Por Darío Ramírez
Por primera vez en cinco años al frente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), Raúl Plascencia compareció en el Senado de la República el día de ayer. Por tibieza parlamentaria se le llamó “reunión de trabajo”, pero al final fue un ejercicio de rendición de cuentas del ombudsman nacional. La razón de por qué era la primera vez que se presentaba a un ejercicio de esta naturaleza nos advierte de la protección partidista con la que cuenta Plascencia. Lejos del escrutinio real, el presidente de la CNDH gusta de eventos solemnes con el Presidente de la República y altos funcionarios, por ejemplo, cuando presenta sus informes anuales. Por cierto, es importante subrayar que el informe 2013 no fue presentado ante el pleno de la SCJN, como era costumbre, y simplemente el Presidente de la Corte le solicitó que lo mandara para su lectura.
Ataviado con un traje oscuro y corbata gris, sin emoción alguna en su rostro, Raúl Plascencia se enfrentó a señalamientos puntuales de senadores sin dar respuesta precisa a muchos de ellos. Al mismo tiempo, durante la comparecencia se dejó ver la coraza de protección que goza el presidente por el PRI, PVEM y algunos miembros del PAN (por ejemplo, la senadora Mariana Gómez del Campo -con lazos familiares con Plasencia- que afirmó que como a ella la ha atendido bien la CNDH el funcionamiento de esta es óptimo, así como lo lee). Los senadores críticos del trabajo de la CNDH se allegaron de información de organizaciones defensoras de derechos humanos que todos los días se enfrentan ante la incompetencia, omisión o negligencia de la CNDH. La información presentada a los senadores por las organizaciones estaba basada y fundamentada, no en letanías discursivas de protección de derechos humanos, sino en casos reales que reflejan la profunda incompetencia de la CNDH y su presidente en muchos casos de violaciones a derechos humanos.
Durante la comparecencia se tocaron diversos temas, sin embargo, los temas críticos fueron en relación con el deficiente trabajo de la CNDH sobre la masacre de 72 migrantes en San Fernando Tamaulipas, y sobre la posición de la CNDH sobre las leyes que limitan y criminalizan la protesta social en Chiapas, Puebla y Quintana Roo.
Sobre la masacre la CNDH enfrenta un amparo interpuesto por la Fundación para la Justicia quien reclama serias deficiencias en el trabajo de la Comisión. La organización señala que la CNDH jamás se acercó los familiares de las víctimas para elaborar la recomendación 80/2013. En el texto recomendatorio hay graves omisiones, como es el hecho de no solicitar la atracción del caso por parte de la PGR. La Comisión consideró que la procuraduría de Tamaulipas podía sola investigar diligentemente la masacre, ¡en qué cabeza cabe! Lo cierto es que en el amparo se exhiben claramente las profundas deficiencias del trabajo de la CNDH. Por si esto no fuera poco, la CNDH litiga contra la organización civil, como si su trabajo fuese defenderse de señalamientos verídicos y corroborados de su trabajo. La CNDH usando nuestro dinero para irse en contra de una organización que representa a las víctimas de la masacre de San Fernando.
Después de la crítica por su alejamiento sistemático de las víctimas, la CNDH –habiendo ya emitido la recomendación- se dedicó a buscar a los familiares de las víctimas para conocer su pesar. Con media sonrisa y con un galopante cinismo, Raúl Plasencia afirmaba que el sexto visitador viaja por la región recogiendo esos testimonios, ¿para qué? Quién sabe, la recomendación ya fue emitida. ¿Por qué no lo hizo durante la integración de la recomendación? Solo se me ocurre pensar: por su desdén hacia las víctimas.
Su tono parco, como si un político hablara, me causaba asombro durante toda la comparecencia. Frases como: “En ocasiones lo que recomendamos no deja totalmente satisfecha a las víctimas, en ocasiones su expectativa es muy elevada y las capacidades y las posibilidades legales de la CNDH son muy cortas.” Sobre esta lacerante frase de Plascencia, el senador Encinas le contestó ““No solamente las víctimas tienen una alta expectativa, creo que la sociedad tiene expectativas para que el cumplimiento sus funciones garantice los derechos humanos”.
La visión de Plasencia es la de un burócrata de los derechos humanos. De una persona que se preocupa más por un oficio que por atender el dolor de una víctima. Es la de alguien que busca más la cercanía con el poder que con las víctimas de violaciones de derechos humanos. Es un presidente que prefiere la numeralia para llenar los huecos de su trabajo. Plascencia durante cinco años ha mantenido un alejamiento constante con las organizaciones serias que defienden día a día los derechos humanos. Su política de alejamiento se debe al espíritu crítico de éstas con su trabajo. Durante la comparecencia afirmó que “trabajaba solamente con aquellas organizaciones que están de acuerdo con la CNDH”. El señor Plasencia se quedó en el corporativismo de la CTM, al parecer.
Tenemos un ombudsman que nos cuesta más de 1,300 millones de pesos al año y que cuenta con oficinas regionales y un total de 1,500 empleados. Un ombudsman cuya fortaleza no es su alta y legítima reputación en la defensa de los derechos humanos, sino la politización de los mismos. Anteceder el interés político sobre el interés de ser un verdadero ombudsman.
La comparecencia estuvo en el marco de la intención de Raúl Plasencia de reelegirse como presidente de la CNDH. Es el Senado el que determinará, a finales de año, si Plasencia sigue al frente de nuestra institución. La respuesta es obvia, Plasencia no debe seguir. Hoy más que nunca se necesita tener una CNDH alejada de los intereses mezquinos de los partidos políticos para convertirse en un verdadero defensor del pueblo. La violación a derechos humanos con Peña Nieto no ha disminuido, por el contrario, por ello, hoy más que nunca debemos de evidenciar la simulación que representa la CNDH y buscar una sustancial renovación en su dirigencia.
Fuente: Sin Embargo