el pueblo mexiquense dio ayer al viejo régimen de la corrupción institucionalizada en el estado de México no será recibida con humildad por los oligarcas y sus empleados del Pacto por México. El grupo que hoy controla el país simplemente no sabe aceptar la derrota. Cuando no ganan por las buenas, arrebatan por las malas. El último coletazo del dinosaurio antes de su caída será fuerte y violenta.
Los adversarios de la democracia y la alternancia verdadera harán todo lo posible por utilizar los tribunales para robarle su triunfo a Delfina Gómez Álvarez y, si no logran su cometido, hacerle la vida imposible a la maestra de Texcoco desde el primer día de su gestión. Si ayer no escatimaron esfuerzos en comprar votos, acarrear ciudadanos, robar urnas y agredir los líderes de la oposición, una vez que Gómez Álvarez tome el poder serán capaces de intentar sabotear todos y cada una de las acciones del nuevo gobierno.
Contar con un gobierno que proteja y se preocupe por los ciudadanos significará un verdadero avance. Liberarnos del yugo de la represión neoliberal y la corrupción estructural abrirá la puerta para un florecimiento social sin paragón.
Pero hay que tener claro que el control sobre los aparatos gubernamentales es apenas el primer paso hacia el rescate de la República. Enrique Peña Nieto y el PRIANRD no son, al final de cuentas, más que viles sirvientes de la oligarquía nacional y los flujos de capital financiero trasnacional.
Recordemos que solamente el pueblo puede salvar al pueblo. Un verdadero gobierno democrático es uno que empodera la ciudadanía, genera una nueva conciencia crítica y logra transformaciones de fondo en la relación entre el gobierno, la sociedad y la economía. Gobernar no es lo mismo que administrar las instituciones gubernamentales.
Los futuros gobiernos de Morena tienen la responsabilidad histórica para demostrar que son radicalmente diferentes a cualquier gobierno en la historia reciente del país. La esperanza no solamente se vota, sino que también se ejerce todos los días desde el poder público.
El fracaso del Partido de la Revolución Democrática en lograr una verdadera transición democrática en el país no fue solamente por su enorme corrupción y oportunismo, sino también por su visión excesivamente estrecha de las necesidades del país. La tercera vía
de la socialdemocracia hipócrita está muerta. No tiene sentido alguno intentar revivirlo. Es un cadáver estéril e inútil.
Ha nacido una nueva era de gobiernos con profundo compromiso social y visión republicana. Pongamos todos de nuestra parte para permitir finalmente la materialización de una democracia verdadera para todos y cada uno de los mexicanos.
Twitter: @JohnMAckerman
Fuente: La Jornada