Por Sanjuana Martínez
Joaquín “El Chapo” Guzmán amenaza con tirar la cobija y destapar las cañerías del sistema político mexicano. Interesante será ver cuánto dinero aportó a las últimas y anteriores campañas políticas.
No sabemos si la amenaza significa un chantaje porque el capo del narcotráfico se siente muy estresado por el supuesto maltrato que recibe en el penal de máxima seguridad o si en realidad, al capo del narcotráfico, le interesa generar cambios para el bienestar de los mexicanos.
Independientemente de sus razones, bienvenida sea la información. Los mexicanos tenemos que saber quién financia a los políticos y sus partidos para determinar el nivel de podredumbre que los rodea y así tomar decisiones a la hora de votar.
Por lo pronto, nos urge saber cuánto dinero aportó a la campaña de Enrique Peña Nieto. Es necesario que nos diga las cantidades que entregó a él y a políticos de su partido y su Gabinete.
Luego, sería bueno también que el señor Chapo nos desvele la lista de los sobornos que ha ido entregando hasta convertir al Cártel de Sinaloa en la organización del crimen organizado más exitosa. Para ello, es obvio que ha contado en el pasado y en el presente, con suficientes complicidades en el Ejército mexicano, en la Marina Armada, en la Policía Federal, en las policías estatales y municipales.
También queremos saber la lista de los narcogobernadores. Queremos conocer cómo ha ido comprando voluntades de los alcaldes, diputados, senadores; por supuesto la lista de funcionarios del sistema penitenciario, de los ministerios públicos, procuradores y jueces que ha comprado a lo largo de los últimos 40 años.
Tal vez, “El Chapo” piensa que los mexicanos no somos inteligentes, tal vez, considera que está noticia lanzada por su hija Rosa Isela, nos ha sorprendido. Para nada.
Hasta un niño comprende que la única forma de empoderamiento del Cártel de Sinaloa y la expansión de sus tentáculos ha sido y es, gracias a la corrupción institucional a todos los niveles.
Por tanto, decir que “El Chapo” tenía “un pacto” con el Gobierno federal no es noticia. Eso ya lo sabemos, lo que queremos es la narconómina, las transferencias, los nombres, el entramado de complicidades, la estructura financiera de funcionarios, políticos y empresarios que han recibido sus millones. Lo demás, son llamaradas de petate.
Y las llamaradas de petate no sirven de nada, a menos, que el capo de la droga lo que quiera es llamar la atención para conseguir beneficios y privilegios dentro de la cárcel.
Lo que está claro, es que “El Chapo” ha iniciado una campaña mediática para denunciar las condiciones de estrés en las que vive. No está acostumbrado a las presiones ni menos a la dura rutina que le han impuesto. El capo ha tenido siempre sus privilegios en prisión, esos que se compran con millones de pesos, pero todo parece indicar que el Gobierno le está aplicando un castigo por haberse fugado sin tener el permiso del gran jefe.
El show lo ha montado con las mujeres de su familia: su esposa, su hija, su hermana… en fin. Son ellas las que han recibido la orden de dar la cara, de defenderlo, de exhibir las condiciones de estrés en las que actualmente se encuentra.
Tanto es así, que Emma Coronel planea asistir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para denunciar la tortura y las violaciones a los derechos humanos, a los que supuestamente ha sido sometido su querido esposo en el Altiplano.
Por su parte, su hermana Bernarda ha denunciado el maltrato que sufre, particularmente porque no puede dormir porque durante la noche lo despiertan, al menos una vez, para obtener una “prueba de vida”; también le molestan los perros guardianes que le ponen y todo el estrés que está sufriendo y que le provoca subidas de presión.
Su hija, Rosa Isela, advierte que su papá está sufriendo mucho porque ha perdido peso y está pálido. Su abogado dice que comentó: “Ya tengo miedo a morir, yo quiero ver a mis hijos crecer”. Seguramente las víctimas que ha ocasionado su tráfico de drogas también deseaban lo mismo.
Hasta aquí, el cuadro conmovedor de las mujeres de “El Chapo”, mujeres que gracias a su dinero han llevado un excelente nivel de vida; mujeres libres a quienes las autoridades no las molestan, ni les fincan delito alguno por beneficiarse de manera indirecta del dinero producto del tráfico de drogas. ¿Por qué el gobierno de Peña Nieto no ha tocado las finanzas del Cártel de Sinaloa? Obviamente porque es una empresa institucionalizada, enraizada en los más altos estamentos del Estado mexicano, estimulada y controlada por un funcionariado corrupto que forma parte de la estructura económica de dicha organización criminal.
Tal vez, “El Chapo” no se ha dado cuenta que el Cártel de Sinaloa no le pertenece. “El Chapo” ya es historia. “El Chapo” es el pasado. Se pasó de listo y el sistema no se lo perdona. Ya no cuenta. A menos que verdaderamente saqué un as de la manga. Pero lo dudo.
“El Chapo” sabe perfectamente que ahora el cerebro gris del Cártel de Sinaloa es Ismael “El Mayo” Zambada. Su antiguo compañero de batallas, es el nuevo operador del cartel institucionalizado, es el director del entramado narcopolítico que domina el sistema.
Como bien dijo, Rosa Isela, “El Mayo” “traicionó” a su papa. Obvio, es el nuevo gerente. Por eso no lo han detenido. ¿A poco el Gobierno no sabe donde está el Mayo Zambada? Todo mundo conoce su domicilio en Culiacán ubicado en la lujosa colonia Colinas de San Miguel, menos las autoridades mexicanas.
Su mansión, llama la atención porque esta permanentemente vigilada por hombres armados, sofisticados sistemas de videograbadoras e improvisados retenes de guardias vestidos de civil que cierran calles a punta de pistola o metralleta, con la ayuda de guardias o militares, cuando el señor tiene un evento social.
Enigmático, inteligente, con perfil bajo, el Mayo Zambada es un hombre discreto que se sabe impune e intocable, por una sencilla razón: trabaja para el cártel más poderoso de México, al cártel de la narcopolítica.
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